NUESTRA SALUD: SOMOS LO QUE BEBEMOS

Cuidar lo que ingerimos aunque sea de manera esporádica, puede ser probablemente el primer paso que demos cuando decidimos tomarnos la vida de una manera más saludable. Queremos cuidar nuestra salud y lo primero que ponemos el dardo en la diana es en lo que comemos, bebemos y picoteamos cada día.

El café es bueno según dicen, pero en su justa medida. Aunque no es extraño encontrarnos por Internet textos que afirman lo malo que es para el organismo el consumo de cafeína. En otros en cambio, se indica que el café puede ser un buen aliado cardiovascular si se toma con moderación. Y según qué tipo de café claro, porque no todos son los buenos ni todos son tan malos como a priori puede parecer. 

Y hablamos del café pero en el párrafo anterior podríamos sustituir esa palabra por la de “té”. ¿Cuántos tés podemos tomar cada día? ¿Hay un tipo de infusión que sí beneficia a nuestro cuerpo o todas son malas? ¿Se puede tomar aunque sea con moderación? Y quien dice té o café, dice agua. Porque en los últimos años la tendencia es medir todo lo que se toma, la manera en que se toma, las horas del día en que estamos dispuestos a tomarlo. Y sobre todo cómo influye todo ello en nuestro organismo. Estamos dispuestos a contabilizar todo lo que tomamos o ingerimos pero no nos preguntamos si la calidad de lo que adquirimos y comemos es bueno o no.


Empecemos por el Café

Para empezar ¿cómo de beneficioso es el café? El café tanto si es descafeinado como si se toma molido o instantáneo, dicen que puede ser un buen aliado para nuestra salud cardiovascular. Tomado con moderación evidentemente. Contiene una sustancia llamada cafeína, que además es fácil de encontrar también en otras bebidas como el té y en otros alimentos como las nueces de cola, que se usan para obtener el sabor final de las bebidas de cola o las vainas de cacao, que se emplean para hacer productos de chocolate.  

La cafeína estimula el sistema nervioso central. Esto hace que nos sintamos más despiertos o con más energía. Pero además la cafeína es también un importante diurético y aumenta la liberación de ácido en el estómago. Lo que en cantidades nada moderadas puede hacer que tengamos malestares estomacales o acidez. Puede aumentar asimismo la presión arterial e interferir con la absorción de calcio en el cuerpo. Si se toma demasiada cafeína podremos padecer insomnio, ansiedad, dolores de cabeza, temblores y a la larga, dependencia. Porque como dicen algunos sin calibrar realmente la expresión que utilizan: estar “enganchado” al café no es en realidad, nada bueno. 


El Té también contiene cafeína

Si en lugar de café somos más de té, debemos saber que este contiene también cafeína, pero junto con la sustancia L-Teanina. La proporción de la primera disminuye por lo que sus efectos sobre nuestro organismo son menores. Tomemos té negro, té rojo, té azul o té verde, debemos tener en cuenta que la proporción deberá ser siempre moderada. Entre las variedades de té verde encontramos el matcha, muy solicitado en la actualidad, considerado por muchos como un superalimento. ¿Y qué proporciona este tipo de té frente a los demás? Que el té verde matcha tiene un alto poder desinflamatorio, ayuda a reducir el estrés y disminuye el riesgo de padecer cáncer, por ejemplo. 

La popularidad del té matcha proviene de los monjes Zen de Japón, que lo consumían durante sus largas jornadas de meditación y con el que percibían sus propiedades relajantes. Se relajaban pero podían concentrarse sin alterar su estado nervioso en exceso. 

El té matcha contiene 5 veces más de L-Teanina (ayuda a concentrarse y a inducir en el cuerpo un estado de calma y relajación, todo al mismo tiempo), ayuda a mantener los niveles de energía en el cuerpo al contener teofilina (una forma de cafeína), aporta gran cantidad de antioxidantes y fortalece el sistema inmunológico. Además reduce el riesgo de padecer diabetes tipo 2 y previene diferentes tipos de cáncer como el de próstata, vejiga, mama o colon. Por último, el té matcha acelera el metabolismo por su gran contenido en fibra. Como en el café, el té marcha puede ser un gran aliado en nuestro cuidado de la salud pero en dosis moderadas. La exageración como en todo lo demás, no es saludable. Sin más. 


Tés fermentados o la Kombucha

¿Y qué ocurre con otras bebidas como los tés fermentados o Kombucha? Para muchos han sido un gran descubrimiento al sustituir las bebidas azucaradas y carbonatadas, pero aportando al organismo un alimento más saludable sin tener que prescindir del “refresco” de turno. La Kombucha no se sabe si tiene origen en Japón, Rusia o China. 

En lo que sí están todos de acuerdo es que llegó a Europa en el siglo XX y no se ha popularizado su consumo hasta prácticamente hace dos días. Contiene acetobacterias y levaduras que pueden ayudar a la digestión y a la vez, actuar como antibiótico, antioxidante y antibacteriano. Asimismo puede favorecer la conservación de alimentos. En dosis moderadas puede ser muy buena, pero en exceso no. Sin embargo como excepción, se desaconseja el consumo de Kombucha a personas con enfermedad hepática o renal, a personas con el sistema inmunitario débil o incluso a pacientes diabéticos. 


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