LA SUPERACIÓN COMO UN MOTIVO EXTRA PARA VIVIR

En los últimos tiempos la sociedad en general ha aprendido que las personas que poseen alguna discapacidad, en realidad lo que les ocurre es que tienen capacidades diferentes. Para empezar, todas son ejemplos de superación. Tienen el don de no creerse superiores a nadie. Y el de esforzarse por cada cosa que hacen, por cada acción que emprenden y por cada idea que tienen rondándoles en la cabeza. Se superan con cada paso que dan. Porque para muchos de ellos, que un pie avance por delante del otro, ya les supone más esfuerzo que al resto de los mortales. 

Todos los días son una buena oportunidad para fijar la vista en aquellas personas que se superan. Que tratan de mirar más allá cuando una dificultad les obliga a replantearse hasta su propia existencia. Estamos hablando de gente que no tiene miedo a asomarse al final del túnel. Que incluso se ha asomado unas cuantas veces, pero le ven más «chicha» a quedarse dentro de él y vivir la vida como les ha llegado: superándose y entendiendo que cada paso es un reto más que han conseguido. 

El Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo está lleno de casos de superación. En él se encuentran internados muchos pacientes con lesiones medulares espinales. Un accidente, una caída, quizá un atropello, les jugó una mala pasada y les obligará de por vida a muchos de ellos a vivir en una silla de ruedas. Incluso a vivir postrados en una cama. Pero de allí salen también cada día verdaderos ejemplos de superación. Porque ya el amor por la vida les lleva a ilusionarse con abrir los ojos cada mañana y tratar de mermar el daño que les impide caminar o moverse como lo hacían antes. 


La superación: el amor por la vida

También son ejemplo aquellas personas que nacen con un cromosoma de más y superan cada día su rutina sabiéndose poseedores de ese cromosoma que les hace especiales. Tienen capacidades diferentes. Se superan cuando logran caminar quizá más allá de los dos años de vida, cuando comen solos, aprenden a leer o alcanzan una profesión que les ayudará a ser más autónomos, si cabe. 

Son ejemplo de superación aquellos que con un pulmón, una sola pierna, ningún brazo o imposibilidad de visión, logran continuar haciendo deporte. El resto de compañeros quizá les miren con asombro y admiración. Y la sociedad entera alabe su esfuerzo. Pero en realidad es la gratificación por saberse capaces de hacer algo que pueden hacer sin más, lo que les hace especiales. No son ejemplo porque sin tener, pueden hacer. Sino porque careciendo de un miembro, de un sentido o de un coeficiente intelectual considerado mínimo, hacen lo que otros pudiendo, no quieren. 

Es ejemplo de superación la gente que trabaja por conseguir su sueño. Que lucha porque aquello que desea, se cumpla. Tal vez muchos no lleguen a la cima del Olimpo, pero en el transcurso, en el intento, se ven capaces de hacer algo que otros no hacen. Son ejemplo de superación porque allá donde unos ven dificultades, ellos solo encuentran oportunidades. 


No hay cosas imposibles sino personas incapaces

También son ejemplo de superación los niños. Esas personitas que en un mundo gobernado por la adultocracia, aún conservan la alegría por sorprenderse ante lo rutinario. Son héroes que tenemos muy cerca y que los mayores a veces no valoramos. Ojalá aprendiésemos de ellos la maravilla de ver todo por primera vez. O disfrutar de todo como si fuera la primera vez. Esa capacidad se va perdiendo conforme crecemos. Pero en los adultos está el recuperarla y tratar de mantenerla hasta el fin de nuestros días. Solo así conseguiríamos rozar la felicidad en más de una ocasión. ¿No lo han pensado?

Los niños se superan cuando aprenden a saltar con los pies juntos. Cuando descubren que un charco salpica y es muy divertido. Se superan también cuando dicen correctamente una palabra y el adulto que tienen delante, les entiende. Además encuentran que se han superado cuando se les felicita, cuando se les acaricia o cuando reciben un gesto de cariño que no se esperaban. Los adultos somos así: creemos que todo debe seguir sin más porque así están hechas las cosas. Pero una caricia, un roce, un guiño y hasta una sonrisa, pueden ayudar a superar un miedo o una inseguridad a quien tenemos delante. En esto tenemos mucho que aprender de los niños. Tenemos mucho que aprender, sin más. 

La superación está a la vuelta de la esquina. Incluso delante de nuestras narices si nos proponemos ver más allá. Puede estar en nosotros mismos. Y solo requiere una cosa: que nos lo propongamos. Porque como decía un profesor que tuve en el colegio cuando era niña: “No hay cosas imposibles, sino personas incapaces”. 


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