¿Cuántas veces has sentido que el peso de tus responsabilidades te sepultaba sin remedio? ¿Te resulta familiar esa sensación angustiosa de bloqueo que te asalta cuando tienes tantas cosas que hacer que no sabes por donde empezar? ¿Has deseado alguna vez materializar un sueño y sentido casi al instante que el empeño es inasumible lo mires por donde lo mires? ¿Te has sentido alguna vez como el pobre Sísifo, empujando colina arriba la gigantesca piedra que, una vez alcanzada la cima, rodará de nuevo hasta el valle haciendo inútil el esfuerzo? ¿Ves como pasan y pasan los días sin acometer esa tarea que sabes que no deberías posponer por más tiempo, pero inevitablemente siempre relegas a mañana?
Todos hemos sido alguna vez presa de la procrastinación, ese mal endémico tan propio de nuestra especie que consiste en dejarlo siempre todo para más adelante, unas veces por simple pereza, y otras por la abrumadora magnitud de aquello que hemos de hacer.
Para cuando eso te ocurra, te propongo la eficaz estrategia del “Solo por hoy”. Porque el peso de una responsabilidad que ha de ser sostenida en el tiempo, quizás durante años, puede resultar insoportable para la mayoría. Pero todos podemos sentirnos capaces de afrontar casi cualquier carga si se trata solo de un día. Porque si el itinerario es tan largo que no le adivinamos el final seguramente nos sintamos incapaces de echar a andar. Pero cualquiera puede dar el primer paso de un camino, por tortuoso y pedregoso que éste sea, si sabemos que no se extenderá más allá de hoy.
Ser un héroe toda la vida es una perspectiva que carece de atractivo para la mayor parte de la gente. Sin embargo no conozco a nadie a quien no le gustaría ser un héroe por un día. Ahí va el manual concentrado del héroe por un día en tres pasos:
1) Solo por hoy desbordaré amor a todas las personas que la vida ponga en mi camino sin importarme qué traen consigo, ya sea amor o dolor.
2) Solo por hoy aprovecharé cada minuto que me ha sido concedido, haciendo aquello que debo hacer para alcanzar mi propósito, sin ponerme excusas, ni a mí mismo ni a los demás.
3) Solo por hoy prometo no rendirme en la batalla por conquistar mis sueños. Quizás mañana las circunstancias me obliguen a hundir la rodilla en tierra y claudique, pero no lo haré hoy.
¿Alguien va a tener el cinismo de decirme que no puede cumplir con estas tres afirmaciones solo hasta el final del día de hoy? Eso me parecía. Cópiatelas en un papel, déjalas sobre tu mesita de noche cuando te acuestes y mañana cuando te levantes, léelas de nuevo. Solo por hoy…