Este texto contiene una recomendación. Y de una amiga. Dicho esto, vamos al lío. Mi amiga Verónica Molina perpetró hace pocos años un libro que es una bomba, un artefacto explosivo, salvaje, furioso, escrito en defensa propia. Su título, “Un segundo antes de la furia”. Una denuncia formidable de un caso de abuso sexual de una niña, ella, en el seno familiar. No destripo nada. Advierto.
Verónica sufrió abusos sexuales siendo niña por parte de su abuelo materno. Una herida grave y profunda, de las que jamás se cierran. Consciente de ello, en su libertad incuestionable, optó por limpiarla escribiendo esta obra.
La peña de Planeta que hizo el marketing creo que no se leyó el libro
No se dejen llevar por el marketing que hizo Editorial Planeta. En la portada colocaron, “folla, huye, véngate”, y en la solapa hablan de “un juego que la protagonista, Martina, tenía abandonado, que era acostarse con el primer hombre al que consigue seducir, que resulta ser un millonario que pretende comprar sus servicios sexuales”.
Leído el libro, y conocida Verónica-Martina, tengo la sensación de que la peña de Planeta que hizo el lanzamiento no se leyó previamente el libro. Guiados por la propia editorial, he leído reseñas en las que se habla de un “thriller erótico”. Temo que ninguno de los que ha escrito o dicho eso ha leído tampoco.
Verónica limpia la herida con una novela trepidante en la que, sí, hay sexo, mucho; violencia, mucha; poder, mucho; y abuso, mucho. Pero al igual que cuando miramos hay que ver y sobrever, cuando se lee hay que rascar y buscar la subtrama.

La herida de Verónica Molina es de las que no cierran jamás, pero ella la ha limpiado a su manera con esta denuncia
En “Un segundo antes de la furia” hay una trama, mil giros inesperados, y esperados, que no te dejan parar de leer. Pero siempre hay que ir al tuétano, y el tuétano es la herida de Verónica-Martina, que, a través de la literatura, donde puedes permitírtelo todo, se limpia.
Esta mujer imponente podía haber optado por ejercer de víctima, porque lo es, y haber caminado por la vida derramando la sangre y manchando al personal. Ella decidió vivir, denunciar, ser guionista, directora y protagonista de su propia vida. Es una mujer con clase que no va de víctima, siéndolo, y que no pone cara de que la matan al final de la película. Si no hay viento a favor, Verónica rema contracorriente y tiene claro que no va a parar en su batalla contra los abusadores, que deben ser denunciados y deben pagar su delito. Y aquí nos tiene, a su lado siempre.
Verónica le plantó cara al monstruo con un torrente de palabras
Verónica optó por un camino difícil. No el de olvidar, porque eso no se olvida nunca. Sino el de vivir la vida, disfrutarla todo lo que puede, y explicarlo sin vergüenza alguna, denunciarlo, orgullosa de estar viva cuando podía vivir enterrada, y confiada en que su obra pueda ayudar a concienciar al personal sobre los abusos sexuales, y más aún, a niños. Podría decirse que huyó del dolor plantandole cara con un torrente de palabras.
No recuerdo quien dijo, y suscribo, que al escribir una novela todo el mundo dice reconocerte en el protagonista si es un hijo de puta, pero si es bueno, dicen «de dónde se sacará sus personajes. Yo he reconocido a Verónica en Martina porque es buena y de los hijos de puta que salen en su novela digo, aunque a más de uno reconozco también, de dónde los habrá sacado esta cabrona, que bien lo ha hecho.
Me temo que incluso más de uno que haya leído el libro haya pensado en acercarse a Verónica pensando que toda Martina es ella, aunque no, los tíos que hayan pensado eso no tienen cojones para arrimarse a una mujer como ella. Quizá, temiendo que les pueda liquidar.
Si buscan un thriller erótico vayan a otra obra. Si buscan una denuncia de un abuso repulsivo, léanlo y recomiéndenlo
Cuando conoces a Verónica ves su mirada limpia y valiente y su voz honda y, al menos yo, siento admiración por su coraje, por su bondad y su capacidad de librar una batalla durísima y de amar a fondo. Y percibo el orgullo de saberse ganadora de una guerra repugnante. Escribe bien, habla bien y escucha mejor. No es, como dice la canción, una lista a la que le roban la cartera, hay que tener muchas tablas para robarle algo a este mujer.
He padecido en mi vida alguna herida honda de las que no cierran. Las he limpiado eligiendo un camino diferente al suyo, pero me ha interesado el libro y por eso lo recomiendo, con esas advertencias para que nadie se lleve un chasco.
Y como Verónica, pienso que los niños no se tocan, jamás, bajo ningún concepto. Y no me vale “es un enfermo, tiene una tara”. Si es así, el que piense en hacerlo que se autolesione, pero los niños son sagrados, tan claro como que todos los miserables acaban estropeando al máximo su biografía.
Y quien esté terminando de escribir un libro que cuente con que la editorial, si la encuentra, diseñe una campaña de marketing que acredite que no se han leído el libro. Buscan lo que en el universo digital se denomina, creo, “clickbait”. Buscan lectores que se animen a comprar un libro porque en la portada aparezca la palabra “follar”. Solo les faltó añadir puta. Y eso que Planeta es la editorial más potente de España, de los mismos propietarios que Atresmedia. Si, los que tienen como presentador de su programa estrella a Jorge Fernández, protagonista masculino de una sesión de pornografía infantil del violador en serie Kote Cabezudo.
En fin, mis respetos para Verónica Molina. Busquen el libro y léanlo. Pero sepan que es un artefacto explosivo de alto voltaje emocional. Si buscan un thriller erótico busquen otra cosa. Si buscan una denuncia en toda regla literaria y humana de un caso de abuso repulsivo, entonces, no dejen de leerlo y recomendarlo.
Suscribo cada palabra de este artículo, aunque tratándose de Melchor no sea de extrañar.
Verónica Molina tiene una pluma ágil, inteligente y tremendamente adictiva.
Admiro la valentía de esta extraordinaria mujer que, encima, es buena gente.
«Un segundo antes de la furia»
Un libro muy recomendable.