LA MEGALOMANÍA Y LOS DELIRIOS DE GRANDEZA

Sobre la megalomanía no se ha hablado mucho pero todos conocemos a alguien que se imagina que es alguien que no es. Una persona que exagera en las conversaciones hechos que tal vez nunca han pasado como los cuenta. O presume de tener, obtener o haber conseguido cosas que quizá ni siquiera ha olido. Es sobre todo, un trastorno más común de lo que creemos. 

Los expertos definen la megalomanía como un trastorno de la personalidad. Quien lo padece suele desarrollar ideas de grandeza y para darlas a conocer, miente, manipula o exagera, transformando muchas veces situaciones o hechos que a priori eran más que sencillos, en algo grandioso y llamativo. Da la vuelta a lo que ha ocurrido o a las personas que ha conocido para resaltar sobre lo que otros considerarían que es simplemente común. Para un megalómano lo común sí está reñido con el éxito. 

Algunos psicólogos definen la megalomanía como una enfermedad psicopatológica que está estrechamente relacionada con el narcisismo. Viene del griego «megalo» que significa grande, y «manía» referido a obsesión. Como cualquier otra enfermedad o trastorno es conveniente tratarlo para poder darle solución a muchos comportamientos que de mantenerse en el tiempo o de continuar creciendo, pueden dañar no solo a quién lo padece, sino también a su entorno.

Las personas megalómanas sufren delirios de grandeza. Se consideran seres superiores a los demás. Tratan a los demás como si estuvieran a la altura de sus tobillos. Por ello no es de extrañar que tengan ciertas dificultades para relacionarse socialmente. También una nula capacidad para empatizar con los demás. Sencillamente porque no les interesa, porque creen que no lo necesitan y porque se sienten por encima del bien y del mal. Sin embargo al contrario de lo que puede parecer a simple vista, el megalómano suele tener una muy baja autoestima. Un carácter voluble, inestable, indeciso. A veces suele ser hasta agresivo porque solo agrediendo cree que puede tener fuerza para enfrentarse a aquello a lo que le da miedo ponerse de frente.

Las personas con megalomanía tienden a fingir constantemente algo que no son. Se sienten poderosos siendo algo que no es real pero que les hace sentirse bien. Su emoción principal suele ser la envidia. No consideran que sus actos pueden inducir alguna vez a error porque ellos no cometen errores. Equivocadamente piensan que cometer fallos les hace débiles, cuando en realidad la salud mental está en reconocer que un error es un paso más para seguir aprendiendo. Y como no cometen fallos, les gusta presumir de sus aciertos, sus talentos y sus logros. Al final piensan que siempre es mejor que los demás piensen que son perfectos a que el desastre reine sobre todos sus actos. Viven al fin y al cabo, rodeados de una constante autoadmiración y sacan lo que necesitan de los demás únicamente para beneficio personal. 


Genio, riqueza y poder en un megalómano

Ahora que ya tenemos algunas pinceladas de cómo es una persona megalómana, seguro que a retazos, muchos de los que leéis estas líneas reconocéis en ellos a alguien. Quizá ese vecino al que le gusta presumir a sabiendas de que tiene un nivel de vida igual que el tuyo. O puede que ese compañero de trabajo que actúe como un auténtico hombre de éxito cuando en realidad todos saben de sus miserias. O tú mismo que lees esto, sorprendido de que a veces alguno de tus comportamientos y pensamientos pueden rozar la megalomanía. Teniendo toda la información puede que a veces sea fácil reconocer a un megalómano. 

Como megalómanos encajaron a Donald Trump e incluso al Ayatolá Jomeini. Y en nuestra historia más reciente, dicen que fueron grandes megalómanos Adolf Hitler y Benito Mussolini. También lo fue Napoleón Bonaparte. Querían ser, aparentaron ser y a ojos de la historia lo que acabaron siendo fue megalómanos famosos. O al menos así es como aparecen en muchos artículos de historia que circulan por la red. He aquí algunas claves para reconocer a un megalómano:

  • El megalómano es mentiroso. Miente para sentirse fuerte, para aparentar y para destacar sobre el resto. Aunque lo que diga no sea cierto o aunque considere que esa mentira crecerá conforme siga repitiéndola una y otra vez.
  • También es narcisista. La persona megalómana se quiere, se adora, se siente superior a los demás.
  • Suele hablar de él en tercera persona. Y éste es un síntoma clave que permite ensalzar aquello que en primera persona no consigue destacar tanto. Es un ser superior que incluso para hablar de sí mismo, necesita desdoblarse. 

¿Cómo tratarlo? Con terapia, como casi todos los trastornos psicológicos y de la personalidad. Los psiquiatras y psicólogos deberán evaluar cada caso concreto y tratar de solucionarlo de la manera más adecuada. Quizá algunos fármacos como los neurolépticos, puedan ayudar a calmar esos delirios de grandeza que en ocasiones pueden provocar hasta estados de ansiedad. Lo que más necesita el megalómano es conseguir ver la realidad como es de verdad. Sin delirios, sin exageraciones, sin mentiras y sin más desdoblamiento que el que percibe cada uno de sus ojos. Ver las cosas tal cual son. Y para ello como para cualquier otro trastorno, siempre se necesita ayuda de un profesional.


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