HIPERACTIVIDAD Y CONFINAMIENTO: SOMOS ADICTOS A LA ESTIMULACIÓN

adictos a la estimulación
Durante el confinamiento hemos necesitado estímulos más allá de lo que era habitual. Hemos experimentado hiperactividad. Con pantallas, redes sociales y Tecnología. ¿Somos adictos a la estimulación? Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un adulto es inactivo si realiza menos de 150 minutos de ejercicio a la semana. De igual manera, en niños y adolescentes este límite, para que sea considerado inactividad, se reduce a menos de 60 minutos de actividad física vigorosa o moderada semanal.
Sin embargo, el 14 de marzo de 2020, fecha en que se declara el estado de alarma en España, se pidió a la ciudadanía no salir de casa salvo para lo imprescindible. Esto implica irremediablemente inactividad, salvo para aquellos trabajadores de los sectores llamados esenciales que sí o sí, debían moverse cada día para ir de su domicilio a su puesto de trabajo.

De modo que, con el tiempo metido dentro de un cajón, a nivel general la tendencia en la sociedad española, que se veía entre las cuatro paredes de su casa, fue buscar tareas con las que agotar los minutos y las horas. Es decir, durante el confinamiento estuvimos necesitados de estimulación. Recibir más estímulos de los que venían siendo habituales. Porque a priori, teníamos todas las papeletas para ser inactivos durante el tiempo que durase el estado de alarma. Sin embargo, la mayoría decidió tener la sensación de que no podía parar, pero es que tampoco pudo hacerlo.


Ejercicio, cultura y mucha televisión

Durante el tiempo en que hemos estado confinados, hemos sido adictos a la estimulación. Así, en primer lugar, el ejercicio fue la actividad principal de muchos. Incluso a niveles tales que permitían cubrir en kilometraje una Maratón completa recorriendo el pasillo de cada casa. También otros optaron por la literatura y por leer sagas completas, un libro tras otro. Incluso otros tantos prefirieron ver series como si mañana mismo Netflix, HBO y tantas otras plataformas de TV digital fueran a evaporarse pasada la pandemia y desapareciera su oferta de mil y un canales que ver.

Asimismo, se podía visitar un museo de forma virtual, asistir a sesiones del Circo del Sol o ver temporadas completas de varias series de moda. Es más, algunos optaron por empezar un curso, aunque habría que preguntarles a todos ellos si a día de hoy han conseguido terminarlo. Por ejemplo, sobre esto último, la gráfica de Google Trends (herramienta que mide las tendencias de búsquedas en Google) marca un incremento considerable en las búsquedas de términos como “curso online”, “formación online”. Pero sobre todo, “curso gratuito online” en el periodo comprendido entre el 28 de marzo y el 24 de abril de 2020.


Hiperactividad relacionada con sobreestimulación

En consecuencia, durante un periodo de inactividad marcado por decreto al tener que quedarnos en casa, la población optó por dejar de ser inactiva. Decidió hiperactivarse. Ser adictos a la estimulación.Esto se explica porque, como afirman expertos en psicología, vivimos sobreestimulados y esa sobreestimulación se vio de repente encerrada en casa. Es decir, algo había que hacer. Así que, ¿por qué no llenar de actividad el tiempo de cada día?

Sin embargo, ser adictos a la estimulación tiene efectos nocivos sobre el organismo. Con todo esto, no sólo queda afectado el nivel psicológico y neuronal, sino también la salud en general. Del mismo modo, si el cerebro se sobreestimula, esos estímulos de más se reflejan sobre el resto del cuerpo porque éste ordena más acciones de las que deberían producirse en un estado normal.

Además, durante el tiempo en que hemos estado confinados también hemos tenido la oportunidad de parar. En consecuencia, de hacer un “kit kat” y recuperar el tiempo apostando por la llamada vida slow. En la mayoría de los casos, no se ha querido. ¿Somos adictos a la estimulación”.


Aumento del consumo de pantallas y redes sociales

Las nuevas tecnologías facilitaron esa sobreestimulación. No sólo porque la población en general aumentó durante el confinamiento su consumo de pantallas, sino porque Internet ofrecía un abanico inmenso de actividades que hacer. Según un estudio realizado por Multiópticas, el incremento medio fue de 3 horas más al día. El teléfono móvil se convirtió en nuestra segunda pantalla, sobre todo en población mayor de 55 años. Nuestros mayores se vieron de repente encerrados en casa sin más contacto con los suyos que las videollamadas que podían realizarse con facilidad más de una vez al día a través del smartphone.

Leímos prensa, consultamos datos de la evolución de la pandemia minuto a minuto, chateamos (WhatsApp fue una de las aplicaciones que más crecieron durante el confinamiento. Además, se estima que su uso se incrementó en más de un 700%) y abrimos nuevos perfiles en apps como Tik Tok que nos permitían agotar ese tiempo que preveíamos estar encerrados en casa. De modo que, sin darnos cuenta, estábamos acelerando el proceso de digitalización que hace algunos años, e incluso meses, los gurús estimaron se produciría en un intervalo no inferior a una década… Es decir, que lo que iba a suceder a 10 años vista, estaba ocurriendo en semanas.


La tecnología ha venido para quedarse

Como indica Carolina Hernández, Coach Ejecutiva Acreditada y Consultora de comunicación Interna, “si la sociedad actual ya venía realizando un gran consumo de las tecnologías, la pandemia provocada por el coronavirus ha acelerado aún más el proceso de digitalización. Durante las primeras semanas la incertidumbre fue la reina de nuestras vidas. Y las únicas formas de mantenernos en contacto con nuestros seres más queridos era a través de la pantalla de un dispositivo móvil”.

Una digitalización que ha venido para quedarse, no sólo a nivel personal sino también a nivel profesional, pues el debate del teletrabajo ya está sobre la mesa, así como la ley que marque las pautas para que se lleve a cabo a partir de ahora con las mejores condiciones tanto para empleador como para empleados.

Además, Carolina Hernández, apunta: “Tras el impacto inicial y pasados más de tres meses desde su inicio, podemos decir que la tecnología ha venido para quedarse: teletrabajo, reuniones digitales, formación virtual… todo permite que los seres humanos estemos más cerca e, incluso, podamos ser más eficientes a partir de ahora y proteger un poco más nuestro medioambiente”.


La necesitada desconexión

No obstante, esta nueva normalidad en hábitos de consumo digital no debería aplazar otros también necesarios como la desconexión (actualmente, tema candente con la futura publicación del RD que regulará el teletrabajo) o el autoconocimiento de uno mismo, necesario ahora y siempre. Es decir, parar para pensar. O lo que es lo mismo, detenerse con el objetivo de tomar aire y continuar caminando.

Asimismo, Hernández explica: “No debemos perder la conexión con uno mismo. La desconexión digital durante determinados períodos a lo largo del día es fundamental para mantener el equilibrio personal y desarrollar nuestra felicidad”. Con todo esto, ¿cómo hacerlo? Al contrario de lo que pueda parecer, la tarea no es complicada. Bastan unos pocos minutos para poder dedicarnos tiempo con tareas sencillas que nos sean satisfactorias.

“Dedicar un tiempo cada día para estar con nosotros mismos, hacer ejercicio, meditación o leer nuestros textos favoritos es fundamental para el equilibrio mente-cuerpo”, explica Carolina Hernández. Es decir, sin excesos, sin sobreestímulos, tan sólo pensando en desconectar de la pantalla para re-conectarnos con nosotros mismos.

“Dedicar tiempo a no hacer nada y dejar la mente en blanco ayuda a mejorar nuestro equilibrio interior y nuestro autoconocimiento. La meditación o el mindfulness son herramientas muy interesantes para desarrollar y mantener la serenidad y la calma interior. Si algo nos ha dejado claro esta pandemia es que debemos cuidarnos física y emocionalmente”, concluye Hernández.


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