LA PROSTITUCIÓN Y EXPLOTACIÓN INFANTIL

La prostitución infantil es un caso de menores constante. A diario, cientos y miles de niños se prostituyen en las calles de Tailandia, Brasil o República Checa. Según Unicef, son 1,8 millones los niños en el mundo que sufren este tipo de explotación. Llamada por algunos “explotación sexual comercial”. Y a nivel general se define como el uso de niños con fines sexuales, pero a cambio no solo de dinero sino de otro tipo de contraprestaciones. Algunas tan tristes como algo de ropa o un plato de comida.

La fundación «Más vida» explica dentro de su campaña «¿Y si fuera tu hija?» que “la mayoría de las víctimas de explotación sexual infantil son niñas entre los 3 y 17 años de edad. Son utilizados como mercancía u objetos en la industria del sexo”. Según otros informes, la prostitución infantil mueve en el mundo más dinero que el narcotráfico. Y quizá sea ésta y no otra la razón por la que no se erradica o se ponen las medidas suficientes para frenarlo. Si el dinero mueve el mundo ¿qué importan entonces los menores?


Prostitución: inacción de los gobiernos

La prostitución infantil está extendida por todo el mundo. Aunque hay zonas en las que abunda en mayor medida. También países en los que crece cada vez más como Camboya o Vietnam. Otros donde incluso se habla ya de una auténtica plaga nacional, como sería el caso de Tailandia. En este país, la explotación infantil y juvenil (explotación de menores) se acepta como algo habitual. Un lugar reconocido a nivel global como el paraíso para el turismo sexual. Y lo que es peor, las cifras no clarifican la magnitud del problema.

Pues mientras el instituto estadounidense «Protection Project» cifra en 12.000 el número de niños que son prostituidos en Tailandia, el propio país reconoce que podrían llegar en realidad a los 40.000 menores. La horquilla entre una cifra y otra es tan escandalosamente grande, que nosotros preferimos quedarnos con que el problema siempre es mayor de lo que parece. Pero cuando se habla de niños, las cifras son horrorosamente malas. De puertas para adentro, la prostitución infantil también se extiende en países europeos. El epicentro se encuentra en la República Checa. Aquí a pesar de castigarse severamente de manera oficial los casos de explotación sexual, niños en edad escolar reconocen sin pudor ver casos de explotación, prostitución infantil y abuso de menores en las calles de ciudades como Praga o Cheb. 

Así lo asegura Unicef, desde donde se considera que “el abuso infantil, incluida la prostitución, la pornografía, el tráfico de niños y niñas en Europa, especialmente en las fronteras entre el Este y el Oeste, tiene que ser un tema prioritario y ser combatido de manera intensiva”. El problema es la prostitución pero también la acción de los abusadores y la inacción de los gobiernos.


Consumidores de prostitución infantil

La prostitución infantil es un problema a ojos de cualquiera. Al fin y al cabo, son niños a quienes se les explota y prostituye. Niños y sexo no deberían estar dentro de la misma frase jamás. Pero pensemos que si existe prostitución infantil es porque existen también consumidores de este tipo de práctica sexual. 

El turismo sexual, denunciado de manera abierta y constante en ciertas zonas del Sudeste asiático, es también una gran lacra en algunas zonas de Sudamérica o de Europa. Y pese a que un 86% de los estados miembros de la ONU han firmado diversos protocolos facultativos contra la explotación sexual infantil, todavía queda mucho camino que recorrer para tratar de erradicar el turismo sexual. Tan problemática es la dejadez de los Estados para luchar contra este problema, como la inacción y la inoperancia contra los abusadores, los consumidores de prostitución infantil y los turistas que buscan el placer abusando de niños. 

Unicef habla de la necesidad de poner medidas como: “cooperación específica, más intensa y operativa en todos los lados de las fronteras para identificar y castigar a los explotadores de menores. En el caso de Europa, más entrenamiento policial en Austria y Alemania para identificar a las víctimas y tratarlas como tales, no como delincuentes o campañas de prevención en las fronteras”. Pero nos tememos que el problema es de tal calado que no va a ser suficiente. 

Lo primero es la protección de los menores. Lo segundo, la propagación de medidas que erradiquen de verdad el turismo sexual. Se deben de penalizar estas prácticas. Y lo tercero, concienciarnos que si la prostitución infantil mueve más dinero que el narcotráfico y éste tampoco tiene vistas de desaparecer, estamos robando a los niños del mundo su infancia en pos de dinero negro. Mientras a nivel internacional no se tome conciencia de la magnitud del problema, no podremos erradicarlo. Solo nos queda tratar de abrir los ojos a nivel individual y mejorar el mundo con pequeñas acciones que sí estén en nuestra mano.


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