Este 8 de marzo ha amanecido lluvioso en prácticamente toda España. El temporal lleva sorprendiendo días, porque en febrero se vivió una primavera anticipada, nada corriente. Pero ya lo dice el refrán: “marzo ventoso… y abril lluvioso, harán a mayo, florido y hermoso”. Y ventoso está siendo, sobre todo en lo que concierne al feminismo. Pues como lleva ocurriendo desde hace varios años, cada vez se ve más la grieta que, dicen, está partiendo en dos el movimiento por la lucha de la igualdad de las mujeres.
Casi 40 marchas salieron desde varios puntos de España este 8 de marzo, Día de la mujer. Marchas autorizadas en diferentes ciudades y pueblos. La Ministra de Igualdad, Ana Redondo, ha hecho un llamamiento para que todas las mujeres salgan a la calle y se unan al movimiento. “Aún queda mucho por hacer”, ha dicho. Y, sencillamente, queda tanto por hacer como por unir. Porque sin unión, no hay fuerza y quizá, tampoco un movimiento que realmente haga de peso para mover cambios a nivel general.
Por lo pronto, han sido varias las organizaciones las que han convocado, con lemas distintos y con objetivos también diferentes. Desde el Movimiento Feminista, por ejemplo, se han centrado en el lema que afirma que “la prostitución no es un trabajo. ¡Abolición ya!”. La Comisión 8M prefiere centrar sus gritos en “Patriarcado, Genocidios, Privilegios #SeAcabó”, a lo que también han unido este año las protestas para que cesen las violaciones de los Derechos Humanos en Gaza. Otros lemas rezan “El feminismo abraza a todas” o “Mujer, paz y abolición”. Pero aunque muchos dicen que “en la variedad está el gusto”, esta macedonia de lemas y de organizaciones sólo demuestra que, como comentan de la propia izquierda, si se atomizan los mensajes, si no existe unificación, difícilmente se va a conseguir cambio alguno.
Novedad en este 8 de marzo: anteproyecto de Ley contra la trata
El 8 de marzo también ha traído novedades legislativas. Pues se ha reactivado un anteproyecto que aún estaba latente: anteproyecto de la Ley integral contra la trata, anunciado sin demasiado aspaviento por el Gobierno y que promete proporcionar residencia a todas aquellas víctimas de la trata que hayan llegado a nuestro país. La mayoría de las víctimas son extranjeras y mantienen una situación irregular. Además, se les proporcionarán también permisos provisionales de residencia, así como también de trabajo. Además de que contarán con varias ayudas sin necesidad de que hayan hecho una denuncia previa. Ayudas como la del Ingreso Mínimo Vital.
Una ley que, en palabras de la Ministra de Igualdad, Ana Redondo, no es, para nada “punitiva” y “está centrada en la protección de las víctimas”. Las protegerá de la explotación laboral, de los matrimonios forzosos. Y es que, tal y como se expone en la propia Ley, “A menudo se habla de la trata como la esclavitud del siglo XXI”. Pero la explotación y las redes organizadas que cada día mercadean con mujeres, niñas y menores en general, que traen engañados en muchas ocasiones bajo la promesa de un futuro mejor o la amenaza de que así deben ser las cosas, también es una manera de esclavizar. Y, como se explica ya desde la propia exposición de motivos, “a día de hoy no debemos olvidar que la persecución del delito y la lucha contra las redes organizadas son una forma más de protección a las víctimas de trata y explotación de seres humanos”.