EL INSÓLITO ATAQUE A LA LIBERTAD DE PRENSA DEL GOBIERNO Y SUS SOCIOS

El Gobierno y sus socios han formulado por escrito dirigido a la Secretaría General del Congreso de los Diputados un insólito ataque a la libertad de prensa. Critiqué duramente y me reitero en ello, el veto de Vox a periodistas de El País y La Sexta. Dos medios de cuya línea editorial discrepo radicalmente. Pero el escrito firmado por los jefes de prensa de PSOE, Unidas Podemos, ERC, PNV, Junts, EH Bildu, BNG, CUP, Mas País Equo, Compromís, Nueva Canarias y PDeCAT supera lo imaginable. Los jefes de prensa de estos partidos dicen que han observado “con preocupación” el comportamiento de “algunas personas” acreditadas en la sala de prensa del Congreso.

Dicen que “desvirtúan las ruedas de prensa y generan un clima de tensión que dificulta el trabajo del resto de periodistas. Lo que deberían ser comparecencias de actualidad parlamentaria se están convirtiendo en careos ideológicos. Es por ello por lo que consideramos intolerables las faltas de respeto que se han producido hacia el personal de algunos grupos parlamentarios que rompen el clima de cordialidad y decoro entre periodistas, políticos y personal de los grupos parlamentarios».

«Este modo de actuación no se corresponde con el código deontológico ni con los principios de actuación acordados por los y las profesionales del ramo. Por todo ello las y los jefes de prensa firmantes solicitamos a la Cámara tomar las medidas necesarias con el objetivo de restablecer el buen funcionamiento de las ruedas de prensa en el Congreso, sin poner en riesgo la libertad de información y el buen clima en la sala de prensa que, desde siempre, se venía produciendo”.


Censura a la prensa como solución a la incomodidad

Con un par. Y por escrito, el partido del Gobierno y sus socios y amigos pretenden implantar la censura en las salas de prensa del Congreso y expedir certificados de idoneidad para participar en las ruedas de prensa. Y pretenden purgar a los periodistas que les resultan incómodos o antipáticos. Es decir, todos aquellos que no practican el periodismo de rodilleras.

Cuando hablan de “algunas personas” se refieren a periodistas que no se la maman a ellas y ellos, que les hacen, como es su obligación, las preguntas que consideran convenientes. ¿A que cojones se refieren con “el clima de cordialidad y decoro entre periodistas y políticos”? El decoro siempre pero la cordialidad (según la RAE “amabilidad, sinceridad y afecto en el trato”) no entra en las obligaciones del periodista para con los políticos, a quienes no tenemos por qué tener afecto. Y ¿dónde figura que se hayan “acordado por las y los profesionales del ramo” unos supuestos principios de actuación? ¿Quiénes, dónde y cuando han acordado eso, señores jefes y jefas de prensa abajo firmantes?

Los periodistas que se precien no tienen nada que acordar con los políticos más que comparecer a sus tediosas ruedas de prensa. Tienen que hacer preguntas que cuanto más incómodas sean para los políticos, más interesantes resultarán a los ciudadanos. Estos y estas jefes de prensa confunden el respeto con el mamoneo. Pretenden que solo haya periodistas de cámara, comunicados y ruedas de prensa sin preguntas. ¿Quienes son esta banda de jefes de prensa para arrogarse la facultad de decidir quién es digno o no de acudir a una rueda de prensa?

“Tomar medidas para restablecer el buen funcionamiento”, dicen estos jefes de prensa. Probablemente ninguno de ellos sepa por más títulos que hayan obtenido que “del lado bueno de las cosas se encarga la oficina de prensa. De la neutralidad, los suizos. Del justo medio, los filósofos. De la justicia los jueces. Los periodistas nos encargamos de contar aquello que alguien no quiere que se sepa. El resto es propaganda. Y a un buen periodista nada le hace comprometerse tanto con una historia como saber que alguien le está mintiendo.

Oficio el de mentir en el que son expertos todos los abajo firmantes de este repulsivo documento entregado a la Secretaría General del Congreso. En la despedida del maestro de periodistas, Ben Bradlee como director del Washington Post, Meg Greenfiueld le dijo: “La cosa más importante que Ben ha llevado a cabo es hacer que el Washington Post fuera peligroso para la gente del Gobierno”. Pues eso, señoras y señores jefes de prensa.


El periodismo servilista «hinca la rodilla» ante los poderosos

La obligación de los periodistas es plantarle cara al poder, denunciar sus abusos y sus privilegios. Y muchos sabemos que se empieza a ser perseguido por atacar al poder. Y si no hay alguien que plante cara a los abusos, al final el poder te persigue tan solo por alabarle con insuficiente entusiasmo. Esta banda de jefes de prensa, del ramo de los jefes de prensa autocráticos, consideran que no deben existir las noticias sino los comunicados. Y no se han enterado de que el buen periodista trabaja siempre contra la versión oficial, contra el comunicado de prensa, contra esos mensajes dirigidos que nada tienen que ver con el periodismo que son pura propaganda. 

Este ataque a la libertad de prensa no va a tener ninguna consecuencia. Ninguno de los abajo firmantes de esa bazofia va a ser destituido. La presidente del Congreso debiera reaccionar para defender la aplicación del artículo 20 de la Constitución que garantiza el derecho de los ciudadanos a recibir información veraz.

No les basta con que sus jefes tengan el valor de responder a preguntas diciendo como Rufián o Balldoví: “usted representa a la extrema derecha y no le voy a contestar”. Estos progresistas de salón a todo el que no les baila el agua le lanzan que es de “extrema derecha”. No. Sus jefes de prensa han dado un paso más y por escrito. Y la presidenta del Congreso a por uvas. Mirando para otro lado cuando su obligación es velar porque en la Cámara no se violen derechos fundamentales, como el de cualquier periodista a preguntarle a cualquier señoría lo que considere conveniente. 

Y lo que más me entristece es que la reacción del periodismo, si es que existe aún el periodismo, ha sido calladita. Y ha estado dividida por cuestiones ideológicas. Quienes defendemos la libertad de prensa la defendemos siempre. Critico igual a esta banda de jefes de prensa que van a por periodistas y medios a los que ellos llaman de derecha, que a Vox por vetar a periodistas de medios que no le gustan. Si los periodistas no les tocamos los huevos a los poderosos no servimos para nada. Una cosa es el respeto, esencial siempre, y otra el arrodillarse ante los políticos y sus jefes de prensa. Eso jamás.

Les recomiendo a los firmantes del documento que dejen de autodenominarse jefes de prensa o equipos de comunicación y se llamen a sí mismos lo que son “aparatos de propaganda” o «jefes de manipulación”. Pero no pasa nada. La presidente del Congreso es de los suyos y se calla como lo que es: una inepta servidora de sus intereses particulares. No una servidora de los ciudadanos. 

Y por favor que dejen todos estos progresistas de la izquierda caviar de recurrir al espantajo de “la ultraderecha” para escapar de preguntas pertinentes y efectuadas con educación. Y de paso que se apliquen ellos a recomendar a sus jefes dejar de degradar el Congreso desde sus escaños con intervenciones insultantes y circenses en busca del tuit o el titular de última hora. La democracia y la libertad son algo muy serio como para dejarlo en manos de unos jefecillos de prensa que pretenden implantar la censura en el Congreso.


Y además…

Otra vez se ha liado con un humorista. Esta vez un tal David Suarez, a quien conocen en su casa a la hora de comer. Fue juzgado en la Audiencia Provincial de Madrid. El fiscal le pedía 1 año y 10 meses de prisión y más de 3.000 euros de multa y la inhabilitación del ejercicio de su profesión durante 5 años y en redes sociales durante el tiempo de su condena. Este cómico publicó un tuit el 18 de abril de 2018 en el que decía: “El otro día me hicieron la mejor mamada de mi vida. El secreto fue que la chica usó muchas babas. Alguna ventaja tenía que tener el síndrome de down”.

Vaya por delante que no estoy a favor de que se tipifique esto como delito en el Código Penal. Pero me sorprende la avalancha de cómicos, todos ellos de izquierda que han salido a decir que “solo era un chiste, un chiste”.  Vale. Un chiste según ellos. De entrada era un tuit. Y que yo sepa lo que se publica en Twitter no son chistes pero vale, era un chiste. En mi opinión hay que tener muy mal gusto y desconocer lo que es el humor para hacer ese chiste si lo era. 

Pero los humoristas tienen a la izquierda de su lado. No quiero imaginar que alguien de derecha publicara semejante tuit. A mi me parece que el chiste de este tal David Suárez no tiene ni puta gracia y creo, muy en serio, que para hacer este chiste hay que ser muy mal tipo. Lo he leído cien veces y no le encuentro la gracia por ningún lado.

Incluso me he planteado y esto lo dejo ahí para el feminismo institucional, si en realidad no fue un chiste sino un relato corto de un hecho real. ¿Qué les parecería la cosa? O que dirían si alguien hace un chiste de una violación o un abuso sexual. Puestos a ser graciosos solo le faltó a este imbécil decir que la chica era menor. Espero que no le condenen. Y también espero que alguien de su entorno le recomiende que se dedique a otra cosa porque para el humor no está dotado.

Por más que los que manejan el humor patrio hayan salido en su defensa al unísono, enfadadísimos, sobre todo desde Movistar y La Sexta. Es un chiste. Vale pues por favor que este tipejo no haga un chiste más en su vida. Porque no tiene la más mínima gracia. Imagino lo que habrán sentido y pensado sobre el humorista quienes tienen síndrome de down o sus padres o hermanos. Supongo que lo mismo que siento yo.


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