MÁS DE VINICIUS

Vuelvo con lo de Vinicius. Lo sucedido el pasado fin de semana en Valencia es muy grave. No es un hecho aislado y no fue cosa de dos aficionados valencianistas. Vinicius viene recibiendo ataques racistas intolerables desde que se inició la temporada en muchos estadios. El pasado domingo, antes de iniciarse el partido Valencia-Real Madrid, cuando el Madrid llegó en autobús al estadio los jugadores fueron recibidos por decenas de personas que gritaban “Eres un mono, Vinicius eres un mono”. No eran dos. Eran muchas decenas.

Iniciado el partido, lo de siempre, reiteradas faltas a Vinicius, y gritos inicialmente de “tonto, tonto” y después “eres un mono”. Seguro que algunas de las respuestas de Vinicius merecen reproche. El domingo, harto de que le llamaran mono, mirando a la grada dijo “a segunda”. Pero lo que Vinicius haga mal no es comparable o equivalente a la catarata de insultos racistas que él recibe ni puede justificarlos. No se meten con Vinicius reprochándole un mal pase o un fallo, sucede que con cada regate suyo empiezan los insultos por su color de piel y las comparaciones con los simios.

En Valencia los mismos que gritaron fuera del campo gritaron dentro. Solo cuando Vinicius identificó a uno de ellos el árbitro detuvo el juego para que por la megafonía se pidiera a los aficionados que cesaran en sus gritos racistas. Quizá los jugadores de ambos equipos debieron retirarse del terreno de juego. En Valencia fue donde un entrenador alemán del equipo local, Jupp Heynckes, hace ya años, se negó a que su equipo saliera al campo mientras en la grada se vieran banderas con la esvástica nazi. Una gren lección que fue muy útil para el fútbol español.


El Racismo y Vinicius: un gran problema en el fútbol español

Existe un problema en el fútbol español, en todos los campos. Es verdad que hemos mejorado, que el Real Madrid y el Barça dieron ejemplo acabando con la protección y ayuda a los Ultrasur y Los Boixos Nois. Pero después se crearon las “gradas de animación”, donde se refugian los ultras repudiados. En el Santiago Bernabéu, sentado en mi abono de la tribuna, recuerdo haber tenido un incidente por reprochar a unos jóvenes un cántico infame contra Pepo Guardiola habitual cuando uno de sus equipos juega en el Bernabéu. “Ay Guardiola, ay Guardiola, que delgado se te ve, primero fueron las drogas, hoy por Chueca se te ve”.

Una forma edulcorada de llamarle “drogadicto y maricón”. Cuando los de la grada de animación inician el cántico, muchos, en especial jóvenes, se suman, y el resto del Bernabéu no se lo reprocha, nadie les manda callar. Yo lo hice una vez y los reproches fueron para mí.

Escuchamos muchas protestas formales, muchas críticas al racismo o la xenofobia, comunicados estupendos, denuncias ante la Fiscalía, pero no pasa nada. Hasta la siguiente. Al margen de las sanciones que merezcan los que lo hacen y los clubes que les amparan, creo que si los jugadores, todos, y los entrenadores (como hizo Hiddink) que en el campo escuchan y entienden los gritos, se plantaran y se negaran a seguir jugando en esas condiciones, el problema desaparecería rápido. España no es racista, pero en España, como en muchos otros países, hay racistas, y en los estadios se expresan a sus anchas y contaminan un espectáculo maravilloso mientras la mayoría de los espectadores asisten silentes a los ataques racistas o xenófobos.

Vinicius fue valiente señalando a un espectador al que identificó que le llamaba mono acompañando el insulto con gestos simiescos. El partido estuvo detenido varios minutos. La tensión creció y al reanudarse el juego Vinicius terminó expulsado por sacudirle un manotazo en el rostro a Hugo Duro después de que este le agarrara por el cuello con reiteración.

El futbol español debe tomar medidas. La Liga, la Federación, los Clubes, los jugadores y las aficiones. En todos los campos. Existe un protocolo contra el racismo que tiene tres puntos: 1.- Parar el juego y pedir por megafonía que cesen los insultos racistas. 2.- Que el árbitro ordene a los equipos retirarse al vestuario hasta que cesen los insultos. 3.- Dar por perdido el partido 0-3 al equipo local. En Valencia, cuando Vinicius se plantó y señaló a uno de los que le insultaban, el árbitro activó el protocolo solo en el punto 1. Quizá debió seguir con el 2 y el 3. Y, desde luego, se echó de menos que la mayoría de la afición valencianista reprochara esos insultos racistas que, insisto, comenzaron antes de iniciarse el partido y antes de entrar al campo. No eran dos. Eran decenas.


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