CASOS DE MENORES: OPERACIÓN QUERUBÍN

Pese a la ternura que incitaría el nombre, la Operación Querubín encierra uno de los casos más desagradables de la historia reciente de Ecuador para con los menores. Responde a un operativo policial abierto por la Fiscalía General de Ecuador mediante el que se procedió al rescate de menores víctimas de violaciones, abusos e incluso secuestro en el país sudamericano. Todos los actos han sido perpetrados por los propios familiares de los pequeños. 

La Operación Querubín se desarrolló en el cantón de Puerto Quito, en la provincia andina de Pichincha. Se han conocido otros casos similares como Santo Domingo de los Tsáchilas, Lago Agrio (Sucumbíos) o Quinindé (Esmeraldas). Según informan los medios locales, las comunidades de Pichincha (1.331), Guayas (1.066) y Azuay (415) concentran el 31% de los casos. 


Operación Querubín: violaciones y abusos de menores por familiares

Las violaciones, abusos, secuestros y maltratos se producen desde hace muchos años. De hecho algunos de los menores de la Operación Querubín declararon haber estado sufriendo todas estas barbaridades desde hace más de una década. La Operación Querubín no solo dejó escandalizada a la sociedad ecuatoriana, sino también al resto del mundo. La serie de violaciones y abusos se produjeron de forma sistemática a niñas de entre 3 y 17 años durante muchos años. En algunos casos durante décadas por parte de padres, hermanos, tíos y vecinos de las menores. 

Los detenidos no tenían nexo entre sí. Tampoco pertenecían a ninguna banda criminal. Eran familiares o conocidos cercanos de las niñas a las que violaban. Eran depredadores sexuales que veían como cómplice el silencio reiterado de las niñas, la calma que dan las noches y la ignorancia (consentida o real) por parte del resto de los habitantes de las mismas casas en las que se producían los incestos. «Si nadie protesta y nadie dice nada, podremos seguir comportándonos igual», debían de pensar. 

Las menores han sido amenazadas y en ocasiones violentadas con cuchillos para que accedieran a mantener relaciones sexuales. Algunas son discapacitadas y todas tienen una cosa en común: son menores, estaban indefensas y fueron violentadas por personas de su entorno más estrecho. 


Abusos que se conocen pero se silencian

Este problema de puertas para adentro está considerado como una lacra «naturalizada» dentro de muchas familias. Sin embargo hechos como estos, no pueden tener la consideración de normal y mucho menos de naturalizado, es más, no deben continuar. El silencio siempre es buen aliado para cometer crímenes contra la infancia. Pero está en manos de la sociedad que deje de ser así.  

Según datos de UNICEF, en Ecuador: «el 65% de los casos de abuso sexual son cometidos por familiares y personas cercanas a las víctimas«. Además, del total de casos de abuso sexual: «solo 1 de cada 4 víctimas nunca avisó por temor a represalias, vergüenza, impotencia o miedo a las amenazas. Y de aquellas que avisaron, a una de cada 3 nunca le creyeron«. En el país «el 15% de casos de abuso sexual ha sido denunciado. El 5%, sancionado«. 

Estas cifras son solo la punta del iceberg, confiesan las autoridades. Se trata de algo que se sabe, se silencia y se deja pasar. Y a nadie parece alarmarle que un gran porcentaje de niñas sean madres a los 14 años. Sin pareja oficial o extraoficial y con el único contacto directo de familiares y allegados, no extraña que esos embarazos sean fruto de una violación. 


Apoyo psicológico para las víctimas

En 2017 se puso en marcha la campaña con el hashtag #ahoraquelovesdinomas («Ahora que lo ves, di no más«), pero la Operación Querubín se ha producido en este 2021. Han pasado por tanto 4 años desde la puesta en marcha de la mencionada campaña para luchar contra el abuso infantil en Ecuador, hasta la detención de casi una decena de personas enmarcadas en la Operación Querubín. 

Este problema se extiende a lo largo y ancho de muchos países de América Latina, según la OMS. Aquí, según la Organización Mundial de la Salud, «una de cada tres niñas ha sufrido de violencia sexual. La violencia sexual contra menores de edad no se detiene y esto se refleja en la cantidad de casos que a diario son denunciados; sin contar los que nunca salen a la luz por miedo«.

El apoyo psicológico a muchas de estas víctimas de abusos, les ayuda a tratar de limar los graves problemas que les haya podido ocasionar tantos años de sufrimiento y silencio. Decimos limar porque nunca la herida termina de cerrar. Este tipo de violencia marca para siempre, como una grieta en la tierra o una cicatriz: siempre va a permanecer. Marcando para toda la vida a una generación entera. 


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2 Comments

  1. says: Alberto

    Pobres niñas y pobres chicas… De sus propias familias, que horror y asco.
    Fuerza Justicia Poética con el caso de menores de Mallorca y todo mi apoyo Mario.

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