BEGOÑA GÓMEZ NO RECOMENDABA, SOLO DECLARABA INTERÉS

Pedro Sánchez acabó su semana con una entrevista en El País, su periódico de confianza. Segunda entrevista al mismo grupo empresarial, Prisa, después de la de la SER. Pepa Bueno, la entrevistadora, directora de El País, le pregunta si cree que fue un error que su esposa, Begoña Gómez, firmara una carta apoyando a una empresa que aspiraba a adjudicaciones públicas. Y Sánchez responde, con su cuajo habitual: “No fue una carta de recomendación, fue una declaración de interés”.


Begoña y sus cartas mostrando interés

Toda una aclaración. Pero, aunque Sánchez piense que los ciudadanos somos gilipollas, no lo somos. Y, es igual de reprochable, incluso más, que su amada Begoña declarara interés a que recomendara. Porque recomendar ya expresa un interés, pero que la esposa del presidente del Gobierno declare interés es más inmoral aún. Es más que una recomendación. Gracias al puto amo del socialismo por contarlo.

El juez que instruye las diligencias sobre Begoña Gómez, además de declarar como “Investigada” (antes imputada) a la esposa del presidente, ha decidido encargarle a la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, especializada en la lucha contra la corrupción, la investigación en funciones de policía judicial. Cuando la UCO termine su investigación el juez decidirá si sigue adelante y concluye con una petición de que llegue a juicio el caso o si decide archivar las diligencias. Incluso podría citar para declarar como testigo al propio Pedro Sánchez y a algún ministro de su Gobierno.

Lo que ya tenemos claro es que Begoña Gómez, además de enviar correos electrónicos firmando como “conseguidora de fondos”, redactaba cartas mostrando su interés a empresas de financiadores de su catedra que aspiraban a recibir adjudicaciones del Gobierno presidido por su marido. Ejemplar, sin duda,. Pero que nadie diga o escriba que escribía cartas de recomendación porque sería un bulo. Ella redactaba cartas mostrando su interés. Con un par.


La decisión del ministro de Cultura

Y sigue retumbando el eco de la decisión del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, de acabar con el Premio Nacional de Tauromaquia. Urtasun es lo que se conoce vulgarmente como un pijoprogre que tiene acreditada su ignorancia y su incultura.

Copio unas palabras de mi hermano del alma Angel Antonio Herrera en su última “bala perdida” del ABC, porque yo no sabría escribirlo mejor: “Sostiene Urtasun que al pueblo ya no le interesa la fiesta de los toros, lema  grandioso en estos días, por cierto, cuando no queda una entrada para una corrida en Las Ventas… En una sociedad de creciente cursilería homicida, como la nuestra, lo coherente es prohibir el toreo, empezando por derribar un premio al respecto, porque en el ruedo se ata el rito de la muerte y el erotismo, del sacrificio y la belleza, y esto no hay ministerio moderno que lo soporte, coño. Hay que igualar al mastín con el niño, y liberar al toro de lidia de su destino bárbaro, porque amamos al animal como a un bebé, aunque no tanto como a cualquier torero.

Se que hablo de una circunstancia irracional, la de una corrida de toros, y precisamente en esa irracionalidad vive lo mágico de su arte mitológico, que se puede entender, o no. Pasa como con el arte en general, donde la tauromaquia anida. Todo debate con el toreo en el centro es comprensible, y estimulante, pero barrer del mapa la tauromaquia, según se pretende, poco a poco, porque se maltrata a un animal, es como ir al Museo del Prado a ver marcos…Yo sigo viendo los toros como un mérito progresista, porque llevan la tradición española a la vanguardia infractora. Eso y que entre un ministro y un torero, me quedo con el torero, que se cita con la muerte y viste de hermosura el escalofrío”.

Yo añado que es urgente enviar a corrales al ministro Urtasun, que ocupa un ministerio que es desde hace años florero. Y, cuota para los socios de Sánchez. La nómina de antecesores socialistas de Urtasun da miedito. Se estrenó con Máximo Huerta, que injustamente duró una semana, porque no le pensaba bailar el agua al presidente.

Después un tipo brillante como José Guirao, que falleció, siendo sustituido por Rodríguez Uribes, que tras años de no hacer nada y darle cuartelillo a Rubiales, ahora está a punto de cargarse la Federación Española de Fútbol. Y Miquel Iceta, que dedicaba su tiempo a acunar al separatismo catalán y que lo que acreditó es su maestría en el baile patético en los mítines del PSOE. Y después Urtasun, nombrado por Yolanda Díaz, conocida en su pueblo como trapiños porque se cambia tres veces al día de modelo mientras nos recomienda a los demás comprar ropa usada.

Sánchez debería enviar a corrales a Urtasun, pero no lo va a hacer. Quizá es que su amada Begoña le ha escrito alguna carta interesándose por él. Esto no es un bulo, es una malicia mía. Porque Begoña con trapiños se lleva bien. Y, como su marido, de cultura lo ignora casi todo. Pero ahí sigue, preparando su asalto al poder judicial y a la prensa.


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