HABLEMOS DE FEMINISMO

Hablemos de feminismo

Déjame que te presente a la mujer de la fotografía antes de que hablemos de feminismo. Se llama Lottii Rose. Es británica. Acaba de cumplir 28 años. Es modelo profesional a tiempo completo desde su mayoría de edad. Retrato, moda, publicidad, desnudo, erotismo… Es una todoterreno. A la vista está la belleza de su rostro y de su cuerpo, belleza que es su medio de vida y la principal fuente de sus ingresos…

Y además es una de las mujeres más extraordinarias en todos los sentidos que yo haya conocido nunca. Es imaginativa, trabajadora y fuerte. Tiene un maravilloso sentido del humor y una humildad francamente inusual en una mujer de su belleza, seguida por decenas de miles de fans en redes sociales. Es inteligente, es sensible, cariñosa y muy muy divertida. Diría que la mujer más divertida que se ha cruzado en mi vida. Es disciplinada, empática, comprometida y tiene un corazón gigante. Bien, ya conoces un poco más a Lottii a través de mí, de cómo yo la veo. Ahora observa lo siguiente y hablemos de feminismo.


La fotografía que encabeza este artículo la tomé el 20 de octubre de 2016 en Asturias. Es de cuando conocí a Lottii con ocasión de nuestra primera colaboración profesional. Este lunes pasado la publiqué en mis stories de Instagram y Facebook, y recibí el comentario de aquí arriba. Me lo lanzó una mujer. De mediana edad. Con formación. ¿Cómo puede alguien que no nos conoce personalmente ni a Lotti ni a mí, a través de una fotografía, llegar a la conclusión de que yo la veo como un objeto? La respuesta es obvia. Cree que yo la veo como un objeto, porque ella la ve como un objeto.


Hablemos de feminismo y belleza

Con la belleza del cuerpo de la mujer ocurre algo sorprendente que no ocurre con ninguna otra cualidad o virtud. Si una mujer tiene un voz virtuosa y cuelga a diario vídeos cantando, mostrando su voz de la que está orgullosa, nadie le va a decir: «¡Respétate un poco, chica. Eres algo más que una voz!». Si una mujer tiene un talento especial haciendo malabares, repostería, operaciones matemáticas, dibujo o cualquier otra cosa que se te ocurra, y hace todos los días publicaciones relativas a su talento especial, en su muro no leerás comentarios del tipo: «Das pena buscando el like fácil, exhibiéndote como si fueras un pedazo de talento…»

¿Qué pasa entonces con la belleza del cuerpo de la mujer? El cuerpo de la mujer que, por cierto, es la expresión artística más sistemáticamente repetida en todas las disciplinas conocidas por los siglos de los siglos desde que hay registros sobre Historia del Arte. Pues en mi opinión lo que pasa es que una mujer que se muestra desnuda, que hace libre exhibición de su belleza a cualquiera que esté dispuesto/a a mirarla, está desafiando miles de años de una civilización basada en que el destino de toda mujer digna es ser la propiedad de un hombre, un hombre que estando con ella se adueña, principalmente aunque no sólo, de su belleza y de su sexo.


Hablemos de feminismo y religión

Adueñarse de la belleza y del sexo de la mujer. Siendo ese el objetivo, la mejor estrategia sin duda es demonizar a toda mujer que haga exhibición de su belleza o su sexualidad. Dicho y hecho. ¿Que por qué fuimos los hombres expulsados del paraíso en el que vivíamos? Pues por culpa de la zorra de Eva, que escuchó a la serpiente que es el demonio y después tentó a Adán. Y a partir de ahí, el cómo tienen que ser las cosas ya lo estableció Dios cuando castigó a Eva: «…tu deseo te arrastrará hacia tu marido, que te dominará« (Genesis 3, 16).

Con dos cojones. Eso en la Biblia. Del Corán mejor ni hablamos… Y si sientes la tentación de decir que esos libros surgieron de sociedades arcaicas y que no es extrapolable al año 2021, pásate un ratito por Instagram y explícame qué pasa con los pezones femeninos.

Hablemos de feminismo: desde tiempos inmemoriales el cuerpo de la mujer y su sexualidad son el mal mismo, el pecado, la tentación. Jugada redonda la de las religiones. Religiones diseñadas por hombres por supuesto. Una broma que ellas llevan sufriendo más de dos mil años. Y no solo lo sufren, sino que muchas, muchísimas, como la del comentario de mi storie, incluso lo han interiorizado. Frente a una mujer libre, empoderada, independiente, fuerte y valerosa que muestre su belleza desnuda por el motivo que sea, no faltará otra que la señale (como también muchos hombres) a la voz de «¡Menuda guarra!».

Lotti Rose – Octubre 2016

Mi lucha y mi mensaje

Cuando me enfundo mi toga y ejerzo la defensa legal de una mujer víctima de un delito contra su indemnidad sexual, nadie confunde mi mensaje. Es claro. No puedes abusar de ella. No puedes violentarla. Su consentimiento es el límite. Lo has traspasado y tendrás que pagar por ello. Con privación de libertad. Y yo seré su espada en la búsqueda de Justicia.

Cuando empuño mi cámara y muestro al mundo la belleza de una mujer desnuda, por el contrario, el mensaje muy pocos lo entienden. Pese a que también es claro. Mira la belleza más grande que existe en el Universo. La más sagrada. No puedes poseerla. No puedes adueñarte de ella. Es una mujer libre. No es de tu propiedad. No necesita tu permiso. Ni tu aprobación. Ni tus juicios o prejuicios. Y su visión es un regalo. Una gloriosa y épica victoria. Porque hace más de dos mil años, en los albores de la civilización, alguien quiso poner en boca de Dios que un hombre la dominaría. Y a ella, a la que tantos y tantas tildan de guarra y tratan de socavar su dignidad en la esperanza de que vuelva al redil… A ella ya no la domina ni Dios.


Conclusión

Siempre he comprendido y empatizado a la perfección con las mujeres que muestran su belleza sin tapujos. ¿Por qué deberían no hacerlo? Si yo tuviera el cuerpo de Alex González o de Javier Hernanz por poner dos ejemplos, no tengo la más mínima duda: mis redes sociales estarían llenas de fotos mías luciendo torso, brazos, hombros, pecho y abdomen. Y lo haría con la ventaja de saber que, siendo hombre, en ningún caso seré represaliado por ello. Si mi cuerpo fuera una obra de arte o un ejemplo de belleza ¿por qué tendría que ocultarlo si me enorgullece mostrarlo? Quién sabe. Tal vez aún esté a tiempo…

Para las mujeres siempre ha resultado mucho más complicado. Saben que les podrá costar amistades, relaciones, trabajos, juicios morales, vínculos familiares, descrédito… Por eso admiro tanto la valentía de aquellas que a pesar de todo eso, no se doblegan a la profetizada dominación del hombre bíblico y lo hacen igualmente. Ellas son inspiración. Ellas son esperanza para todas las demás. Y comentarios como el que encabeza este artículo me han abierto los ojos a dos realidades:

  1. Que resulta más necesario que nunca que hablemos de feminismo de verdad, sobre lo que significa la igualdad, sin condicionamientos ideológicos ni imposiciones de trasfondo político.
  2. Que en la defensa de una mujer libre y empoderada, capaz de ganar la guerra milenaria contra la demonización de su cuerpo y su sexualidad, soy incluso más necesario empuñando mi cámara, que vistiendo mi toga. Así sea.


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2 Comments

  1. says: Susana

    Somos nuestras mayores enemigas . No voy a entrar a juzgar ese comentario porque estaría cayendo en lo mismo , pero tus fotografías son obras de arte .
    Por otro lado que tendrá que ver ser abogado con un excelente fotógrafo , una cosa no anula a la otra , por suerte eres un » hombre del renacimiento » suerte de quiénes tenemos el privilegio de tenerte cerca .

  2. says: María Graciela

    No tengo todas las respuestas, pero el tema de la envidia no es cosa de género. Tampoco la del poder. Y juegan mucho, aunque no se quiera admitir, en la mirada acusadora que surja ante lo que cada uno muestre a los otros.

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