La sociedad del miedo es el nuevo paradigma. Los gobernantes saben que la herramienta más eficaz de manipulación social es el miedo. Y con el CoVid lanzaron el más salvaje experimento de control de masas de toda la historia de la humanidad. Un experimento coordinado a nivel planetario que arrojó incuestionables conclusiones. La más relevante: infunde en la población un miedo lo suficientemente intenso, y estarán dispuestos a renunciar a lo que sea a cambio de una aparente sensación de seguridad.
Los medios de comunicación han sido los eficaces brazos ejecutores de los gobiernos en la implantación de la sociedad del miedo. Lo vimos con extraordinaria crudeza con todo lo que rodeó a la Pandemia de CoVid 19. Las televisiones anunciaban el apocalipsis mañana, tarde y noche. La ciudadanía era bombardeada sin descanso con mensajes aterradores que iban colonizando la mente del espectador. Así hasta que un pánico visceral se apoderó de la mayoría de la gente.
En la sociedad del miedo, todo se tolera
Tras un mes de implacable bombardeo (des)informativo, la muerte parecía acechar en cada esquina. Y si no hacías exactamente lo que te decían, tu destino sería agonizar en tu propia incapacidad respiratoria hasta morir solo y apestado aislado de los tuyos. Así fue como el miedo nos hizo tolerar un confinamiento ilegal vulnerador de derechos fundamentales básicos. De ese modo adoptamos sin rechistar medidas demenciales que no superaban el más mínimo análisis crítico. Así fue como dejamos que muchos de nuestros mayores murieran como perros, arrodillados y sometidos por el miedo colectivo. De ese modo la mayoría aceptó inocularse un tratamiento experimental que no ofrecía ninguna garantía y sobre el que los propios laboratorios que lo crearon declinaban toda responsabilidad ocurriera lo que ocurriera…
La lista de renuncias en nombre del miedo es pavorosamente extensa. Lo peor y lo más triste es que tras la Pandemia ya no hemos salido de la sociedad del miedo en ningún momento. Y el reflejo de lo que hoy somos como sociedad es el 23J. Casi 25 millones de seres humanos que acudieron a introducir un papel en una caja de cristal, principal y únicamente movidos por el miedo al otro, el oponente al que perciben como el mal absoluto.
Las hormigas negras y las rojas
Cuenta un dicho popular: “Si recoges 100 hormigas negras y 100 hormigas rojas y las metes en un frasco no pasará nada. Pero si tomas el frasco, lo sacudes violentamente y lo dejas en la mesa, las hormigas comenzarán a matarse entre sí. Las rojas creen que las negras son las enemigas mientras que las negras creen que las rojas son las enemigas. El verdadero enemigo es la persona que sacudió el frasco”.
Y así avanzamos de forma cada vez más trágica hacia un escenario de guerra civl. Sólo hay que asomarse a las redes sociales. Personas dando por muertos a familiares directos, únicamente por el sentido de su voto. Medio país celebrando que pueda ser Presidente un individuo que lleva en la mochila todo lo que lleva Sánchez, tan solo porque sienten pánico a la alternativa. Y en resumen, el pueblo ya muy cerca de matarnos los unos a los otros. Incapaces todos de dirigir la vista hacia los trescientos cincuenta hijos de puta que lo único que hacen es agitar violentamente el frasco.