Los no vacunados son los nuevos judíos de la Alemania nazi. O los nuevos negros del Missisipi de la esclavitud. O las nuevas mujeres de los años de quema de brujas por la Santa Inquisición. El mundo ya ha sido testigo otras veces de oscuros tiempos de totalitarismo y sinrazón. Pero el momento actual resulta más pavoroso que ningún otro, porque nunca antes la locura fue planeada y coordinada a nivel mundial como ocurre hoy. La frase del titular es del presidente francés Emmanuel Macron: «A los no vacunados tengo muchas ganas de joderles hasta el final«. No es un dictador o el presidente de una republica bananera, no. Es el máximo dirigente de una democracia occidental. Por eso da mucho más miedo.
No es el único el Sr. Macron. Aquí, el presidente de Cantabria ha pedido que se vacune a la gente «por las buenas o por las malas; por lo civil o por lo militar«. En Italia han impuesto la vacunación obligatoria a los mayores de 50 años. ¿Cómo se obliga a alguien a ser inyectado? Los amos del mundo parecen tenerlo claro: jodiendo a los no vacunados hasta el final. El Primer Ministro australiano, tras el bochornoso espectáculo del trato dado a Novak Djokovic, mostró al mundo la coartada que se ha dado así mismo históricamente todo fascismo como justificación de cualquier aberración: las reglas son las reglas. Y a obedecer. Fin…
Las reglas y la obediencia
¿Pero saben qué? Las reglas eran joder a los judíos hasta el final en la Alemania de Hitler. Las reglas eran esclavizar negros en la Norteamérica del siglo XVIII y buena parte del XIX. Quemar mujeres en la hoguera por brujas, eran las reglas en la España de la Santa Inquisición. La obligación de obediencia a una regla ha de estar siempre conectada con la bondad de la norma, con la utilidad para el interés común. Es de primero de Filosofía del Derecho. Que sean las reglas, jamás puede erigirse por sí solo como elemento legitimador de la exigencia de obediencia. Es más, frente a reglas (leyes) injustas, la desobediencia es no solo un derecho, sino un deber.
Vacunados y no vacunados deberían empezar a ser muy conscientes del escenario totalitario de odio al que nos conducen los gobiernos de todo el mundo. Reflexionen sobre ello. La dignidad personal siempre debiera estar por encima de cualquier norma y de cualquier exigencia de obediencia. Porque obedecer por obedecer, así sin pensar…
Muy buen artículo, completamente de acuerdo, salvo lo de la quema de brujas en España. La inquisición a sido siempre más dura en el resto de Europa que en España (leer las quemas en Suiza, la persecuciones a los hugonotes en Francia…).
Saludos y LIBERTAD!