POLÉMICA CON LA LEY TRANS

Después de varios meses de polémicas, arduos debates e incluso una división en el seno del Gobierno entre socialistas y Podemos, la nueva Ley para igualdad real y efectiva de las personas Trans y para la garantía de los derechos LGTBI, ha recibido el visto bueno tras su paso por el Senado. Esta Ley es más conocida como Ley Trans. El texto lleva más de cinco años deambulando por las filas socialistas. Además hace aproximadamente dos años que empezó a formar parte de un primer borrador. 

La nueva Ley es el resultado de varios años de intentonas por tener un texto que recoja las necesidades de un sector de la población que lleva muchos años sintiéndose discriminado. Más del 63% de las personas Trans han declarado haberse sentido acosados a lo largo de toda su vida. 4 de cada 10 afirma haber encontrado dificultades a la hora de encontrar un empleo. En palabras de la ministra de Igualdad, Irene Montero, se trata de “una de las leyes más importantes de la legislatura”. Esta Ley supone un avance de derechos para las personas LGTBI. Declaraciones que también han reforzado desde partidos como Bildu. La nueva Ley es un “hito histórico en la lucha para los derechos de las personas trans”, declaró estos días la diputada Bel Pozueta. 

Sin embargo, no todo son pétalos de rosas y buenas palabras. La Ley Trans tiene a sus espaldas un buen cargamento de argumentos en contra. Según esta Ley personas que ingresaron en la cárcel acusadas de abusos sexuales, por ejemplo, podrían ser juzgados como mujeres tras el cambio de sexo al que, algunos, se han sometido. La nueva Ley Trans los juzgará y los tratará como condenadas. Y esto lanza el debate acerca de si alguien cuando comete una infracción tendría que ser tomado en cuenta para la Ley con el sexo con el que nació o con el permanece ahora.


Elogios para la Ley Trans a nivel internacional

Como polémica también es la forma en que se puede tramitar el cambio de sexo, a partir de los 16 años. Hasta ahora, según la Ley de 2007, se pedía a las personas transgénero un informe en el que quedase patente el diagnóstico de «disforia de género». Se requería también la acreditación de al menos dos años de hormonación obligatoria. Con la nueva Ley trans, el cambio de sexo queda regulado en nada menos que tres tramos diferenciados por edad. Se precisará un aval judicial cuando la persona tenga entre 12 y 14 años. Se necesitará consentimiento de los progenitores cuando el adolescente tenga entre 14 y 16 años y no habrá ninguna condición para los mayores de 16. Es decir, se aprueba la autodeterminación del género sin ninguna condición. 

Tras la aprobación de la nueva Ley Trans se pone la vista en otros países como Escocia. Allí, el pasado mes de diciembre se aprobó una Ley que rebaja de los 18 a los 16 años la edad para poder cambiar de sexo. Además, elimina la obligación de presentar informes médicos o de corte psicológico para acreditar que la persona afectada padece disforia de género. A diferencia de la española, la Ley Trans escocesa, permite imputar penalmente a quienes cambien de sexo de forma fraudulenta. E incluso enfrentarse a penas de 2 años Las presiones que se han ejercido en torno a esta nueva Ley, aprobada en diciembre, han obligado a la primera ministra, Nicola Sturgeon a dimitir. De hecho, en Escocia, esta Ley es conocida como «Ley Sturgeon». 

Sin embargo, a nivel internacional, expertos de la ONU parecen elogiar la nueva Ley Trans española. Consideran que el texto recién aprobado contiene aspectos que son pioneros en Europa. Y además podrían servir de ejemplo a otros países en el “avance a la igualdad”. Así lo exponen en un comunicado conjunto en el que participan nueve expertos. Entre ellos se encuentran algunos que son parte del grupo de trabajo de la ONU sobre discriminación de la mujer. 


Fuertes detractores de la nueva Ley

Esta nueva Ley también ha sido foco de intensos debates. E igual que tiene elogiadores, encontramos detractores. La nueva Ley Trans es acusada de ignorar a médicos y psicólogos. E incluso de expulsar a los progenitores de la persona Trans, que desde que cumple 16 años permanecen totalmente ajenos al cambio de sexo de sus hijos. 

La nueva Ley también es polémica. Al permitir abiertamente el cambio de sexo, sin informes que intermedien, sin aprobación de progenitores desde una determinada edad, sin más control que el del propio solicitante a cambiar de sexo, parece también dejar la puerta abierta a que aquellos que han cometido una violación puedan cambiar su condición sexual únicamente solicitando su nombre en el registro. Las alarmas saltaron cuando se ha descubierto que varios agresores sexuales habían sido internados en cárceles de mujeres habiendo cometido la agresión sexual por la que se les juzgaba cuando figuraban como varones. Con la nueva Ley Trans, todas las personas que cambien su nombre en el Registro empiezan a contar con el derecho a ser tratadas según su nueva identidad. 

En Escocia ya ha pasado: hace algunas semanas, Adam Graham cometió una doble violación. Cambió de sexo mientras esperaba juicio y pasó a llamarse Isla Bryson, con lo que estaba cumpliendo condena en una cárcel de mujeres. Al descubrirle, su ex-mujer declaró en los medios que se trataba, sin más, de una burla a las autoridades. La solución que se tomó en Escocia fue clara: todos los presos deberán cumplir condena en cárceles que sean acordes a su género de nacimiento. 

En España no se contempla sanciones penales ante un posible fraude, ni siquiera dentro del Código Penal. Aunque sí contempla lo que llama “transiciones oportunistas”, planteando que circunstancias como el simple cambio de nombre del acusado, no modificarán el régimen jurídico que con anterioridad a su inscripción en el Registro “fuera aplicable a la persona a los efectos de la Ley Orgánica 1/2004 de medidas de Protección Integral contra la violencia de género”.  

Está por verse si muchos de los casos que están saltando a la luz como posibles violadores que han cambiado de sexo y ahora cumplen condena en cárceles de mujeres, muestran que leyes como la que acaba de aprobarse, no deberían haberse depurado más. O haberse escrito planteando todas las perspectivas que pueden aparecer. Y esto para que no den que pensar y que decir aquello de “hecha la Ley, hecha la trampa«. O peor aún: “las prisas no son buenas”. Sobre todo para asuntos tan delicados como el cambio de sexo. 


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