ADIÓS SATU QUERIDO

He llegado a una edad en la que comienzo a perder amigos. Como dice Sabina en “Tan joven y tan viejo”, así que de momento, nada de adiós muchachos, me duermo en los entierros de mi generación, tan joven y tan viejo, like a Rolling Stone. Ayer murió Francisco Javier Satué, mi Satu querido.

Francisco Javier Satué, Satu, un escritor formidable al que conocí gracias a Angel Antonio Herrera, mi hermano poeta. Con Satu mantuve una amistad intensa y juntos trabajamos en tiempos y casos recios. Satu nos ayudó a Ricardo Arques y a mi con mi primer libro publicado, “Amedo, el Estado frente a ETA”. Aceptó corregir el texto e hizo un trabajo imprescindible para que la obra fuera un éxito y quedara como un referente para cualquiera que quiera indagar o conocer el crimen de Estado en España.

Muchas horas con Javier, mi Satu querido, un tipo duro y blando con una obra literaria magnífica

Después escribimos juntos Satu y yo “Alfonso Guerra, el conspirador”, una biografía no autorizada del que fue vicepresidente de los Gobiernos de Felipe González. Inolvidables los viajes que hicimos a Sevilla para entrevistar a quienes le trataron y le conocieron para darnos luz sobre el personaje.

Y seguidamente nos pusimos a escribir “Padre Coraje”, la historia del padre de Jerez que se embarcó en la tarea de investigar el asesinato de su hijo de treinta puñaladas en la gasolinera en la que trabajaba. Más viajes, entrevistas y conversaciones inolvidables con Satu. Y el libro fue otro éxito que dio pie después al guion de Antonio Onetti para la mini serie que produje para Antena 3 dirigida por Benito Zambrano.

Muchas horas con Javier, Satu, cuya obra literaria, magnífica, refleja el carácter de un tipo duro y blando, testarudo, con una cabeza privilegiada, al que la vida le golpeó duro, durísimo, y que fue consciente hasta el final de que se iba, con una lucidez que, seguro, no le ahorró sufrimiento, pero que a los suyos les reconfirmó la hondura de su carácter.

Fue un escritor diferente, solitario, excesivo en todo, que jamás quiso formar parte de grupos que le hubieran proporcionado éxitos que no buscaba

En su novela “Las sombras rojas”, escribió Satu “un viento negro te anunciará la llegada de la muerte que te sorprenderá desarmado”. Satu, siempre vestido íntegramente con el mismo negro robusto de su pelo y su bigote, con esa estética de los siniestros sobre los que tanto escribió con brillantez. Y sus ojeras, inmensas como él, consecuencia de tantas noches de insomnio.

Fue un escritor diferente, excesivo en todo, siempre alejado de las tendencias, que odiaba “el mundo literario” y jamás de prestó a formar parte de grupos o camadas que le hubieran proporcionado éxitos que no buscaba. Su obra literaria, sus novelas, sus personajes destilan libertad y dolor, y siempre con la muerte rondando. “El círculo infinito”, “El desierto de los ojos”, “Las sombras rojas”, “La pasión de los siniestros”, “Desolación del héroe”, “La carne”, “Piel de centauro” además del volumen de relatos “Múltiples móviles” conforman una obra relevante. Nunca se vendió a nadie. Fue un espíritu libre y dolorido, ejemplar en la defensa de sus ideales. Muchos le etiquetaban como un tipo de izquierda. El no soportaba el totalitarismo y lo que siempre fue es un anarquista en serio. Me quedan por leer muchos de sus poemas. Ojala Ana se emplee en publicar lo que ha dejado escrito en sus cuadernos.

Siempre me decía que alucinaba con los grupitos literarios de los que nunca formó parte: “¿te has fijado que cuando hablan de un colega que forma parte de otra camada siempre es un hijo de la gran puta? Joder, se puede ser de otra tribu, puede no gustarte como escribe, pero no todos somos unos hijos de puta”.

Ana, su pareja, una mujer honda, sencilla, serena, orgullosa, bella y distinguida tendrá que reconstruir sobre los cimientos del dolor de Satu

Como periodista pasó por El Independiente, El Mundo, Radio Nacional, Radio Cadena, Radio 3, Radio Vallekas y otros medios. Le costaba integrarse en las redacciones, tantas veces nidos de envidias y competencias absurdas. El era un forastero de la vida, siempre al margen de las modas o los intereses por conveniencia.

Los personajes de sus novelas, Enrico Conti, Gregor, Tomas Barda, Judas Don y tantos otros, caminaban como Satu junto a la presencia constante de la muerte. Repaso sus textos y encuentro frases que son muy Satu: “Debes desengañarte de tu ilusión por la vida, Gregor”. Muy Satu, aunque él, tan desilusionado de la vida, la transitó hasta el final gracias esencialmente al amor infinito de Ana Barrera, su pareja, una mujer honda, sencilla, serena, lista, orgullosa, bella, distinguida, puro sentimiento, dispensadora de caricias con sus ojos abisales, abiertos hasta cuando los cierra, que ahora ha de reconstruir sobre los cimientos del dolor de Satu.

No era fácil mi amigo, supongo que yo tampoco lo soy. Nos distanciamos pero recuerdo esa charla en la que me dijo: “Nos queremos Miralles, cerca o lejos. Y sí, somos dos cabrones, tu y yo”

No era fácil mi amigo Satu. Supongo que yo tampoco lo soy. Después de muchas aventuras juntos, nos distanciamos por unas diferencias profesionales y tras un tiempo excesivamente largo, en una conversación reparadora, le dije: “Eres un cabrón, pero te quiero y sé que me quieres”, y con sus ojos tristes, su bigote serio y su voz firme me respondió: “Nos queremos Miralles, nos queremos, en la cercanía o en la distancia. Y sí, somos dos cabrones, tu y yo”.

Me gustó que Ana colocara sus libros sobre el féretro. Lamenté en mi interior esa distancia última, pero me reconforta saber que siempre estuvo en mis pensamientos, como me consta que yo estuve en los suyos hasta el final. Me contaba Ana las últimas veces que me mencionó en visitas de amigos comunes. No tengo yo el sentido de la fatalidad y la desolación de mi amigo Satu, pero sabía muy bien que me tocaría escribir este texto, y hubiera preferido, de veras, que hubiera tenido que escribir Satu el mío.

Hasta el último aliento quiso tener a mano El Quijote. Buena escena para palmar, Satu, el Quijote y tu. Dos quijotes vestidos de negro muerte

Mi amigo Satu ha sufrido, mucho, pero me consta que, como si fuera él mismo uno de sus personajes, ha estado hasta el final lúcido para la supervivencia tanto física como moral.

Lector apasionado desde muy niño, me cuenta su hermano Santi que hasta el último aliento quiso tener a mano El Quijote, al que amó por la insistencia paterna para que lo leyera mientras le decía “ves muchos gigantes donde hay molinos”. Buena escena para palmar, Satu, tu con el Quijote en la mano. Dos Quijotes vestidos de negro muerte.

Hoy en tu honor me vestiré de negro y aunque sabes que no me gustan, escucharé a Durruti Column, mientras me bebo un buen tinto. Solos tu y yo, Satu, cabrón

Satu era un gigante. Qué pena siento que se haya ido Satu, con quien tanto quise, con quien tanto viví en esos viejos tiempos recios y apasionantes. Gracias Satu. Vuela alto. Dios te bendiga. Hoy, en tu honor, me vestiré de negro y aunque sabes que no me gustan, escucharé a Vini Reylly y su Durruti Column, a Joy Division y a New Order mientras me bebo un tinto bueno y brindo por ti. Solo. Solos, tu y yo, Satu, cabrón.

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