LA LOCURA DE LA NUEVA GUERRA

Orson Welles hizo creer al mundo que nos estaban invadiendo los extraterrestres. Fue tal el realismo de su relato en aquella emisión radiofónica de 1938 que muchos oyentes en Estados Unidos creyeron efectivamente que estaban siendo invadidos por máquinas de guerra venidas del espacio. Aquella novela de ciencia ficción escrita por H.G.Wells y publicada en 1898, narra la toma de la Tierra por parte de un ejército de entes venidos desde Marte para transformarla en otro planeta rojo.

Algo muy similar está ocurriendo en nuestros días. Ya no recordamos quién lanzó el grito de alarma con la invasión del coronavirus, pero todos (o casi) la han creído. Se declaró la guerra contra un bicho que a los ciudadanos de a pie nos lo han dibujado en forma de bola de color verde y con ¿antenas? Macron pronunció la fatídica frase en Francia: “nous sommes en guerre”. Lo dijo otro presidente: “we are at war with Covid-19”. Finalmente el discurso lo repitió Pedro Sánchez: “España y el mundo están en guerra total contra el coronavirus”.

Todos y cada uno de los mandatarios pronunciaron el discurso como si de un mantra se tratara, cuya palabra clave era GUERRA. Y así se creó una alarma social que aún sigue vigente. Nos encerraron en nuestros domicilios. Obligaron a guardar las distancias y a llevar mascarilla. Nos enseñaron cómo saludar sin peligro de contagio. Y en un tiempo récord crearon la vacuna. Todo ello con la población completamente atemorizada. Fueron momentos de salir a aplaudir a los sanitarios, informar a la policía sobre algún viandante transgresor o subir vídeos en TikTok.

Una alarma social que nos ha llevado al lugar donde estamos hoy, a un momento de no solo pérdida de derechos y libertades, sino también de miedo, mucho miedo y a un momento de cambio en la sociedad en cuanto a la forma de relacionarnos. Sí, no solo por la pérdida de contacto sino por la pérdida de respeto, valores y convivencia entre la sociedad. Y lo peor es que nos lleva a pensar que si seguimos permitiendo esto y no cambiamos… ¿qué podrá ocurrir en unos años? ¿Hacia dónde vamos? Hacia un desastre seguro, o no porque siempre podemos despertar y cambiar cada uno de nosotros. Si hace unos años nos hubieran contado esto, no lo hubiéramos creído. Todavía a muchos de nosotros nos cuesta creer que no sea todo una ilusión y que todo sea un fatídico sueño. Solo nos hace falta cordura y sensatez.

La cuestión es que a día de hoy seguimos en guerra pero el enemigo ya no es uno: somos todos. La sociedad cree que el COVID es el enemigo y que luchamos contra él desde hace un tiempo, pero es un error: luchamos contra todo aquel que no haga las cosas como nosotros, contra los del «bando contrario». Se han declarado dos bandos, y el odio entre unos y otros es cada vez mayor. Se ha desatado la locura en el día a día, entre los negacionistas y los crédulos.

¿Hasta dónde vamos a llegar? ¿Pero qué nos ocurre? Las personas se saltan los límites del respeto, de la educación y la humanidad. La tolerancia se va perdiendo cada día más, ahora es por el COVID pero cualquier tema es suficiente para enjuiciar lo que hace el de enfrente y no entender las creencias de cada uno. Vivimos en una situación de desconcierto sí pero sobre todo de locura, en forma de comunicados a través de las redes sociales, de insultos hacia las personas que no están vacunadas, de más insultos contra las personas que sí están vacunadas. Y ya no solo en redes, discusiones e insultos en el trabajo, en las familias, en la calle, es general. La división radica en unos pinchazos en el brazo. Y ahora con mas motivo con la llegada del “pasaporte covid”. Otro tema más para generar más discordia y odio.

Ya se ha hablado y escrito mucho sobre la falta de libertad personal a la hora de vacunarse o no, pero poco se dice del odio que todo esto está generando entre los seres humanos, entre nosotros. La salud o cualquier otro tema no puede ocasionar que el mundo se rompa, que la sociedad pierda la convivencia y que el miedo, el odio, el rencor y miles de emociones negativas se apoderen de cada uno de nosotros. Podríamos poner un poco de cabeza en todo esto y dar prioridad a una palabra: «conciencia».

Pensemos no en dos bandos si no en uno solo, en la sociedad teniendo como objetivo común la convivencia y el respeto. Por favor tengamos responsabilidad. No generemos odio, no sembremos discordia, no insultemos e intentemos ponernos en el lugar del otro. Alguien dijo: lo que separa o une a las personas no son las diferencias, son los valores. Y esos valores son los que se están perdiendo.


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