Quiero ir más allá de la interesante noticia traída aquí por Susana C. Palomar en su artículo “Caso Ausbanc y Manos limpias” y señalar que, para mí, este es el mejor ejemplo de cómo funciona una SLAPP en estos tiempos. Para los no iniciados en estas insidiosas prácticas, apuntar que el concepto fue acuñado por dos profesores de la Universidad de Denver que, en los 80, lo definieron como «un pleito presentado por sujetos poderosos (por ejemplo, una corporación, un cargo público, un empresario de alto perfil) contra individuos u organizaciones no gubernamentales que hayan expresado una posición crítica sobre una cuestión sustantiva de cierto interés político o importancia social«. Y, que utilizaron ese acrónimo en inglés que podemos traducir al cristiano como «demanda estratégica contra la participación pública«. 

SLAPP: demandas contra personas que resultan molestas

Con una SLAPP se lleva ante los tribunales, bajo cualquier causa, a personas que, por su posicionamiento, por sus investigaciones o por lo que sea, resultan molestas a los intereses del demandante. Se hace para lograr algo a cambio, normalmente el cese en dicha conducta opositora. Dichas demandas aprovechan una situación de mismatch procesal y que los procesos judiciales son cada vez más caros, más largos y más inciertos –algo increíble en ciencia jurídica, lo que sin duda nos muestra la cara oculta del sistema- buscando la rendición previa del sujeto objetivo, al proyectar sobre el mismo que su empecinamiento le acarreará un perjuicio económico o reputacional inasumible. O su rendición por agotamiento físico y mental en el transcurso del proceso al enfrentarle a un «alud de papeles«, gracias a la mejor posición y/o a la mayor solvencia del demandante. 

La Sentencia Nº 235/2024 del Tribunal Supremo (TS) absuelve ahora a todos los implicados de Ausbanc y Manos limpias de varios delitos de extorsión y estafa que, entonces, en la Audiencia Nacional (AN), les habían supuesto condenas de cárcel. Ahora, curiosamente, los magistrados del Supremo no encuentran ni la intimidación necesaria para la extorsión ni tampoco el engaño imprescindible para la estafa. Y aciertan. Y ponen el foco en una AN que, no obstante, sí los encontró… aunque no existieran. Sin embargo, el destino marcado por la AN al final se ha cumplido y eso es lo perverso de un sistema lento y manipulable políticamente.

De poco va a servir ya que el TS señale que las acciones ejercitadas por Ausbanc y Manos limpias fueron lícitas, o que precise que “varias de las mercantiles supuestamente extorsionadas forman parte del Ibex 35 y todas ellas, al tiempo de producirse los hechos, constituían entidades financieras de significada magnitud económica. Se trata de potentes sociedades que disponen, en consecuencia, para la realización de sus fines, de especializados servicios jurídicos y suficiente cobertura económica para encarar con plenas garantías acciones, civiles o penales, frente a la publicación de informaciones que pudieran resultarles, en cualquier sentido, indebidamente perjudiciales”.

Con la SLAPP los poderosos aparecen intachables ante la opinión pública

Estamos, pues, ante una SLAPP inicial de Ausbanc y Manos limpias dirigida fundamentalmente contra bancos individualmente significados por sus prácticas abusivas frente a los consumidores, interpuesta no para limpiar el mercado y salvar a los consumidores sino para potenciar el negocio de los demandantes. Después tenemos otra SLAPP, esta vez del lobby bancario, que a los segundos los dejó con las manos muy sucias y a los primeros sencillamente los destrozó. Doble SLAPP y punto para la Banca. Y es que, con las SLAPP, siempre gana el más fuerte. Manos limpias y Ausbanc les torcieron el brazo a varias entidades, pero todas juntas les rompieron la madre a ellos.

No será la última vez que veamos SLAPP en España. Hace relativamente poco el Futbol Club Barcelona lanzó varias SLAPP contra los periodistas que sostienen el «Caso Negreira» en los medios y, más recientemente aún, Vozpopuli anunció haber salido indemne de la SLAPP lanzada contra ellos por PLUS ULTRA –la rescatada ya sabemos cómo con 53M€ de dinero público- que le pedía 4,6M€ por la vulneración de su derecho al honor por las criticas sobre el dudoso cumplimiento de los requisitos legales para ser acreedora de tan generosa «ayuda pública«.  

En definitiva, tenemos que saber que detrás de una demanda lícita puede esconderse una SLAPP y que éstas, en el fondo, atacan el buen funcionamiento de la democracia porque la sociedad requiere de esa libertad de acción y de esa libertad de prensa que faciliten los datos que necesita conocer para controlar a los imperantes y su séquito. La SLAPP persigue todo lo contrario. Con la SLAPP, los poderosos aspiran no solo a tapar su crimen sino a aparecer limpios e intachables ante la opinión pública. Necesitamos una iniciativa legislativa para crear una «moción anti-SLAPP» que permita a los jueces proteger a los ciudadanos y a los medios de estas acciones contra la participación pública, permitiendo desestimar ese tipo de demandas al inicio del proceso. Hasta que llegue ese día, si te enfrentas a una SLAPP no dudes en esgrimir, lo primero de todo, tú propia «moción anti-SLAPP».  


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