REVILLA CUMPLE 80 Y LLEVA 40 VIVIENDO DEL DINERO PÚBLICO

Miguel Angel Revilla cumplió el pasado lunes 80 años. Lo celebró asistiendo de nuevo al programa El Hormiguero, donde acude habitualmente con programas a su gusto. La mitad de su vida, o sea, los últimos 40 años, lleva Revilla cobrando del dinero público, desde que en 1983 fuera elegido diputado en el parlamento cántabro. Un récord difícilmente superable.

Cuando era joven y España vivía bajo la dictadura de Franco, Revilla militó en la Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (las JONS), el llamado Movimiento Nacional. El único partido político legal entonces en España. También se afilió al Sindicato Vertical donde llegó a ser delegado en Torrelavega. Muerto Franco dejó de ser franquista y gusta de dar lecciones de democracia, de ética y moral a todo el personal. 

El presidente de Cantabria es un habitual de los platós de televisión. A los que acude con enorme frecuencia, siempre con alfombra roja, porque las cadenas aseguran que cada vez que aparece se dispara hacia arriba la audiencia. En sus comparecencias televisivas gusta de dar lecciones a sus colegas de la política, a los que reclama un comportamiento ejemplar que solo encuentra él en su misma persona. 

Estaría bien que el señor Revilla, que me dicen que no cobra por sus comparecencias en esas cadenas de televisión, comenzara por explicarle a los cántabros el tiempo que dedica a la televisión en detrimento de sus obligaciones institucionales. Lo cual, evidentemente, tendrá un coste y no menor. Si yo fuera cántabro querría saberlo. Como querría saber el coste de las latas de anchoa que va regalando allí por donde pisa. Y también la procedencia, si siempre se las compran al mismo proveedor o va cambiando de marca. 


Revilla es la viva imagen de la demagogia

Quico Alsedo publicó el lunes en El Mundo una fantástica doble página en la que contaba como Revilla le decía respecto a sus comparecencias televisivas: “Yo hablo de lo que me echen, de lo que sea con tal de vender Cantabria. ¡Lo que sea!”. No voy a llevarle la contraria a Revilla, porque se le nota que habla de lo que sea, aunque no tenga ni idea de lo que habla. Y respecto a que es para “vender Cantabria” hay que recordarle que por lo general lo que vende son sus libros.

Revilla tiene mucha autoestima. Se quiere mucho. Y le dice a Alsedo que “yo me doy cuenta de que tengo mucho sentido común, que digo lo que me sale y lo que me sale suele ser sensato, y la gente se identifica conmigo”. Y le gustaría presidir el Gobierno de España, “los andaluces me votarían como locos, y los catalanes me adoran”. Los que no se si le adoran, pero le votan son los cántabros. Es evidente que él se siente presidente vitalicio. Accedió a la presidencia en 2003 y hasta hoy. Excepto de 2012 a 2015, cuando el PP logró mayoría absoluta.

Revilla es la viva imagen de la demagogia. Tiene muchos tics autoritarios que probablemente le vengan de su militancia franquista. En noviembre de 2021 en plena pandemia pidió “que se vacune a todo el mundo, por las buenas o por las malas, por lo civil o por lo militar, y que se obligue a los no vacunados a quedarse en casa, encerrados a cal y canto”. Literal. Solo le faltó para hacer esas declaraciones ponerse la camisa azul con el yugo y las flechas. Y seguimos esperando a que nos explique como quería vacunar “por las malas”. Igual lo explica un día en El Hormiguero.

El demagogo Revilla en sus intervenciones públicas, es desde hace años un hombre indignado por la corrupción, por lo ataques a la libertad de expresión, con los políticos (supongo que estará indignado también consigo mismo). Su palabra favorita en su discurso indignado es “chorizos”. En una muestra más de ignorancia supina de lo que habla llegó a decir que le indignaba que las prisiones en España “parecen balnearios, con piscina climatizada, maderas de Australia, televisión en todas las celdas. Un lujo excesivo. A menudo vemos como hay quienes salen de la cárcel con mejor aspecto que con el que entraron”. Revilla no ha pisado una cárcel en su vida vista la descripción que hace de ellas.

Y respecto a la corrupción, tiene los ojos muy abiertos para denunciar la ajena. Y es ciego, sordo y mudo, como los monos de Gibraltar, para ver la propia. Son muchos los que han demandado explicaciones sobre las cuentas del gobierno cántabro bajo su presidencia, pero él hace oídos sordos. 40 años con el sueldo garantizado de dinero público. Y ahí sigue con sus 80, de tele en tele. Y anuncia que le queda mucho. Utilizando su propio lenguaje, escucho a Revilla de vez en cuando y me da la impresión de que no deja de vivir del erario ni por las buenas ni por las malas. Bueno, cuando no le elijan no duden que tendrá cola de empresarios ofreciéndole una pasta. Quizá, a lo mejor, alguno de una conservera de anchoas.


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