Aunque parece una broma ha sucedido en Cantabria. Los nuevos trenes de cercanías que debían estar ya circulando permanecen guardados a buen recaudo en Santander. No pueden arrancar porque no caben por los túneles que han de atravesar. Conocida la insólita noticia todos los que tienen algo de responsabilidad en el escándalo se echan la culpa los unos a los otros. Miguel Angel Revilla, el presidente de Cantabria que pasa más tiempo en El Hormiguero que en su despacho, salió raudo a la palestra diciendo que ”tienen que rodar cabezas”, agarrando con fuerza hercúlea la suya. La ministra de Transportes, Raquel Sánchez y los presidentes de Renfe y Adif colocados por Pedro Sánchez, eludían responsabilidades, aunque la señora Sánchez anunciaba el sábado “ceses inminentes”.
Vayamos con Revilla. Cuando gobernaba Rodríguez Zapatero, el ministro José Blanco al que llamaban Pepiño, le toreó con el AVE que nunca llegó a la Comunidad. Y ahora después de haber pregonado a los cuatro vientos que gracias a su trabajo y esfuerzo se iban a renovar los trenes de cercanías en Cantabria resulta que cuando llegan los convoyes estos no caben por los túneles. La empresa fabricante de los convoyes -CAF-, dice que los construyó adaptando sus medidas a las que le facilitaron el Ministerio de Transportes y el Gobierno de Cantabria. Sí, el que preside Revilla.
El escándalo de Revilla y los trenes
No sé si rodarán cabezas pero tengo claro que de rodar alguna no serán ni la de Revilla ni la de la ministra. Por ahora lo que es seguro que no ruedan son los trenes, para desgracia de los ciudadanos cántabros. Este enésimo escándalo cántabro debiera llevar a Revilla a irse a su casa. Pero no, el seguirá acudiendo a El Hormiguero a reírse con Pablo Motos. Y a repartir anchoas mientras los cántabros siguen esperando que los trenes puedan circular, porque los trenes se han pagado. Y no los ha pagado Revilla, se han pagado con dinero público.
El presidente Pedro Sánchez recién llegado de Marruecos, donde el autócrata le dejó tirado, presumía de presidir una España “en la que los servicios públicos funcionan”. A ver como explica en la Unión Europea, que nos suelta mucha pasta, que se fabrican trenes que no caben por los túneles. A ver si nos quedamos sin los famosos fondos Next Generation, muchos de los cuales están ligados a proyectos ferroviarios. Pero en Cantabria los cántabros seguirán teniendo unos trenes de cercanías infumables y Revilla seguirá siendo presidente. Ni ruedan los trenes ni ruedan cabezas.