CARTAS DESDE EL OLIGOPOLIO: LAS DROGAS

Esta última Carta desde el Oligopolio puede ser la más controvertida de todas al tratar de un sector supuestamente extra commercium. Nada más lejos de la realidad: las drogas están dentro del comercio de los hombres y de los países y, en España, son un oligopolio más. El tema de su despenalización arrancó con el advenimiento de esta falsa democracia que vivimos, pero nunca ha llegado a tratarse a fondo.


Las drogas: un oligopolio oscuro y un mercado negro

La PPSOE ha preferido seguir con una prohibición basada en tópicos fraudulentos, en lugar de pasar a regular un asunto normalizado y cotidiano en la calle. Y esa dejación de funciones, a mi juicio, constituye la prueba del algodón de la participación del Estado y, por ende, de la PPSOE, en este oscuro oligopolio.

La PPSOE junto, curiosamente, con todos los políticos a ambos lados del Atlántico –aquí sí hay consenso- señala que despenalizar las drogas dispararía el consumo creando un problema de salud pública. Además, consideran que su legalización debería ser mundial o no podría ser y, finalmente, que tampoco acabaría con la delincuencia que va a seguir existiendo y buscaría otras vías de negocio. Tonterías. Lo que crea un problema de salud pública es ese mercado negro donde nunca sabes lo que compras porque está en manos de delincuentes sin ninguna preparación y sin ninguna responsabilidad.

España podría despenalizar y regular el mercado de la droga independientemente de cualquier otro país, aunque eso generara, posiblemente, un problema de contrabando. Y, para rematar, los delincuentes, sin la bicoca de las drogas, no dejarían de existir, pero perderían muchísima financiación y fuerza.

Las drogas no van a desaparecer por las malas nunca, pero pueden controlarse por las buenas. El hombre es un ser de adicciones –como nos advirtió Nabokov- que busca repetir patrones satisfactorios y que puede quedar atrapado en los mismos como resultado, básicamente, de esa lotería genética que nos toca al nacer. Por eso las adicciones quedan muchas veces fuera del alcance de la voluntad y de la moral del individuo. Sucede con todas esas cosas que proveen del necesario placer: el sexo, la comida, el alcohol, el tabaco, el juego… 


Despenalizar y educar…nunca la prohibición y el castigo

El encauzamiento de esta tendencia natural no puede venir nunca de la prohibición y el castigo. Debemos probar en sentido contrario: despenalizar, educar y facilitar las drogas que cada individuo necesite de manera controlada y segura, al igual que sucede con el resto de medicamentos. Solo así podremos avanzar en su reducción cuando tengamos a todos los consumidores dentro de la ley y no fuera. Prohibir su consumo es imposible e indeseable. Su consumo forma parte de la libertad individual como la comida, el alcohol, el tabaco, etc…

Sin embargo, el Estado sí puede facilitar información acerca de su uso y consecuencias y garantizar un consumo seguro. Puede además gravarlo con impuestos especiales para financiar todas las políticas necesarias para controlar su consumo y para investigar y combatir las adicciones. Puede, en definitiva, hacer de los consumidores de drogas sujetos de derechos y de obligaciones. 

¿Por qué apuesta, entonces, por la prohibición? Porque gana. La droga genera muchos dependientes que el Estado maneja. Para empezar, ‘los drogas’ son peleles en manos de la policía, desde informantes hasta lo que tu quieras. Después, cualquier consumidor no adicto puede ser extorsionado porque no deja de estar cometiendo un acto punible ora penal ora administrativamente. A continuación, el Estado tiene la fuerza suficiente como para favorecer a un cártel o para eliminar a otro. Puede hacer política con las drogas y también puede financiarse (por eso cada vez hay más ‘narco estados’). Puede incluso jugar con la balanza de pagos importando droga para exportar otros bienes. Los Estados son cada vez menos democráticos y transparentes y la droga, y el dinero que genera, puede ayudarles a tapar muchos agujeros. 

La prohibición de la droga, en definitiva, genera un sinfín de posibilidades para los Estados y ninguna para los ciudadanos. Eso es lo que subyace a la prohibición. Un mercado regulado generaría innumerables ventajas para el individuo y la sociedad, empero el Estado perdería mucho poder. El Estado controla muchas cosas a través de la droga, incluido el oligopolio de las mafias a las que va unida. Se trata de un delicado equilibrio atendido el tremendo poder corruptor del dinero. Te sugiero que apuestes por la despenalización si no quieres acabar viviendo en un Narco Estado.  


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