Las calles de las ciudades espaƱolas son una jarana de terrazas, chinos, botellones y obras. Y hay mucho personal que sigue sin querer saber que no deben tirarse cosas al suelo. En Madrid el viernes pasado, un barrendero perdió la vida como consecuencia de un golpe de calor mientras trabajaba en la Avenida de San Diego, en el Puente de Vallecas. El hombre tenĆa 60 aƱos. Se desvaneció en plena calle cuando los termómetros marcaban 39 grados. Cuando llegó el Samur se encontraba en el suelo, inconsciente y con una temperatura corporal de 41,6 grados.
Los intentos por reanimarle fueron en vano y fue trasladado al Hospital Gregorio Marañón donde ingresó en estado muy grave. Falleció al dĆa siguiente. Un drama. Los barrenderos quizĆ” es que no tienen nombre porque en ningĆŗn lado ha salido el de este hombre, ni siquiera sus iniciales. No es morbo. Solo interĆ©s por conocer su biografĆa, que la tendrĆ”, como la tenemos todos. Su lucha por ganarse la vida con el trabajo que nadie querrĆa hacer. Con frio o con calor, de dĆa o de noche. Con la ignorancia de todos y el desinterĆ©s. Aunque nos quejemos cada poco si las calles no las tenemos limpias, como si se limpiaran solas.
Este hombre dedicado a barrer la porquerĆa que repartimos por la calle, sĆ que ha ido de Madrid al cielo. Llevaba dĆas pasando un infierno en su jornada de trabajo con el uniforme. Yolanda DĆaz, esa polĆtica que se dice de izquierdas y que lleva una chapa en la chaqueta que dice āexisto, luego te jodesā, que cobra como ministra de Trabajo y que anda ahora montando un partido al que llama Sumar, salió rauda a declarar a los medios que querĆa enviar las condolencias a la familia del caballero. Y soltar que āla crisis climĆ”tica, cada vez mĆ”s, es incompatible con la vida. Nos toca hacer cambios profundos para protegernos y proteger al planetaā. Eso sĆ, mĆ”s rauda regresó a su despacho con el aire acondicionado a 19 grados.
Nadie parece mostrar interĆ©s por los barrenderos. Solo cuando circulas en coche y caes en una calle de una sola dirección detrĆ”s del camión de la basura, para cabrearte. Ellos trabajan con la calle como oficina haga frio o calor. Siempre con su uniforme y no reparamos en que el uniforme puede no ser adecuado en determinadas estaciones. Ni siquiera nos paramos a pensar si los horarios de trabajo de esta gente son adecuados. Y tiene consecuencias fĆsicas, en invierno y en verano porque trabajan a la intemperie. Hacen el trabajo que nadie quiere. Nadie le va a echar de menos excepto los suyos, claro. Porque los barrenderos forman parte de un paisaje urbano. No reparamos en ellos, en sus uniformes que los igualan, hombres y mujeres, en lo inadecuado del traje que les hacen portar.
Condiciones inhumanas pero la ministra de trabajo a lo suyo…
La obligación de āexisto, luego te jodesā es la de velar por los trabajadores, cada vez menos, en EspaƱa. Pero ella dice que la muerte de este barrendero es culpa de la crisis climĆ”tica. Y se queda tan fresca. No soy mĆ©dico ni experto en riesgos laborales pero he hablado con dos barrenderos madrileƱos que me han explicado sus quejas por el traje de trabajo que llevan y que no se les cambia en verano. Tiene muchos componentes de plĆ”stico, entre ellos las botas. Me explican que las dos cintas fluorescentes horizontales que portan a la altura del estómago āse calientan como un infierno, y cuando nos quitamos el traje las tenemos marcadas en la pielā.
En noviembre de 2021 el alcalde MartĆnez Almeida presentó los nuevos uniformes. O sea, que no son tan antiguos. Parece que nadie ha previsto que en dĆas como los que llevamos viviendo en Madrid en esta ola de calor, estos uniformes no son adecuados. Coloca a los barrenderos que los portan en situación de riesgo porque tampoco se modifican los horarios de trabajo.
Me lo cuentan atribulados, impresionados aĆŗn por el fallecimiento del colega, al que no conocĆan personalmente. Me advierten de que ācon estos trajes puede ocurrir otra desgracia. Soportar una ola de calor en estas condiciones es intolerableā. No sabemos si este hombre hubiera perdido la vida con otro uniforme, pero analizado el que llevaba me temo que sĆ. El uniforme es insoportable en estas condiciones. En Madrid o en Sebastropol. Si uno se ajetrea de traje en estas fechas ya se soporta peor el calor y el sol. Y los moteros, yo uno de ellos, soportamos el casco malamente porque ir sin Ć©l es un riesgo absurdo ademĆ”s de una conducta ilegal. Los barrenderos llevan con su uniforme un casco de plĆ”stico de cuerpo entero y pasa lo que pasa.
Va a quedar como un héroe urbano este hombre. Y se ha ganado el cielo claro, trabajando como servidor público. Pero en unas condiciones inadmisibles en lo público y en lo privado. Me cuentan estos dos barrenderos con los que hablo que el asunto lo han planteado ya a la jefatura varias veces pero que no les hacen caso. Y ahà siguen. Y la ministra que existe, luego nos jodemos, dedicada a restar en ese engendro al que llama Sumar y a desmarcarse de Podemos de cara a la próxima batalla electoral. Como para ocuparse de los barrenderos, que tendrÔn que joderse como todo quisqui porque existe esta ministra de trabajo que trabaja para lo suyo.
Y ademĆ”s…
- El estado de la nación es lamentable pero en el Congreso hicieron un debate para seguir cada uno con lo suyo. SĆ”nchez su Ćŗltima pirueta tras el desastre en AndalucĆa. El PP, con su lĆder de observador sin voz. Minusvalorando a su adversario y sin prepararse lo mollar del debate, lo económico. Los catalanes con su extorsión permanente a la que cede SĆ”nchez solĆcito, con RufiĆ”n de jefe de pista esta vez sacando balines diciendo que los habĆan traĆdo de Melilla. Como si el drama de lo sucedido en Melilla y en Nador fuera como para gracietas circenses en el Congreso. Bildu de arquitecto de la memoria democrĆ”tica de EspaƱa corriendo la raya de la dictadura hasta diciembre de 1983, con los GAL ya operativos. Y en este plan. La nación un desastre. Sus seƱorĆas a lo suyo, con el riñón bien cubierto. Existen, luego nos jodemos.
- Curioso debate el vivido esta semana tras conocerse que una chica mató de cuchillo a su novia por un asunto de celos. Los jerifaltes del feminismo institucional no se ponen de acuerdo y no sabemos si estamos ante un crimen familar, domĆ©stico, lĆ©sbico o de gĆ©nero, femenino claro. Lo que no hay duda es que, como escribe Angel Antonio Herrera, āeste asesinato en rigor es la aniquilación de una vida bajo el lema escalofriante de que enamorarse es atarse. La constatación una vez mĆ”s de que el amor que contempla la posesión estĆ” desoyendo el amor. Cuando morirse de amor solo debiera ocurrir mientras dura un boleroā. O una de Sabina, Angel.
- Se ha hecho pĆŗblica una estadĆstica que acredita que entre 2017 y 2019 descendieron un 40% la celebración de bodas, bautismos y primeras comuniones en la Iglesia Católica. Y han proliferado las opiniones crĆticas con la Iglesia. Se insiste poco o nada, en la labor asistencial de los religiosos, con CĆ”ritas a la cabeza, pero no solo con CĆ”ritas, en el cuidado de los mĆ”s vulnerables, una tarea solidaria innegable y mĆ”s que necesaria, que a partir de la vuelta del verano va a ser mĆ”s necesaria aĆŗn, con la recesión que se viene y las familias en la precariedad o a las puertas de ella.
- Parece que estĆ” cerca el pacto de PSOE y PP para renovar el Consejo General del Poder Judicial. Se siguen llenando la boca hablando de la necesaria independencia de la Justicia mientras afilan las garras para repartirse el botĆn. Porque la clave de esa independencia no estĆ” en la actividad jurisdiccional de cada magistrado, sino en el cónclave de polĆticos que controlan la institución, desde los nombramientos clave hasta la potestad sancionadora. Mientras el Consejo General se lo repartan miserablemente los polĆticos la Justicia no tiene arreglo. Y no hay indicio alguno de que vayan a dejar de hacerlo.
- Alvise PĆ©rez, analista polĆtico, estĆ” dejando en cueros a buena parte del periodismo patrio con las informaciones que estĆ” suministrando a travĆ©s de su canal de Telegram. Lo de Ferreras y Pastor (en La Sexta, como son muy guais, se llaman asĆ, por el apellido, incluso las parejas) en cualquier paĆs que funcione mĆnimamente les supondrĆa a ambos abandonar la cadena de TV para la que trabajan. AquĆ no porque los capos de la cadena forman parte de un sistema corrompido hasta el tuĆ©tano. Y SĆ”nchez sigue con los del puro. Manda huevos.