El pasado sábado Israel se declaró en estado de guerra tras estallar de nuevo el conflicto entre Israel y Hamás. Guerra contra Hamás, lo llaman algunos. Y en realidad, es el recrudecimiento de un conflicto que lleva décadas activo, aunque ahora, bajo el humo de los bombardeos, otros prefieran llamarlo guerra. De hecho este conflicto que ya lleva muchas declaraciones de paz a sus espaldas ha mostrado estos días una violencia inusual, con ataques por aire y tierra, cohetes que, según algunos medios, han asolado la parte sur de Israel, llevándose por delante a miles de ciudadanos.
El epicentro del conflicto vuelve a ser Gaza. Y cada día se suceden los recuentos de víctimas y los ataques de unos y de otros. Pero Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí ya aseguró casi desde el principio que la guerra iba a ser larga y difícil. Dejando entrever que la rabia y la ira es también grande por lo que cualquier esperanza de alto el fuego en las próximas jornadas casi se convierte en una utopía. El ministro de Defensa israelí declaró este lunes que quiere que Gaza esté completamente sitiada.
Israel ha estado en conflicto desde 1948 con prácticamente todo el mundo árabe. Ha mantenido enfrentamientos con países como Egipto, Siria, Irak, Líbano o Jordania. Y desde 1967, tras atacar Egipto, Siria y Jordania se hizo con territorios como los Altos del Golán, la Ribera Occidental y Gaza, dejando una gran parte de la población palestina bajo su control.
Los ataques han sido constantes y el enfrentamiento se ha producido entre milicias y grupos armados. Por la parte palestina, el grupo Hamas, una organización política que es considerada por muchos países con Estados Unidos a la cabeza como un grupo terrorista. Fue quien perpetró este pasado sábado un ataque sorpresa desde la Franja de Gaza hacia Israel. También la milicia chií Hezbolá ha perpetrado varios ataques contra Israel en la zona fronteriza con Líbano, en el norte de Israel. Por parte de ambos bandos se ha producido la toma de rehenes y miles de víctimas mortales desde estos días. Y no parece que vaya a finalizar de manera próxima.
Entre las víctimas mortales, al menos siete periodistas. Algunos tantos también permanecen desaparecidos y varios han resultado heridos tras los ataques desde este sábado. También se están viendo afectados los suministros. Y prácticamente todas las zonas en las que se encuentran civiles están en serio peligro. Las autoridades de Gaza afirman que prácticamente el 60% de las víctimas de los ataques que llevan produciéndose desde el sábado, son mujeres y niños.
Un conflicto entre Israel y Palestina con intereses políticos y territoriales
Hoy la lucha entre palestinos e israelíes no se reduce únicamente al control de determinados territorios o zonas. Algunos expertos indican que los palestinos buscan el objetivo de que Jerusalén Oriental se constituya como la capital de su futuro Estado. Pero Israel, paralelamente, considera que su capital, por tradición, por historia y por justicia, debe ser también Jerusalén. Todo esto, pese a que la comunidad internacional se refieren siempre a Tel Aviv como capital del Estado israelí. Por parte de Israel, el sionismo parece estar detrás del deseo de crear un Estado judío y democrático en Israel, la tierra prometida del judaísmo.
No obstante, el conflicto es un hervidero de intereses territoriales e intereses políticos, pero todo ello entremezclado de tintes religiosos. Jerusalén ha sido siempre una ciudad clave para ambas culturas. Y a la vista está que no han sabido aprovechar lo común para convivir. Más bien han optado por confrontar.
Las organizaciones palestinas e israelíes llevan décadas enfrentadas, pero los países de alrededor no se dan de lado. Y aunque de manera diplomática tratan de apaciguar los ánimos de su población sin entrar de lleno en el conflicto, no pueden evitar posicionarse. El último, el rey Abdullah de Jordania, que ha declarado que no será posible la paz en Oriente Medio sin que surja un Estado palestino independiente junto a Israel. Por tanto, la única solución que el monarca ve viable es la creación y estabilización de dos estados que cohabiten y aprendan a convivir. El presidente de Turquía, Tayiq Erdogan, por su parte, ha advertido que si Israel se comporta como una organización y no como un Estado acabará siendo tratado como tal.
Algunas voces expertas dicen que es imperativo que se busquen soluciones duraderas para que el conflicto no se cronifique o, peor, vaya a más. A la vista está que soluciones a corto plazo no hay. Tampoco se sugieren. Como si interesase la intensificación del conflicto o la prolongación de un conflicto más en el mundo.
