LOS IMPACTOS DE LA SEQUÍA EN ESPAÑA

Varias regiones en España acumulan más de 100 días sin que haya caído una sola gota de lluvia. La AEMET indica que nos encontramos ante una situación alarmante. Si no llueve en las próximas semanas, el mes de mayo marcará un antes y un después en la serie hidrológica de nuestro país. Será el auténtico protagonista de la sequía meteorológica que muchos están anunciando. Pero no es algo que haya surgido de hoy para mañana. El pasado año 2022 ya comenzó a anunciar lo que este 2023 ya se ha confirmado del todo. Y es que nos encontramos ante uno de los años hidrológicos más secos de las últimas décadas.

Según los últimos datos, los valores globales en torno a la cantidad de agua almacenada se encuentran por debajo de la media.  Y, de hecho, los embalses peninsulares se encuentran en estos momentos al 49% de su capacidad, según embalses.net. Las primeras semanas del mes de abril dejaron alrededor de 3 litros por metro cuadrado, superando con creces lo que ocurrió en 1995. Año en que se registraron 25 litros por metro cuadrado en lo que hasta ahora había sido el abril más seco. Si no llueve en las próximas semanas muchos cultivos se echarán a perder. Y en, consecuencia, muchos alimentos y productos de consumo subirán aún más si precio. Algo que, unido a la alta inflación, apretará sin remedio el bolsillo de los españoles.


La sequía afecta al cultivo y al precio de los alimentos

La sequía afecta a los campos, a los pastos, a los animales y a la naturaleza en general. Afecta también a nuestra salud pues la falta de lluvia agrava afecciones respiratorias, alergias y al aire que respiramos. Pero también afecta a nuestros bolsillos pues muchas cosechas acaban echándose a perder por la falta de agua. 

Esta escasez en las lluvias que estamos viviendo afecta en general a todo el país, pero especialmente se agrava en zonas como Extremadura, Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla y León o Murcia. En ellas, las cosechas de cereales como el trigo o la cebada podrían malograrse sin remedio. En lugares como Barcelona ya se habla de situación de prealerta y las administraciones se plantean la racionalización en el uso del agua, aunque de momento parece que no conllevará la restricción en el consumo de la misma.

Sin embargo, si no llueve se verán afectados también los olivares. Con ello, se encarecerá aún más el precio del aceite de oliva. Un sector en el que, por cierto, se prevé que caigan las ventas hasta un 50% en esta campaña. También quedarán afectados los cultivos leñosos como los frutos secos o los viñedos de secano. Pero además, otros cultivos de regadío como el maíz, el girasol, el arroz o el algodón también verán reducirse sus producciones. Consecuencia de la falta de agua, también será que los animales no puedan alimentarse, con lo que la sequía influirá también en el precio de los productos de origen ganadero y a la miel. Es más, algunos ganaderos se llegan a plantear la necesidad de matar ganado ante la imposibilidad de alimentar a todos.


La escasez de agua puede afectar a la producción de energía eléctrica

Pero hay más: la sequía se une a la crisis energética que estamos viviendo también en la actualidad. La falta de recursos hídricos afecta también a la generación de energía hidroeléctrica y a la refrigeración de las centrales nucleares, tal y como recogen en National Geographic. En algunos casos la escasez de agua puede llegar a afectar la producción de energía eléctrica hasta en un 70%, algo que afecta de manera directa sobre las zonas que depende casi en exclusiva de este tipo de energía. 

La energía multiplica su precio de coste y aunque nos esforcemos por cerrar los grifos o apagar las luces que no estamos usando en nuestra casa, esas pequeñas acciones ayudarán a ser más responsables con el medio ambiente y con la situación extrema en la que nos estamos encontrando hoy. Y quizá es algo que deberían reproducir las grandes empresas de energía, en lugar de vaciar embalses con regiones como Extremadura. 

Ojalá que llueva, aunque no café en el campo como cantaba Juan Luis Guerra. Las previsiones meteorológicas no auguran una primavera pasada con agua y ni siquiera encontramos frase en el refranero popular que nos ayude a perfilar un futuro algo menos alarmista que el que tenemos o podemos llegar a tener en estos momentos. ¿Quizá la siembra de nubes para que caiga lluvia aunque sea provocándola? Quizá. El cambio climático supone más de un quebradero de cabeza cuando vemos que sus efectos son devastadores en todos y cada uno de los rincones del planeta. 


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