En un día en el que se cuentan 24 horas debe haber tiempo para todo. Tiempo para comer, socializar y dormir. Entre medias podemos incluir otras actividades como el deporte, la relajación, el ocio. Pero tenemos que saber que es importante respetar los ciclos que marcan el estado de nuestra salud. Y dormir es una parte fundamental para mantener una buena salud en general. Y si a la pregunta: “¿de dónde sacas tanto tiempo? La respuesta es “me lo quito de dormir”, planteémonos que quizá no estemos gestionando demasiado bien nuestro tiempo.
Dormir y tener una buena higiene del sueño influye irremediablemente en nuestra salud, y no solo la mental. Pues tanto el cerebro como todo nuestro organismo al completo necesita un tiempo determinado para reconectarse y recuperar la energía que hemos empleado en hacer las otras miles de cosas que hemos hecho en un día. De hecho desde que somos bebés, se nos recomienda dormir. Y el tiempo que utilizamos en llamar a Morfeo, va variando según vamos creciendo. Así mientras contamos con pocos meses de vida, alternamos algunas horas despiertos con otras dormidos, y esos sueñecitos que echamos se van reduciendo hasta desaparecer al cumplir los 2 o 3 años de vida.
En la etapa infantil se recomienda que durmamos entre 10 y 12 horas. Y ya cuando llegamos a adultos lo ideal sería emplear un tercio de nuestro día en el sueño. Es decir, dormir 8 horas. Aunque hay personas que dicen necesitar tan solo 6 o 7 para rendir en condiciones.
Ciclos circadianos y salud
El reloj nos marca las horas de lo que tenemos que trabajar, dormir y de lo que podemos emplear en divertirnos, hablar o pasear. Pero todos los seres vivos tenemos un reloj interno que nos marca también lo que el organismo necesita y cuándo lo necesita. Es lo que los expertos llaman ritmos circadianos. Marcan el principio y el fin de los diferentes procesos fisiológicos que realizamos en nuestro día a día y que responden a dos variables: la luz y la oscuridad.
Estos ritmos marcan toda la actividad y necesidades fisiológicas de los seres vivos del planeta. Desde los animales a las plantas pasando también por los microbios incluso. La ciencia que estudia estos ritmos se denomina Cronobiología. Los ritmos circadianos es lo que muchos llaman reloj biológico y entenderlos hace que entendamos también por qué a determinadas horas del día tenemos más hambre, más sueño o más ganas de actividad.
Por eso trastocarlos hace que nuestro reloj interno se desbarajuste y no rindamos igual cuando tenemos que comer, trabajar, estudiar o dormir. Pues dormir las horas que realmente necesitamos, va a marcar que el resto de actividades que hagamos durante el día las realicemos correctamente. Sin infringir ningún tope ni romper estos ritmos circadianos con los que tan inteligentemente la naturaleza ha dotado a todos los seres vivos.
Trastornos del sueño
Pero si las cosas fueran tan sencillas o se produjeran porque sí de forma tan matemática, no tendríamos que hablar de trastornos o de problemas en el sueño tales como el insomnio, la apnea del sueño o de otro tipo de problema que también afectan al dormir, como el síndrome de las piernas inquietas.
Dormir mal o no dormir todo lo que se necesita puede provocar que el cerebro no se recupere del desgaste empleado durante la actividad diaria. Necesitará reconectarse y para ello es importante mantener una buena calidad de sueño. Y no solo el cerebro también el resto del cuerpo precisa de un determinado número de horas para volver a aprovisionarse de energía.
Así no dormir o tener un mal sueño continuo, puede devenir a la larga en diversos problemas de salud como la diabetes, enfermedades del corazón, infecciones… porque el sistema inmunitario también necesita mantenerse firme y luchar contra afecciones como un simple resfriado. Además de empeorar otros problemas de nuestra salud mental como la ansiedad o la depresión. No dormir hace que se dificulte la capacidad de nuestro cerebro para mantenerlas a raya.
Sin contar que cuando no dormimos lo suficiente o con la calidad de sueño que nuestro cuerpo necesita, el mal humor llama a nuestra puerta sin remedio. Andamos cansados el resto de la jornada y no somos tan eficientes para hacer el resto de cosas que queremos. Así que brindemos, riamos, vivamos y durmamos lo que tenemos que dormir. Porque la mezcla de todo (con sus horas correspondientes para cada cosa), a la larga nos regalará una mejor salud y una vida más saludable en general.