El cannabis es consumido por más de 140 millones de personas en todo el mundo. Es decir, el 2,5% de la población mundial es consumidora de una sustancia que según especialistas, afecta al desarrollo cognitivo y la memoria. Incluso puede crear síndrome de dependencia u otros problemas respiratorios. Según los datos de prevalencia de la OMS, son alrededor de 147 millones de personas a lo largo y ancho del planeta. Sin embargo aquello que para unos es tan nocivo, para otros es más que destacable su beneficio a nivel terapéutico. El cannabis es eficaz como inhibidor de náuseas y vómitos asociados por ejemplo, a pacientes oncológicos. También es útil para la espasticidad en casos de esclerosis múltiple o como inhibidor del dolor.
La marihuana es empleada en ocasiones para aumentar el apetito, así como la resistencia al síndrome de desgaste en casos de pérdida de peso para pacientes que tienen cáncer o SIDA, por poner algún ejemplo. En casos de epilepsia pediátrica también permite inhibir las convulsiones que puedan producirse en esta dolencia. Es decir una de cal y otra de arena. Tan útil como perjudicial si se abusa de ella o no, se emplea para lo que se debe emplear. Y con este cóctel de usos se abre el debate en nuestro país. El Congreso de los Diputados ha avalado recientemente el uso medicinal del cannabis. Tal y como recogen estos días los medios, el Ministerio de Sanidad tiene un plazo de seis meses desde este momento para ponerlo en marcha, según las pautas que han quedado consensuadas en un informe.
Existe debate en torno al cannabis porque no hay una sola posición para valorar su uso. En algunos países del mundo siguen considerándolo como una sustancia ilícita y peligrosa. De hecho en 2019 la Organización Mundial de la Salud emitió una serie de recomendaciones que tomó la ONU con el fin de eliminar el cannabis de la llamada “lista IV” (resultado de la Convención sobre drogas de 1961 en el que se dejó un espacio reservado para las sustancias más perjudiciales y sin potencial médico reconocido), considerando que no era “potencialmente dañino”.
Debate sobre el cannabis: ¿regulación o prohibición?
En la votación de los países para aprobar esta salida de la lista, el resultado estuvo tan dividido como a día de hoy lo está la opinión pública en torno a la propia sustancia. En la votación casi todos los países de la UE -a excepción de Hungría-, y muchos otros países de América, se sumaron a la mayoría simple con 27 votos a favor para aprobar el cambio. Por el contrario la mayoría de los países asiáticos o africanos se opusieron.
La inclusión del cannabis en esta lista IV ha estado dificultando durante muchos años la investigación médica en torno a la sustancia. Los trámites administrativos son más engorrosos que los de otras sustancias, lo que también dificulta a los investigadores experimentar para sacar mayores usos que los que se conocen en la actualidad. El debate sin embargo, continuó tras la votación. Es vox populi que el uso de la marihuana puede contrarrestar muchos efectos secundarios de tratamientos agresivos para enfermedades como el cáncer. Y así lo hizo saber la ONU a finales de 2020 cuando reconoció las propiedades terapéuticas de esta planta, así como las de su resina.
Con todo muchas son las voces que se pronuncian en contra del cannabis. Porque dicen, su consumo es más perjudicial que beneficioso. Pero también se oyen muchas otras que piden su regularización, lo que no tiene por qué aumentar el consumo. Regular, al fin y al cabo, es marcar unas pautas, poner límites, fronteras. Fijar lo que ha de hacerse o respetarse para que no se desparrame todo lo bueno que una sustancia como el cannabis puede aportar a la medicina y a la investigación.
Más de 70 países en el mundo han regularizado ya el cannabis. Otros sin embargo, siguen escudándose en los enormes perjuicios que puede tener sobre la memoria o el aprendizaje. Olvidando con ello que existen muchas otras drogas legales que afectan sobremanera a la población -incluso a la más joven-, sin que de ellas pueda sacarse otros beneficios en torno a la investigación científica y medicinal.
El debate como decimos, está más que servido. Dentro de otros 6 meses más volverá a estar sobre la mesa. Aunque el cannabis se haya puesto de moda, aunque hablemos abiertamente de las sustancias cannabinoides o aunque veamos carteles publicitarios de productos CBD en herboristerías y otros comercios, sin ocasión de preguntarnos por qué a veces no vemos más allá de lo que nos cuentan. Mentalicémonos de que en la investigación y en la ciencia es donde está realmente el futuro y donde deben invertirse los esfuerzos.