LA CALLE, ¿DE QUIÉN ES?

Cuando Manuel Fraga mandaba en los guardias, con Arias Navarro de presidente, allá por 1976, los sindicatos y la oposición de izquierdas quería celebrar el primer 1 de mayo sin Franco, pero Fraga, ministro de Gobernación, prohibió cualquier manifestación y dijo, sin despeinarse: “la calle es mía” en respuesta a las quejas por la habitual represión policial a la oposición. Todos sabemos que la izquierda, que suele empezar por apropiarse de las palabras, se ha apropiado también de la calle. Y a la derecha le da como vergüenza salir a manifestarse por más razones que tenga para ello.

Viene esto a cuento de las convocatorias contra la amnistía que está trajinando Pedro Sánchez para delincuentes variados que le permita seguir gobernando cuatro años más. La izquierda es de gatillo fácil en lo de convocar a la gente en la calle cuando gobierna la derecha. Piensan que la calle es suya, como la verdad y el poder. A la derecha le da como cosa convocar a las protestas. Y cuando lo hace la izquierda se ocupa de masacrar a quien acude con el habitual “hay que parar al fascismo, la extrema derecha es un peligro”.


Manifestaciones contra la amnistía de Sánchez frente a sedes del PSOE

Este fin de semana ha habido varias manifas contra la amnistía de Sánchez convocadas frente a sedes del PSOE. Pero la Policía les ha impedido llegar a su objetivo. A la de Madrid acudió la ex presidenta de la Comunidad Esperanza Aguirre, y ha sido noticia. Y los reporteros no dejaban de pillarla y preguntarle. ¿Por qué Esperanza Aguirre no puede acudir, como una más, a una manifa sin que se considere raro? ¿Por qué genera chascarrillos y mofa? ¿Es que se considera una anomalía que gente bien vestida y bien peinada acuda a protestar contra un gobierno? Grande Marlasca, el Fraga de Pedro Sánchez, alejó a los manifestantes de buena parte de las puertas de las sedes del PSOE como aleja a la peña en el desfile del día de las Fuerzas Armadas. O en el juramento de la Princesa de Asturias para que no abucheen a Sánchez. 

La calle no era de Fraga, aunque un poco sí porque mandaba a los guardias, como la calle no es de la izquierda, aunque un poco sí porque la dominan incluso para el acoso al discrepante, al que llaman escrache o incluso jarabe democrático, siempre que el acosado no sea de los suyos porque entonces es fascismo.


La réplica amorosa a los antidisturbios

El activista Alvise Pérez ha aportado una novedosa estrategia para sortear los cordones policiales colocados por Marlasca para que los manifestantes no lleguen hasta las puertas de las sedes del PSOE: “Las muestras de afecto a los policías son legales. Abrazad a los policías”. ¿Uno de sus segudores le pregunta “y si el agente se resiste al amor? La respuesta de Alvise: “me quedo colgando hasta que se caiga al suelo. Cada agente lleva 25 kg de material, tiene que ocupar las manos en proteger su material, el cuerpo a cuerpo les perjudica, el casco es incómodo y reduce su visibilidad, tratarán de manteneros a distancia con vallas u otras barreras.

Hay que quitarlas e invadir su espacio de seguridad personal inferior a un metro para abrazarse a ellos y sentarse, arrastrándolo al suelo. Un agente con dos tipos de 80 kg abrazados es un agente neutralizado. Pasará a defenderse y usará la fuerza. El entrenamiento de los agentes es muy limitado, en el cuerpo a cuerpo no pueden usar la porra ni la escopeta, y nuestro propósito no es hacerle daño, es romper sus líneas y correr. Cada furgoneta lleva 5 agentes y un conductor. En Ferraz con tres lecheras y 15 agentes consiguieron frenar a 500 manifestantes desorganizados. Ellos habrían sido reducidos con 30 españoles amorosos y los más de 400 manifestantes de nuestro equipo habrían conseguido llegar hasta la meta y marcar gol”

La izquierda organiza manifas y estructura grupos para enfrentarse a la Policía con barricadas y otras tácticas que vienen de los años sesenta. La derecha no está acostumbrada y se ve incapaz incluso de llegar en manifestación hasta el lugar en el que han convocado al personal. Y ahora Alvise aporta la novedad que puede ser definitiva: la réplica amorosa a los antidisturbios. Si se le hubiera ocurrido a El cojo manteca la historia de las manifas en España sería otra muy distinta. Viva el amor. La calle es de los amorosos, y nosotros no lo sabíamos.


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