España vuelve a suspender en Educación. No porque haya mostrado malas formas de forma pública o porque nuestros escolares no hayan dado la talla en comparación con otros iguales en Europa, sino porque según la OCDE un tercio de nuestros jóvenes de entre 16 y 35 años no tienen el nivel mínimo de estudios considerados como obligatorios. Es decir, cerca del 30% de nuestros jóvenes no han acabado la Educación Secundaria Obligatoria. Un dato contradictorio, sobre todo si se compara con la cantidad de dinero invertido por cada alumno o por el número de horas lectivas que este rango de población recibe. Nuestro país gasta 1.418€ menos por alumno de lo que realmente debería, pero imparte 300 horas más de educación obligatoria. Al contrario de lo que ocurre en la moda, en Educación, menos no debe ser más.
Según el estudio publicado por la OCDE y titulado “Education at a Glance 2023”, la población adulta en España tampoco registra buenos datos. Sí y es porque un 35,8% de la población comprendida entre los 24 y los 65 años tampoco ha finalizado la segunda etapa de la educación secundaria obligatoria. Esto es, no ha pasado de 4º de la E.S.O. Cifra bastante elevada si se compara con la media de los países de la OCDE, que la cifran en el 19,8% y de Europa, que se encuentra en el 16,6%. En este sentido sólo Brasil (40,9%), Colombia (37,9%), Italia (37%) o Portugal (39,7%). Mientras que otros como EE.UU. (por debajo del 10%), Finlandia Irlanda o Suecia (todos por debajo del 15%) superan nuestros niveles educativos con creces.
Por contra, la segunda etapa de la educación secundaria, sí registra niveles muy óptimos, pues cerca del 88% de los jóvenes de entre 15 y 19 años se encuentran escolarizados en 4º de la E.S.O. Bachillerato, FP básica o FP de grado medio. Además, el 41% de los adultos de entre 24 y 64 años tiene estudios superiores (universitarios y máster).
La Educación sigue siendo un reto para España
El informe de la OCDE destaca que la pandemia creó desafíos sin precedentes a nivel educativos en muchos países. E indican que “la inversión en educación produce altos rendimientos en el futuro”. Un apunte que quizá debería tenerse muy en cuenta no sólo a la hora de preparar los Presupuestos Generales del Estado sino de cara a potenciar el futuro de nuestros escolares. Unos niños y jóvenes bien formados, con calidad, serán unos adultos que en el futuro quizá puedan tener claro cómo se debe cambiar el mundo. Sin embargo, el horizonte de momento es otro muy diferente. Y es que entre los años 2011 y 2019, justo previo a la pandemia, la proporción relativa al gasto público en educación en España se redujo casi un 6,3%.
A día de hoy, la inversión que España realiza en Educación queda muy lejos de la que emplean nuestros vecinos en Europa. Y esto repercute no sólo en lo que nuestros pequeños aprenden y quieren seguir aprendiendo, sino también en la cantidad de fracaso escolar que registramos en España, pues se estima que la tasa de fracaso estudiantil en nuestro país, en jóvenes de edades comprendidas entre los 18 y los 24 años, se sitúa en el 16%, muy lejos del 9% que se registra de media en Europa.
España, además, invierte menos en educación que los países de nuestro entorno. Los resultados, por tanto, no pueden ser equiparables, sobre todo si la Educación en general sigue sin ser una prioridad para nuestros políticos y gobernantes. Mayor inversión y un incremento en la calidad de los contenidos que nuestros estudiantes reciben y absorben, nada tiene que ver con sucesivas reformas de las leyes educativas porque reformar no siempre supone establecer mejoras. Sobre todo si lo que se reforma no es claramente una prioridad en nuestro sistema. A día de hoy, la Educación no está importando. Pero los resultados, a tenor del informe de la OCDE, sí deberían preocuparnos más. Preocuparles más, al menos, ya es desde arriba desde donde se deben proponer mejoras en este área.
