CONDE PUMPIDO Y EL TRAJÍN DE LA AMNISTÍA

No se dejen engañar. El debate esencial sobre la amnistía que se está trajinando con delincuentes diversos Pedro Sánchez no es jurídico, sino político. La amnistía es solo fruto de la necesidad de votos de Sánchez para seguir gobernando España. No responde a una convicción del presidente, en funciones, o a una reclamación social mayoritaria. Y la está cocinando a espaldas de la opinión pública.

Sánchez lo controla todo. Es insaciable. Se ha hecho con el Tribunal Constitucional (TC), con el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), con el Tribunal de Cuentas, con el Consejo de Estado. Tiene a una obediente sierva de presidenta del Congreso de los Diputados, maneja el CIS, Correos, los principales medios de comunicación. Lo controla todo. Y este asalto dictatorial al poder lo ha consumado en solo cinco años. La Venezuelización de España sigue.

Pero vayamos a lo jurídico, que también tiene su miga. Juan Fernández Miranda, ilustre y admirado colega de ABC arriesgaba el domingo en un lúcido análisis político: “¿Qué pasaría si ante un Tribunal Constitucional que avalase la amnistía, y que incluso avalase la rebaja de las mayorías para renovar el CGPJ, los cuatro magistrados conservadores decidieran dejar de participar en los plenos rompiendo el mínimo quorum necesario (8) para que el TC pueda funcionar? Hoy es inverosímil”.


Pumpido ya ha anunciado que no se abstendría pero incurre en obligada abstención

El presidente del TC, Cándido Conde Pumpido, me cuentan mis espías en esa casa, ya ha anunciado a los miembros del Tribunal que si llegan recursos contra la amnistía (o sea, que la da por segura), él no se abstendría. La cosa tiene mucha miga de inmoralidad, porque Pumpido incurre claramente en supuestos de obligada abstención. El primero de ellos que está formando parte del equipo redactor de la ley de amnistía en la que tratan de eludir el término amnistía. Especialmente en la exposición de motivos. Pero además de esta causa de abstención, está su vinculación con el Gobierno. Como la de al menos otros dos de los miembros del Tribunal, Laura Díez, que fue directora general de Félix Bolaños y Juan Carlos Campo, que fue ministro de Sánchez.

Todo apunta a que Sánchez va a presentarse a la investidura el mes que viene. Aunque su sierva Francina Armengol tiene cerrado el Congreso y no le ha puesto fecha como a Feijóo, la actividad negociadora de Sánchez y sus sicarios no cesa. Ya tiene amarrado, no sabemos aunque intuimos a cambio de qué, el voto de los diputados de EH Bildu, los orgullosos herederos de la banda terrorista ETA. Los golpistas de Junts se están poniendo estupendos y desde Presidencia filtran a los medios que la cosa no está clara aún. Pero Puigdemont necesita la amnistía sí o sí porque sin ella pueden empapelarle en Europa y él quiere regresar a Cataluña como un héroe. Supongo que no lo hará escondido en el maletero de un coche como se fue tras declarar unilateralmente la independencia durante 30 segundos.


Sánchez no admite decencia solo obediencia ciega

Sánchez y los suyos, con Conde Pumpido de cabecilla, está trabajando en la redacción de una ley que sortee el término amnistía. Han hablado de alivio penal y otras sandeces equivalentes, pero si quieren los efectos de una amnistía lo van a tener crudo por más que Pumpido se manche la toga con todas las mierdas del camino de ciscarse en el Estado de Derecho, que es lo suyo.

Pumpido transmite confianza a Sánchez de que cuando llegue un recurso al TC que él preside tiene la cosa controlada, pero me cuentan mis fuentes jurídicas que aunque el sector autodenominado “progresista”. O sea los que están ahí por ser de izquierda y dispuestos siempre a obedecer a Sánchez, avalará la ilegalidad, podría haber alguna sorpresa. Están recibiendo muchas presiones de gentes de prestigio y de socialistas de toda la vida advirtiendo la quiebra del estado de Derecho que ello supondría. Son conscientes del cabreo de muchos españoles, y no cabe descartar que no tenga Pumpido todo atado y bien atado. Me parece improbable, pero posible. 

Cada día que pasa es malo para Puigdemont, que tiene prisa. Sánchez se hace querer y no pone fecha para la investidura. Los equipos negociadores no paran y ERC se ponen también estupendos e insisten en que la amnistía solo no sirve si detrás no va el referéndum de autodeterminación. Pumpido se la juega porque Sánchez no le perdonaría un fallo. Incluso lo consideraría una traición. Porque para Sánchez Pumpido no es más que otro seguro servidor. Las instituciones las ha colonizado y no admite decencia, solo obediencia ciega.


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