Más allá del llamado «periodismo ciudadano», las redes sociales sirven en ocasiones para ser altavoz y canal de comunicación de aquellas noticias o informaciones que los medios habituales no toman por incómodas. Por enfrentarse a ese sistema al que en ocasiones, sirven y no quieren denunciar. Las redes sociales permiten difundir. Aunque a veces también sean negativos los inputs que se comparten y muchos usuarios se escuden bajo el anonimato de éstas para insultar, criticar o incitar al odio. Las redes son sociales porque socializan. Pero a la vista de todo el mundo, sean perfiles públicos o privados los que se comparten, también son en ocasiones la ventana abierta que airea formas de pensar, opciones de ocio, debates en los que se participa y todos aquellos aspectos que quizás de primeras, mantendríamos en nuestra parcela más anónima.
En un reciente estudio realizado por la plataforma de empleo Infojobs, se detallaba que “hasta el 55% de las empresas consulta las redes sociales de una persona antes de contratarla”. Esto significa que a veces las redes sociales pueden llegar a influir en la contratación (o descarte) de una persona. Se pide entonces que todo aquél que esté buscando trabajo, se cuide mucho de publicar ciertos aspectos de su vida, de su ocio o de su forma de pensar, por si una empresa lo viera y lo valorase negativamente., sin plantearse siquiera que quizá podría ser el candidato perfecto pero piensa de una forma diferente a como lo hacen desde la Dirección.
Redes sociales: ¿libertad de expresión o mecanismo de control?
El pasado digital está ahí y ahí permanece por mucho que el derecho al olvido diga que cuida la posibilidad de que se puedan borrar ciertos rastros. Pero el debate está en cuestionarse si las redes sociales son una plataforma más, un nuevo canal de comunicación o un auténtico mecanismo de control que puede llegar a negarnos un puesto de trabajo, una relación sana con nuestras amistades, familia o pareja. O incluso puede llevarnos a la cárcel acusados de injurias, provocando entonces nuestra muerte social. Afloran interesantes términos que incitan al debate en torno a la libertad de expresión y las redes sociales. ¿Cómo regularlo?
En un reciente artículo de la web Legaltoday, la letrada Esperanza López Prado, explicaba que “resulta indudable que la libertad de expresión, derecho fundamental reconocido en el artículo 20 de nuestra Carta Magna, es el derecho que todos tenemos a expresar y difundir libremente nuestros pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción”. Sin embargo y aunque tenemos derecho a expresarnos libremente, a compartir nuestros pensamientos y opiniones, las redes sociales no pueden ser un pozo sin fondo en el que desecharlos, porque se verían entretejidos otros derechos como el derecho al honor, la intimidad personal y familiar o la propia imagen de alguien.
Amparándose en la defensa de estos derechos, muchas son las demandas y amenazas de demandas que aparecen en los juzgados de nuestro país ante algún comentario en las redes sociales, post subidos de tono o escritos que se comparten y viralizan con el único propósito de dañar a otro.
Límites para una convivencia pacífica en Internet
Y sin saber muy bien quién controla qué o a quienes, las redes sociales se ven a veces envueltas en un halo oscuro y opaco que no permite ver quién controla los mensajes, o con qué fin. Incluso por qué un perfil en Instagram, Twitter o Facebook se ve bloqueado durante días porque no se han cumplido las normas o la política de la propia red.
En Internet también aparece el llamado «fast checking», encargado de detectar noticias falsas. Porque según aseguran muchas fuentes, las noticias falsas se han convertido en una de las mayores preocupaciones de las empresas tecnológicas. El anonimato da pie a inventarse no solo un perfil con el que moverse en la red, sino la información que se comparte. Los usuarios por su parte acaban infoxicados y enfermos de mil impactos de información entre los que no son capaces de detectar cuáles son fiables y cuáles no. El gigante Google ha puesto en funcionamiento una herramienta integrada en su buscador llamada «Fast Check». Permite (eso dice) detectar noticias falsas de forma colaborativa con otros sitios especializados.
En redes se bloquean contenidos y hasta perfiles llegado el caso. Faltaría determinar dónde está el límite o quién lo pone y lo impone. Para que nadie se acabe pasando de la raya y la convivencia en Internet sea tan pacífica como interesa. Para que los más de 4.300 millones de usuarios de redes sociales en el mundo sepan a qué atenerse. Que abrirse un perfil es gratis pero no es gratuito su uso que se hace en la red. Tampoco de la información que se comparte. En este mundo nada es gratis, salvo las sonrisas, los abrazos y el amor que podemos compartir con los demás.