SÍNDROME DE MUNCHHAUSEM

-Me han diagnosticado depresión-dijo la joven a su mejor amigo.

-Oh, vaya. Pues anímate un poco, que seguro que así te recuperas antes.-Respondió, acariciándose el brazo.

-Ya, gracias. ¿Qué te ha pasado en el brazo, que lo tienes escayolado?

-Me caí por las escaleras y se me partió.

-Oh, vaya.-Contestó la joven.-Pues ponte a hacer pesas, que seguro que así te recuperas antes.


Las enfermedades mentales no sólo son más difíciles de detectar, sino que les rodea un estigma social que las invisibiliza e incluso las romantiza. Podemos verlo, por ejemplo, en Redes Sociales: cuando se hace de los trastornos alimenticios un juego, un ritual e incluso un colectivo cuyas participantes (en su mayoría chicas jóvenes, aunque también hay hombres de todas las edades) se ayudan entre sí a potenciar los desórdenes alimenticios, llamando a la Anorexia Nerviosa ANA, y MIA a la Bulimia, considerando que es propio de chicas frágiles y perfectas (se califican como “princesas”).

Actualmente hay una lucha diaria que va de un extremo a otro: las víctimas de sus trastornos mentales que no pueden avanzar (bien porque no tienen la ayuda que realmente necesitan o porque se han estancado) y quienes desprecian o prejuzgan a los enfermos, desvalorizando su grave situación (como hemos podido comprobar en el pequeño diálogo del principio del artículo, considerando erróneamente que la depresión se resume “a estar triste”).

Las enfermedades mentales son algo explosivo: si no se detecta a tiempo o si no se recibe la atención necesaria, pueden destruir ya no sólo a quien lo padece, sino a todo su entorno.

Es el caso del síndrome de Münchhausen (síndrome de Münchhausen por poderes), calificado de maltrato infantil. El cuidador del niño (con frecuencia la madre) inventa síntomas falsos (o provoca síntomas reales) para que parezca que la criatura está enferma.


Pero, ¿a qué se debe?

En un informe de principios de año de 2006 del servicio de pediatría del Hospital Virgen del Rocío, los investigadores F. de la Cerda Ojeda, T. Goñi González e I. Gómez de Terreros aportaron  la  experiencia  de  6  casos diagnosticados  en  los  últimos  ocho  años, explicando que  “en  todos  ellos  el agente  causal  fue  la  madre,  generalmente  de  bajo  nivel socioeconómico,  con  desestructuración  importante  del núcleo familiar y hasta en el 50% de los casos con alteraciones en la personalidad”.

El síndrome de Münchhausen exige un constante diagnóstico
Siempre hay un constante diagnóstico

Sin embargo, esto no es más que un patrón concreto de un estudio puntual. Es difícil generalizar el motivo por el cual la persona abusadora padece de este síndrome tan destructivo para los niños que tiene a su cargo.

A diferencia de quienes inventan enfermedades para lucrarse a costa de la bondad de los demás (como el caso de Paco Sanz), el síndrome de Münchhausen por poderes busca someter al niño que es objetivo de quien padece este desorden mental, por cuestiones emocionales, o porque simplemente desean atención.

Pese a esto, Marc Feldman, miembro de la Asociación Americana de Psiquiatría, aseguró que en los casos de Munchausen por poderes, el cuidador del niño no sólo busca atención y simpatía, sino también “beneficios del gobierno, apoyo por discapacidad, medicamentos… Pueden estar detrás de una gran cantidad de ganancias tangibles, además de la atención”.

El caso más famoso es el de Clauddine ‘Dee Dee’ Blancharde y su hija Gypsy, la cual asesinó a su madre por mediación de su novio, debido a que le hizo creer toda su vida que estaba enferma.

Todo comenzó unos meses después del nacimiento de Gypsy: su madre sospechó que la niña padecía el síndrome de apnea obstructiva del sueño. Posteriormente siguió una larga lista de enfermedades, las cuales incluyen: problemas genéticos, asma severa, epilepsia, distrofia muscular (obligándola a ir en silla de ruedas), alimentación a través de una sonda, la necesidad de realizar varias intervenciones quirúrgicas por (spuestos) problemas de vista y de oído, la extirpación de las glándulas salivales por una excesiva secreción y la prohibición de salir a la calle bajo la excusa de padecer un retraso cognitivo.

Según algunos expertos, en este caso se trata del síndrome de Münchhausen por poderes (y no síndrome de Münchhausen a secas), también denominado ‘trastorno ficticio impuesto’, dado que el papel del enfermo fue ‘delegado’ a la hija. Una historia de lo más trágica: Gypsy afirma sentirse más libre en la cárcel que cuando vivía con su madre, y también frustrada, porque ninguno de los médicos que visitó denunciaron su situación ni vieron que estaba completamente sana.

La madre de Gypsy se dedicaba a exponer a los médicos los supuestos síntomas y enfermedades de su hija, a viva voz. Cuando el médico pedía referencias, la madre respondía que había perdido todos los papeles e informes en el huracán Katrina (tormenta que les había afectado años antes, e incluso destruido su casa según contaba). Si los resultados de las pruebas que el doctor realizaba a la niña no eran del gusto de la madre, ésta abandonaba la consulta y buscaba a otro médico.

Aunque el caso terminó en desgracia para ambas mujeres (sufrimiento prolongado de Gypsy debido a los constantes abusos y tratamientos innecesarios, y el asesinato de su madre, quien, recordemos, padecía una enfermedad mental) y mediáticamente sirvió para dar la voz de alarma en el sistema sanitario y su corrupción –de al menos EEUU-, la historia ha vuelto a repetirse recientemente.


Operado 13 veces por cáncer y otras enfermedades: fraude abusivo

Christopher Bowen, de ahora 10 años, visitó más de 300 veces todo tipo de consultas médicas y sobrevivió a 13 operaciones durante sus primeros 8 años de vida. Incluso llegaron a ponerle una sonda de alimentación y un dispositivo de oxígeno, igual que a Gypsy.

La madre de Christopher llegó a inventarse que su hijo padecía no sólo cáncer, sino un trastorno genético y convulsiones, entre otras dolencias.

También hizo de la (ficticia) situación de su hijo una causa pública: llegó a organizar un evento ciclista tras afirmar que el niño tenía una malformación llamada arteriovenosa, con la esperanza de recaudar 30.000 dólares. En aquel momento, la madre aseguró que su hijo tenía “problemas para respirar, básicamente, sus pulmones y su cuerpo no obtienen el oxígeno que necesita, por lo que se cansa; no puede jugar tanto como los niños normales, y no sabemos cuánto tiempo Christopher vivirá con AVM”.

Finalmente, Kaylene Bowen fue sentenciada a seis años de prisión, después de que se declarase culpable del daño hecho a su hijo.

El síndrome de Münchhausen es una enfermedad mental.
Síndrome de Münchhausen: grave enfermedad mental

La denuncia llegó gracias a una queja de los servicios de protección infantil, documentada con los informes de los hospitales de Houston y Dallas, que sospechaban del comportamiento de la madre.

A día de hoy existe un debate entre la comunidad psiquiátrica sobre si el síndrome de Münchhausen es una enfermedad mental o un tipo de abuso infantil, pero lo que sí está claro es que los niños que están sujetos a ello pueden sufrir graves consecuencias. No sólo porque los tratamientos médicos son innecesarios (y por tanto, de extremo peligro) sino por el abuso emocional que padecen (tienden a sufrir depresión y trastorno de estrés postraumático). Sólo en Estados Unidos se descubren entre 600 y 1.200 casos cada año, necesitando un promedio de 14 a 15 meses para descubrirlos

Por otro lado, el sistema médico descentralizado de EEUU permite a los tutores de los niños cambiar de médico para evitar sospechas, y continuar fabricando historias y diagnósticos al médico interesado: poderoso caballero es don Dinero.


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