Felación WAKA: ¿arrepentimiento = falta de consentimiento?

Waka es una discoteca de Sabadell. Hace unos días celebraron una sesión «light». Así se llama a las sesiones en las que se permite la entrada a menores sin venta de alcohol. En esa sesión una chica menor de edad en medio de la pista de baile le práctica una felación a un chico, supuestamente menor de edad también. Como es de esperar, es grabada por algún móvil y rápidamente el vídeo se difunde y se hace viral. La grabación en cuestión llega a manos de la madre de la menor y la explicación que recibe de su hija es: me pedí un refresco y después no me acuerdo de nada así que debe ser que me drogaron.

La madre de la menor interpone una denuncia por supuesta agresión sexual. Y los medios de comunicación, sometidos ya desde hace tiempo al yugo del Gobierno y su ideología de género titulan de forma demencial. «El vídeo viral de una menor haciendo una felación en una discoteca de Sabadell podría responder a una agresión sexual». Así titula «Espejo Público» de Susanna Griso. Sí, el mismo programa y la misma presentadora que tuvo a su vista los vídeos de las agresiones sexuales de Kote Cabezudo y callaron. Los mismos que miraron hacia otro lado cuando el violador tenía amigos poderosos.


En Waka, ¿quién abusa de quién?

Hagamos dos ejercicios de imaginación. El primero es sencillo. El vídeo le llega a la madre del chico que pasivamente recibe una felación. Su hijo le dice que no recuerda nada tras pedir un refresco y que es posible que la chica que con entusiasmo le practicaba sexo oral seguramente lo hizo sin su consentimiento y seguramente abusando sexualmente de él. ¿Qué le diferenciaría a él de ella si decidiera sostener ese argumento?

Segundo ejercicio de imaginación. No es ella la que le hace una felación a él. Sino él quien le practica a ella con entusiasmo un cunnilingus. Si su madre (de él) le recriminara que fue grabado, difundido y viralizado… ¿Podría estar ese chico sosteniendo, con el apoyo unánime de los medios de comunicación, que le drogaron para hacerlo y que por tanto él es víctima de una agresión sexual al hacerle sexo oral a una chica?


Las consecuencias de una sociedad aborregada y sumisa

Cualquiera con una mínima capacidad de pensar, de hacerse preguntas o de desarrollar el más elemental juicio crítico, concluiría que una droga de sumisión puede dejarte a merced de lo que quieran hacer contigo. Bien. Vale. Pero jamás va a hacer que, como una especie de sonámbula, te dirijas a un tío, te arrodilles, le bajes los pantalones y la ropa interior, te agarres a su pene y lo chupes con entusiasmo, privada de conciencia y memoria, y sin que la otra persona haga nada por obligarte a ello. No. No funciona así.

En este país el vomitivo feminismo institucional lleva más de una década persiguiendo una legislación que permita a cualquier mujer que se arrepienta de sus comportamientos sexuales, convertirlos en violaciones. Lo han intentado a conciencia con la penosa «Ley del sólo sí es sí». Y el resultado ha sido la excarcelación o rebaja de condena de violadores. Pero no pasa nada. Lo seguirán intentando. En busca de perfeccionar la aberración legal cuyo mejor ejemplo es el tratamiento informativo que se ha dado del incidente en la discoteca Waka.


El verdadero delito de la discoteca Waka

Hay un delito flagrante que sí se ha cometido y se sigue cometiendo. En origen, un delito de elaboración de pornografía infantil puesto que quien aparece en el vídeo practicando sexo oral es una menor. Y posteriormente con su viralización otro delito de difusión y distribución de pornografía infantil. Artículo 189 del Código Penal. Se considera pornografía infantil todo material que represente de manera visual a un menor participando en una conducta sexualmente explícita, real o simulada.

¿Se ha ocupado la Fiscalía General del Estado de exigir a Twitter, Reddit, Whatsapp, etc, las identidades de todos los perfiles que han difundido ese vídeo incurriendo en una conducta delictiva? Claro que no. Eso al Gobierno, de quien depende la Fiscalía en palabras de Sánchez ¿recuerdan?, no le sirve para nada. Mejor omitir su deber de perseguir los delitos y alimentar un relato delirante que convierta a una menor arrepentida en una menor violada. Más madera para Irene Montero y su caterva de radicales. Todo vale. O mejor dicho, todo nos vale a quienes con nuestro voto les ponemos ahí… Tristemente.


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