La huelga de Letrados de la Administración de Justicia ha sido desconvocada. El Ministerio de Justicia, después de más de dos meses de paro, alcanza un acuerdo con los huelguistas. Podría parecer que el final de la huelga es una buena noticia. Pero lo cierto es que se trata de la calma que precede a una tormenta muchísimo mayor.
La huelga termina con un peaje nada desdeñable para las arcas públicas: un aumento de 450 euros mensuales a multiplicar por el número de Letrados de la Administración de Justicia. Apenas un par de meses de parón han sido suficientes para doblegar al Gobierno. Pero el verdadero problema no es este concreto aumento de gasto. Lo realmente peliagudo es que el resto de operadores jurídicos permanecían atentos acechando a la espera de cómo se resolvía el conflicto. Y sí, aprendida la lección, el resto de funcionarios de Justicia, así como Jueces y Fiscales ya están reclamando también lo suyo y amenazando con movilizaciones.
La huelga que preludia otras huelgas
La huelga de Letrados de la Administración de Justicia ha generado entre los profesionales relacionados con la Administración de Justicia un hondo malestar. Su pretensión de que les equipararan a Jueces y Fiscales ha ofendido a estos dos colectivos y su reacción no se ha hecho esperar. Las 4 asociaciones judiciales y la Asociación de Fiscales ya han solicitado a la Ministra de Justicia una reunión urgente y sin demora para negociar un aumento de sus retribuciones salariales.
Por su parte el grueso de Funcionarios de la Administración de Justicia (médicos forenses, personal del Instituto Nacional de Toxicología, de Gestión Procesal y Administrativa, Tramitación Procesal y Auxilio Judicial) ya están reclamando también equilibrio salarial y de la mano de los sindicatos amenazan con volver a paralizar la Justicia.
Y los ciudadanos, ¿qué?
La triste realidad de la Justicia es que los ciudadanos, los que la pagamos con nuestros impuestos, cada vez la obtenemos menos. Mientras que todos los que viven de ella se afanan en exprimir la teta del Estado, los destinatarios de la misma se quedan huérfanos de Justicia. Y los abogados, que somos sus representantes frente a todos los demás, tragando carros y carretas. Y mientras tanto, todo el sistema de Justicia desmoronándose, pudriéndose sin remedio.
