LOS MENORES VÍCTIMAS DE LA PORNOGRAFÍA

En 2015 se descubrió en Tortosa (Tarragona) una trama de pornografía infantil en la que estaban afectados más de 105 menores. Siete de ellos tutelados por la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia, DGAIA. Se trataba de una de las mayores redes de pornografía infantil descubiertas hasta la fecha en España. Una banda compuesta por siete hombres que además protagonizaron escapadas de película antes de ser definitivamente detenidos. Dos de los encausados se fugaron a Francia en 2019 pero fueron descubiertos en mayo de 2021. Otro además sigue en busca y captura internacional. Los cuatro restantes ya han sido juzgados y encarcelados. Además, cuatro de ellos ya fueron detenidos con anterioridad por causas similares. Es decir, encima eran reincidentes. 

Y aunque Tortosa es a todas luces, el centro neurálgico de esta red de pornografía infantil, lo cierto es que las actividades de la misma estaban diseminadas por otras ciudades españolas como Vinaròs o Castellón. Incluso alguno de los miembros llegó a organizar encuentros en Marruecos y se le conoce actividad en países del sudeste asiático y en otros países de Europa.

El líder de la red de pornografía infantil, el cabecilla de toda esta banda de desalmados y pervertidos, ha reconocido todos los hechos que se les imputan. Ha dicho que efectivamente capturaban a menores. Los llevaban a pisos donde se les sometía a abusos y se les grababan vídeos e imágenes pornográficas a cambio en ocasiones de 5 euros como contraprestación. El líder de esta banda de bárbaros, dicen los medios, que parecía mostrar arrepentimiento pero reconoció que muchos de los menores daban su consentimiento para que se les grabase y para recibir a cambio esas pocas monedas cargadas de culpa. 


Menores vulnerables: los grandes olvidados por la sociedad

Jean Luc A., que así se llama este desalmado, ha reconocido todos los hechos por los que se le imputa. Y ha vuelto a poner el foco en la gran necesidad de atención que necesita nuestra infancia. Porque ya no son los grandes olvidados de la sociedad, como se ha podido ver en el último año y medio, sino que son los grandes afectados por el descuido y el abandono de quienes tienen que velar por sus derechos. Más de un centenar de menores, algunos tutelados, fueron objeto de prácticas dañinas, de abusos que no van a olvidar jamás. Son víctimas no solo de una banda de depravados sino del abandono general que cada día las instituciones e incluso la propia sociedad arroja sobre ellos. 

En esta trama, como en muchas otras que cada día salen a la luz, los malhechores y los abusadores no necesitan mayor descripción que las barbaridades que cometen. Esto ya es suficiente para describirlos. Sin embargo, parémonos en los menores. En este caso de Tortosa que ahora se juzga, los menores guardan semejanzas con las víctimas de otras muchas tramas y casos de pornografía infantil. 

Se trata de menores de edad (edades inferiores a los 13 años), en situación de vulnerabilidad. Eran menores vulnerables. Alguno de ellos se escapaban del centro en el que estaban tutelados para acceder al dinero y a los estupefacientes. Los miembros de la trama los premiaban a cambio de diversas prácticas sexuales y grabaciones. Preguntémonos: ¿qué papel jugó en este caso la Dirección de General de Atención a la Infancia y la Adolescencia de la Generalitat? ¿Y el centro de menores? Solo nos sale una única expresión: dejadez y abandono. 

Como ya sucedió en casos similares como en Baleares, los menores tutelados se escaparon y haciéndolo, corrieron un riesgo. Los no tutelados asumieron también el chantaje. Y aceptándolo, unos y otros, se convirtieron en víctimas de una red de pornografía. Una de las más grandes descubiertas hasta la fecha en nuestro país. Una muestra más de lo solos que se encuentran nuestros menores: los tutelados y los no tutelados. Los que son niños y los que han entrado ya en la adolescencia. Dentro de unos años seguirán siendo víctimas. Serán adultos con un daño terrible en la parte de su cerebro que gestiona sus recuerdos. 


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