La pedofilia es la conducta delictiva más preocupante de las que se cometen en internet. Aumentan hoy en día el número de pedófilos en las redes y los casos de pornografía infantil. Adultos que utilizan perfiles falsos para obtener material pornográfico y entablar confianza con menores. Pero el perfil de un pedófilo puede ser muy distinto a lo que consideramos hoy en día. Jorge Corsi es autor de numerosas obras sobre psicología y familias. En concreto del libro titulado “Maltrato y abuso en el ámbito doméstico-Fundamentos teóricos para el estudio de la violencia en las relaciones familiares”. Paradójicamente Corsi es también uno de los miembros de una red de pedófilos sobre la que se echó el guante en 2008. De hecho, muchos lo ubicaron a la cabeza de dicha red. En dicha red solía aportar contactos y sus conocimientos profesionales acerca del comportamiento de los jóvenes y los adolescentes.
Si vamos a la Wikipedia podríamos haber empezado este artículo describiendo que Jorge Corsi es un terapeuta argentino. Un referente teórico en lo que de unos años a esta parte se ha denominado “violencia de género”. Pero no lo somos. Quizá porque más que todo lo anterior, nos interesa que Corsi ha sido acusado de pedofilia. De encabezar una red criminal. En su día y tras su paso por la cárcel, llegó a afirmar que “la pedofilia no es delito. Haber incorporado amigos de distintas etapas generacionales le resultaba muy estimulante y le enriquecía«, entre otras múltiples lindezas similares.
Tras tres años de condena en prisión, este ex-terapeuta fue puesto en libertad en agosto de 2014. Fue sometido a tratamiento psiquiátrico durante el tiempo en que estuvo preso. Según algunos medios, la Comisión de Posgrado de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) le retiró de su cargo como director de la carrera de Violencia Familiar. Incluso se le prohibió volver a dar clases.
Hoy Jorge Corsi está en libertad. Su acusación como cabecilla de una banda dedicada a la pedofilia es ya una cuestión que se quedó en el pasado. Y lo que en el pasado queda, deja de existir en el presente, o no… Porque según la psiquiatría forense los acusados por delitos sexuales suelen reincidir. Y he aquí el eterno debate sobre si aquello que les lleva a cometer este tipo de fechorías es por un problema mental, una desviación o un comportamiento que precisa de educación y reeducación. ¿Quién lo sabe?
¿Penas justas para los pedófilos?
A la espera de que el juicio tuviera lugar a finales de 2009, se le concedió la libertad provisional en enero de ese mismo año tras pagar una fianza de 100.000 pesos argentinos. En ese tiempo, el acusado nunca reconoció haber formado parte de fiesta pedófila alguna, de usar las nuevas tecnologías para captar víctimas o de que le interesaran lo más mínimo los menores. Y además aquejaba estar sufriendo un duro escarnio público. Un escarnio que incluía escraches a la puerta de su domicilio, en el barrio bonaerense de Palermo. Dicen que el tiempo pone a todo el mundo en su lugar. Así que tuvieron que pasar casi tres años para que en febrero de 2012 Corsi reconociera su culpa y fuera condenado a tres años de prisión “de cumplimiento efectivo”.
Hoy algunos medios tachan a Jorge Corsi como el condenado más celebre de la historia argentina por el cargo de corrupción de menores. Triste cargo por cierto. Que dice mucho del ex-terapeuta y muchísimo más sobre la justicia que se ejerce para este tipo de acusados. Porque ni en España ni en Argentina (y probablemente tampoco en cualquiera de los países que consultemos a un lado y el otro “del charco”) nos encontraremos con una pena justa para un acusado por pedofilia. La reincidencia en este tipo de casos está a la orden del día.
Cometen graves acciones, arruinan la infancia y adolescencia de muchos menores, niegan los hechos, cumplen sus penas y salen de nuevo. Generan la duda en la sociedad de si la pena cumplida es justa o no y si al tiempo, volverán a cometer exactamente lo que les llevó a estar entre rejas y a recibir tratamientos psiquiátricos. Nadie sabe. Ni siquiera los forenses.
Según otros medios de comunicación consultados, este terapeuta tenía desde el año 2000 sobre sí una alerta amarilla de la Interpol como pedófilo. A pesar de las alertas y de que nadie trató de investigar nada sobre su pasado, primero se le excarceló. Años después acabaría asumiendo su culpa. Este individuo contaba con varias nacionalidades, entre ellas la española. Ha viajado a lugares como Paraguay, República Dominicana o la misma España en numerosas ocasiones, sin controlar ni entradas ni salidas de su Argentina natal. Si esto se escapó o se tapó puede que queden muchos más flecos sueltos sobre su biografía y andanzas. Y como él, muchos otros pedófilos andan sueltos, excarcelados o con penas disueltas, a sabiendas de que puede que un día vuelvan a reincidir. A sabiendas de que hicieron mal y ese mal es el que tristemente permanece.