Milei ha sido con diferencia el candidato más votado en las elecciones primarias celebradas el pasado domingo en Argentina. Es el paso previo a las elecciones presidenciales del próximo 22 de octubre. El resultado ha sacudido como nunca antes el tablero político del país sudamericano. Pero el terremoto Milei traspasa fronteras, porque muchos otros países miran ya de reojo lo que pueda ocurrir con este outsider de la política que irrumpió rescatando aquel «Que se vayan todos», lema de las protestas que llegaron en diciembre de 2001 con la imposición del corralito en la Argentina.
Para quien aún no lo conozca en España, Javier Milei es un economista ultraliberal de 52 años que ganó popularidad en los medios al más puro estilo Pablo Iglesias. Hay que acabar con la casta, ¿recuerdan? La premisa ha sido la misma. Una sociedad caracterizada por el hartazgo hacia la clase política. Corrupción, pobreza, inseguridad y crisis económica. El caldo de cultivo ideal para el surgimiento de cualquier Mesías. La misma premisa y las mismas formas: discurso incendiario, políticamente incorrecto, agresivo y trasversal. La diferencia reside en lo ideológico. Pablo Iglesias, comunista. Javier Milei, ultraliberal.
Milei, ¿próximo presidente de Argentina?
El resultado de las elecciones primarias ha catapultado definitivamente a Alejandro Milei desde el rol de showman mediático al de serio candidato a ocupar la Casa Rosada en poco más de dos meses. Y como siempre que el poder se ve amenazado, uno observa dos fenómenos que se desarrollan en paralelo. Uno, la defenestración de quien resulta una amenaza para el sistema establecido. En esa tarea se ha tachado a Milei de nazi, de loco, de extravagante y se le han buscado escándalos hasta debajo de las piedras. Y dos, la agitación del miedo en la gente. Es decir, que con el ultraliberal llegará la destrucción de la nación argentina, se acabarán todos los derechos conquistados y dará comienzo el apocalipsis.
En sociedades como la española la defenestración personal y la agitación del miedo al apocalipsis ha funcionado extraordinariamente bien para detener el avance de los antaño outsiders. Ya se tratara de Pablo Iglesias por la izquierda (Podemos) o de Santiago Abascal por la derecha (VOX), mucha gente ciertamente se asustó. Creo sinceramente que en Argentina la cosa puede ser diferente. Porque para que el miedo al que viene funcione, al que se pretende asustar tiene que quedarle algo que perder. Y los argentinos ya no tienen nada que perder. No hace tanto un peso argentino valía más que un dólar estadounidense. Hoy en el mercado negro por un dólar te dan más de 700 pesos argentino. La inflación es superior al 100% anual. Y en las carnicerías, la carne se financia. Sí, para poder comprar un solomillo muchos argentinos tienen que endeudarse. ¿Con qué vas a asustar ya a esa gente?
Y tras el 22 de octubre, ¿qué?
Si la campanada que sería la presidencia de Milei se confirma tras las elecciones presidenciales, la incógnita a despejar será el después. ¿Podrá Milei hacer todo lo que dice que va a hacer? ¿Realmente acabará con la casta o acabará él convertido en casta? ¿Podrá dolarizar la economía como promete y cerrar el Banco Central? ¿Erradicará la Justicia Social por aberrante como propugna? El tiempo lo dirá…
Entretanto todos aquellos que se echan las manos a la cabeza por la aparición de una figura como la de Javier Milei en Argentina, igual que quienes se la echan aquí en España por una figura como la de Santiago Abascal, bien harían en fijarse en la causa de origen y no en la consecuencia. Ambos son fruto del socialismo y su miseria. Y si Milei por fin llega a donde Abascal no, es solo porque la miseria española aun dista mucho de la extrema miseria argentina. Pero démonos diez añitos más y ya verán…