LAS SECTAS: ¿UN UNIVERSO PELIGROSO?

Sectas y religión no son lo mismo, o al menos así lo dicen los expertos. Aunque ambas tengan en su interior las creencias y un final nada terrenal. A pesar de que ambas tengan un origen similar y se basen en la doctrina religiosa para ser, crecer y convencer a sus seguidores. Sin embargo, guardan también diferencias notables. Ya en su propia definición, una secta es como una organización religiosa que se aparta de la doctrina oficial o tradicional y toma una deriva y un carácter secreto “especialmente cuando éste es especialmente allanante o destructivo para sus seguidores”. Y muchos acaban diciendo de ellas que son doctrinas que se apartan de lo que se considera ortodoxo. Pero ¿quién marca esa ortodoxia? 

Las sectas suelen estar conformadas por comunidades cerradas en las que es fácil entrar (sobre todo en momentos de baja autoestima, baja moral y estados de tristeza, soledad y depresión), pero muy difícil salir. Tratan de promover fines espirituales y generalmente existe un líder que ejerce una superioridad moral y un poder absoluto sobre los adeptos que le siguen. 

Al contrario de lo que se pueda pensar, no todas las sectas son religiosas. De hecho, existen sectas de muchas tipologías: desde sectas políticas a sectas sexuales. También hay sectas psicoterapéuticas, comerciales o apocalípticas. Quizá estas últimas sean de las más conocidas, junto a las que predican creencia y religión. 


Información segura y veraz

En 2011 una noticia de la agencia Europa Press cifraba en 500.000 el número de personas en España que pertenecían a una secta, según información extraída del Boletín de la Red Iberoamericana de Estudio de la Sectas (RIES).

Sobre sectas se organizan cursos de verano, tertulias y seminarios. En estos cursos tratan de entender cómo continúa creciendo este fenómeno en nuestra sociedad, cómo atrapa a nuevos adeptos y cuál es la terapia que necesitan cuando consiguen salir de ello. Tal es así, que la Escuela de Verano de la Universidad de Teruel organizó este pasado mes de junio un curso en el que  estudiantes de psicología y otras disciplinas, sanitarios, abogados o cuerpos de seguridad, se formaron en técnicas de prevención, información y prevención desde una perspectiva jurídica. También analizaron cuál es el papel de los medios de comunicación, familia, educación etc. sobre la información que se da a la sociedad en torno a las sectas. 

En los últimos 5 años, la búsqueda de información sobre salud en Internet se ha incrementado. Ya no nos limitamos a tratar de conocer por qué sentimos lo que sentimos. O por qué nos duele aquello que nos pueda doler, sino que indagamos sobre cómo salvar ese dolor, molestia o posible patología. Somos buscadores natos de información sobre salud pero a veces vamos más allá. Éste es el germen para el crecimiento de las llamadas pseudociencias, poseudoterapias y sectas sanitarias cuya información deambula por la red. Por ello, desde el Ministerio de Sanidad se puso en marcha ya en 2019 el plan “#CoNPrueba”. Es decir, una iniciativa cuyo objetivo era contar con distintas acciones de comunicación y sensibilización destinadas a trasladar información veraz y accesible a la ciudadanía, para que pueda tomar decisiones informadas y responsables frente a las pseudoterapias y las pseudociencias. 

Fomentaba la “importancia de contrastar la fiabilidad de los mensajes que difunden teorías pseudocientíficas así como de advertir de la seguridad y eficacia de las técnicas con pretendida finalidad sanitaria”. Esta web, operativa desde hace dos años, da a conocer acciones de cultura científica dirigidas a promover el pensamiento crítico y racional. O al menos, eso dicen promover desde el Ministerio.


El misterio de las sectas religiosas

Las sectas religiosas se cuentan por centenas. Y tienen miles de adeptos alrededor de todo el mundo. Solo en España se cifra en más de 200 las sectas religiosas que cuentan además con miles de seguidores. Todas ellas guardan un patrón común: son poco transparentes. Y mucho de lo que se conoce acerca de las mismas, se difunde a modo de pequeños retazos de información encontrada en Internet. Allí podemos encontrar testimonios de antiguos miembros o la “rumorología”, que es en gran medida la que acaba alentando ese aura de misterio que envuelve a las sectas religiosas. 

Sectas religiosas famosas como la Iglesia de la Cienciología (con adeptos de renombre como Tom Cruise o John Travolta) o los Testigos de Jehová han fomentado que el común de los mortales hable de ellas para referirse a alguna de lo que más llama la atención dentro de su práctica. Es decir, que conocemos la Cienciología porque dicen que los padres se comen la placenta de los bebés al nacer. Los Raelianos creen en los extraterrestres y consideran que sus líderes han sido alguna vez abducidos por los alienígenas. Y de los Testigos de Jehová: ¿quién no ha escuchado aquello de que no permiten realizar transfusiones de sangre incluso a sus familiares más cercanos?

Otras organizaciones con mucho peso y fuerza como el Opus Dei o la Asociación Gnóstica, cuentan con miles de seguidores. En ocasiones no son consideradas sectas pero su conformación, organización y la opacidad que las envuelve hacen a muchos encuadrarlas dentro de este colectivo sectario. 

Indagar en las sectas religiosas es sorprenderse con cada característica que parece definirlas. El misterio ya aparece en su misma definición. Y como decíamos al comienzo del este artículo, rascar para saber más, implica zambullirse en un universo oscuro y a veces muy peligroso. Algunas sectas han llegado a ser conocidas por casos de suicidios colectivos o muertes en extrañas circunstancias. De modo que si algo arrastra a morir sin explicación aparente de por qué ha sucedido de esa manera, quizá se adentre en el peligro más extremo que puede vivir un ser humano: quitarse la vida porque ha sido embaucado. Su consciencia no es suya sino de la organización a la que se entrega. 


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