MARLASCA Y LA MENTIRA DE MALASAÑA

Pues no, Madrid no es una ratonera mortal para los homosexuales. Y la agresión del domingo 6 a un joven de 20 años por ocho encapuchados que le grabaron en el culo la palabra “maricón” era mentira, tengo testigos. El mismo domingo sospeché del suceso. Conozco bien Malasaña. Un barrio como todos los de Madrid, donde los homosexuales se mueven con la misma libertad y seguridad que cualquier heterosexual. Como debe ser. Y no me encajaba ver a las cinco de la tarde de un domingo a ocho tipos caminando encapuchados por el barrio. En Madrid un homosexual puede practicar sexo como desee, siempre que sea consentido. Igual que un heterosexual. Pero la maquinaria propagandística se puso en marcha a todo trapo. Se señalaba especialmente a Vox como instigador pero también algunos a “la derecha”, así en general. A estos les vale todo.

El summum fue ver a Marlasca el periodista, en La Sexta el lunes, blandiendo un cúter y diciendo: “con este cúter, bueno con este no, con uno igual a este, le grabaron “maricón en una nalga a un homosexual en Malasaña ocho encapuchados”. Con un par de cojones. El “director de investigación” de La Sexta, con cara de poli malo, resulta que no solo no había investigado nada sino que se sumaba al coro acusador basado en una patraña.

Y se apuntaba el tanto de mostrarnos el arma del delito. Cuando compareció días después para contar que todo era mentira, no pidió perdón por habernos engañado, por haberse inventado que sabía con qué arma se había producido la agresión homófoba que nunca existió. Tenía la misma cara de poli malo que pone para hacerse el interesante y el investigador avezado cuando suele ejercer de portavoz de algunos policías amigos que con frecuencia se la meten doblada. La mentira, claro.

Resultó que la salvaje agresión homófoba de Malasaña era mentira. El chaval se había ido con otro sin decírselo a su novio y para evitar que el novio se enterara se montó la película macabra. Pero la Policía no es tonta y descubrió que todo era falso. Y ahí se cayó el relato que tan bien le venía a los “progresistas”. Ahora solo queda por aclarar si quien le grabó “maricón” en el culo lo hizo con su consentimiento o no. Porque si no fuera consentido habría una agresión homófoba hecha por otro homosexual. O quizá sea, a lo mejor, un caso de violencia machista. 


La mentira de los «Marlasca» para alimentar el miedo y el odio

Siendo grave lo de Marlasca el periodista, lo peor es lo de Marlasca el ministro. Sabiendo que los investigadores policiales estaban a punto de descubrir que todo era mentira, incluso el miércoles por la mañana seguía acusando a la derecha y a Vox de alimentar el odio y las agresiones homófobas. El ministro llegó a anunciar “detenciones inmediatas”. Sabedor ya de que todo indicaba que estábamos ante una patraña de un tipo que pretendía ocultar una infidelidad a su novio.

Y como broche al asunto, en plena oleada de críticas por el bulo del culo para desviar la atención, el ministro pone en marcha la detención de Hugo Carvajal. Ex-jefe de la inteligencia chavista escondido en España desde 2019 huido de la DEA, la agencia anti droga de los EE.UU., a quien se tenía localizado pero cuya detención no se ha llevado a cabo hasta que le ha venido bien al Gobierno para acallar las críticas por el escándalo y el ridículo gubernamental del bulo del culo.

Me dio la impresión de que para muchos la noticia de que todo era falso fue un mazazo. Sí, a ellos les iba bien para su agit prop ideológico. Yo celebro vivir en un país en el que los homosexuales no son perseguidos. Y en el que la violencia no es la norma. Pero a muchos les interesa la propaganda del miedo. Prefieren que sucedan hechos horribles a que no sucedan porque para su discurso político les encaja mejor. Ya sucedió con el espantoso asesinato de Samuel en La Coruña. Resulta que entre los presuntos autores había varios latinos. A los que lo dijimos desde el inicio porque lo habíamos comprobado. no como Marlasca el periodista, nos asaetearon en las redes sociales, con el “fascista” por delante. 

El ministro de Interior no desaprovecha una para acumular argumentos para su dimisión. Ordenó que le compraran con dinero público una cinta de correr para su uso y disfrute personal. Cesó al coronel Pérez de los Cobos por cumplir con sus obligaciones. Las cartas con balas y amenazas contra él, Pablo Iglesias y Reyes Maroto, de las que también dijo que eran cosa de “la extrema derecha”, sin haber sido capaz de localizar aún a los remitentes. Pero no, fue un perturbado mental de El Escorial. Y lo del acto de Vox en Vallecas, en la campaña de las autonómicas madrileñas. Donde ocultó durante días que dos de los detenidos por las agresiones a dirigentes de Vox resultaron ser escoltas de Pablo Iglesias, uno de los candidatos.

Y el informe falso contra Ciudadanos. Cuando en 2019 acudió con su propia pancarta a la manifestación del Orgullo Gay en Madrid y sus miembros fueron recibidos con hostilidad y violencia, incluyendo intentos de agresiones y lanzamiento de orines. Marlasca dijo que Ciudadanos tenía que “asumir las consecuencias de haber pactado con Vox”. Y filtró al diario El País un informe falso en el que se responsabilizaba a los propios miembros de Ciudadanos de provocar la violencia. Los policías que intervinieron denunciaron que se había elaborado ese informe, absolutamente falso, para tratar de salvar la cara al ministro. Pero ahí sigue Marlasca agarrado al sillón y Pedro Sánchez apoyándole.


El país más respetuoso hacia el colectivo LGTBI

Aunque los maestros del agit prop con Jorge Javier Vázquez de sumo pontífice (“el Madrid de la libertad ya no existe”), se han hastiado de decir que estas cosas pasan en el Madrid de Ayuso porque la extrema derecha fomenta el odio homófobo. Las autoridades y los odioadores profesionales del progresismo debieran haber esperado a que la investigación aclarara el asunto antes de poner en marcha la maquinaria ideológica. Esta gente no vive en Madrid. No pasea por Madrid. No conoce Madrid. Ni España en general. Es evidente que un solo caso ya sería motivo de preocupación. Y merece la repulsa más tajante pero los datos acreditan que somos el país más respetuoso hacia el colectivo LGTBI de los cinco grandes de la Unión Europea. Del total de los 27 somos los séptimos, por delante de Dinamarca u Holanda.

Según los propios datos de Interior, durante los últimos cinco años los “delitos de odio por orientación sexual” se han mantenido por debajo de 300. Es decir, 3 por cada 100.000 habitantes y somos casi 47 millones. En contra de lo que dice el discurso oficial del autodenominado “progresismo”, España no es un país en el que se persiga a los homosexuales por la calle y se les agreda de modo habitual o frecuente. Todo lo contrario. Esta denuncia falsa, tan perjudicial para las verdaderas víctimas de violencia homófoba, ha evidenciado además que vivimos en una atmósfera social peligrosa basada en mentiras que no van a ser verdad por más que se repitan. Y Marlasca, el ministro, al que además se le suponen conocimientos jurídicos, aporta siempre en estos casos, en vez de rigor y serenidad, una dosis extra de sectarismo y difusión de las consignas muy peligroso. 

En España hay homofobia aún en una minoría, sin duda. Y hay también españoles asesinos, atracadores, neonazis, extremistas de izquierda violentos, violadores. Como hay inmigrantes ilegales que violan en manada, aunque se cuente menos. Pero España padece un nivel de propaganda insoportable que se ocupa de fabricar hechos y argumentos para tener al personal en vilo y bailando al son que les interesa a unos pocos. Un gran error de los autodenominados progresistas. Porque un día va a ser verdad. Y si el estado de opinión importa más que la verdad, ese día a lo mejor nadie se lo cree. 

Por cierto, que no he escuchado a nadie del Gobierno o de “los progresistas” denunciar a una bloguera autodenominada “Soy una pringada”. En una entrevista que le hace Gabriel Rufián en su programa “La fábrica”,  a la pregunta de “¿qué hay que hacer con Vox?» responde: “matar”. Ese discurso de odio no le preocupa a casi nadie. Porque no hay la misma sensibilidad con unos odios u otros. El odio de los separatistas vascos en Alsasua o de los catalanes en tantos lugares, la imagen de una pistola nazi en un artículo de Pablo Iglesias… Todo este odio no merece un segundo de atención para los “progresistas”.  Ese odio debe parecerles bien. 

La patrimonialización por parte de la izquierda de la defensa de las minorías y la diversidad de género, convierte en enemigo a todo el que defiende estas causas si no milita con ellos de modo activo. Es muy grave utilizar los delitos de odio como un instrumento de propaganda. Y muy despectivo hacia los supuestamente odiados.

El bulo del culo, la mentira de Malasaña, es la guinda que si tuviera Marlasca una pizca de dignidad, le obligaría a dimitir. Cualquier día le vemos en La Sexta con el otro Marlasca, el del cúter, haciendo propaganda y ejerciendo de portavoz de los polis menos avezados. Porque al ministro además, le molan las cámaras, ocupar espacio en el escaparate de los titulares. Aunque sea basándose en patrañas.


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