El dolor que provoca ser víctima de un delito tiene su reflejo en la indemnización que ha de pagar el condenado a la persona perjudicada por el delito. Así lo establece la pacífica Jurisprudencia del Tribunal Supremo. La indemnización es el precio del dolor por el delito sufrido. Pues bien, el pasado jueves en la Audiencia Provincial de Ourense se celebró Juicio Oral por violación a una menor de edad. Al término de la Instrucción sólo el Ministerio Fiscal formuló acusación. La Xunta de Galicia tutor legal de la niña ni siquiera se personó en la causa.
El dolor de una violación según la Fiscalía
El relato de hechos objeto de acusación es espeluznante: «(nombre del acusado) por su parte llevó a (nombre de la chica)a una habitación proponiéndole mantener relaciones sexuales, a lo que ella se negó, lo que determinó que él se tirara sobre ella intentando bajarle los pantalones en repetidas ocasiones, volviendo ella a subírselos, consiguiendo el acusado llegar a introducir su mano dentro del pantalón y a introducir dos dedos en la vagina de ella. Posteriormente procedió a agarrarla fuertemente por el pelo y a apretarle los brazos obligándola a realizarle una felación, accediendo (nombre de la chica) por el miedo que sentía y la fuerza que él ejercía».
Por los anteriores hechos la Fiscalía solicita una pena de once años de prisión. Frente a tamaña solicitud de cárcel, sorprende la valoración que el Ministerio Público lleva a cabo para la reparación del daño causado: «(nombre del acusado) indemnizará a (nombre de la chica) en la cantidad de 3.500 euros por daños morales».
Que el garante de la legalidad y cuya función constitucional principal es la protección de las víctimas del delito evalúe que una experiencia tan traumática como puede ser una violación en plena adolescencia se repara con 3.500 miserables euros, lo dice todo. Por ese dinero, a las víctimas no les merece la pena ni pasar por un proceso judicial de años. Quizás ese sea el mensaje que se les lanza. Mejor ni denuncien… ¿Qué opinan ustedes?