SÍ AL ACERCAMIENTO DE PRESOS

El asunto suele ser objeto de calentura en el análisis porque ETA asesinó a centenares de personas. Su teórico final no estuvo acompañado de un  reconocimiento serio del terrible daño causado y de ninguna reparación a sus víctimas. E incluso ha conseguido que muchos consideren que no fue derrotada y sigan con el discurso del conflicto y la guerra con el Estado. Cuando la historia de ETA no es la de ninguna guerra porque lo que había eran asesinos y sus víctimas. Y ahí no cabe la equidistancia. Unos asesinaban, secuestraban y extorsionaban y los demás eran víctimas.


Los presos alejados de sus familias

Durante los gobiernos de Felipe González, a partir de una idea de mi amigo Enrique Múgica, se decidió sacar a los presos etarras de las prisiones de la Comunidad Autónoma Vasca y sus alrededores, y alejarlos al máximo por razones de seguridad y de resocialización. En la medida en que las autoridades consideraban que separados de su entorno habría más posibilidades de que hubiera presos que abandonaran la banda terrorista, como así fue.

Pero antes y ahora, alejar a los presos (a cualquiera) de su lugar de residencia, se contradice con la Constitución española y con la Ley General Penitenciaria. La Constitución en su artículo 25.2 señala que las penas han de orientarse “a la reeducación y la reinserción social”.

La LGP establece en su artículo 12  que para ello “debe evitarse el desarraigo social de los penados” y en su artículo 3 añade que la vida en prisión “debe tomar como referencia la vida en libertad, reduciendo al máximo los efectos nocivos del internamiento y favoreciendo los vínculos sociales de los reclusos».


El alejamiento: un mal innecesario y contrario a la Ley

Las penas de prisión no son una venganza social contra quienes delinquen. Las penas privativas de libertad son las que son en cada caso, establecidas en sentencia firme tras un juicio justo. Alejar a los presos de su lugar de residencia, supone añadir un mal innecesariamente y contraviene también lo dispuesto en el artículo 8 del Convenio Europeo de Derechos Humanos. Porque además de restringir el derecho a una vida familiar, debilita el principio de culpabilidad, por lo que puede tener de sanción a los familiares del condenado, que no son responsables de los actos de su pariente, y que incluso padecen socialmente el rechazo por ello.

El Código Penal establece para cada delito sus años de privación de libertad correspondientes, y evidentemente, conlleva irremediablemente otras privaciones como la limitación de otros derechos. Pero la Ley es clara en lo que respecta a que se debe evitar el alejamiento de los presos de su familia y su lugar de residencia.

Como el asunto del terrorismo etarra duele todavía socialmente, defender el acercamiento de los presos me ha costado muchísimas críticas de quienes entienden la sanción penal como una venganza y son partidarios de no cumplir la Ley, si de ese modo los etarras condenados sufren más. No he entendido así la Justicia jamás.

He condenado de forma radical siempre a ETA, con la misma fuerza que denuncié a quienes desde el Gobierno socialista crearon una organización que practicó el terrorismo de Estado como los GAL. Siempre he tenido claro que vivir en democracia supone respetar la legislación vigente y que, contra el terrorismo, democracia y más democracia. Una persecución incesante siempre desde el respeto máximo a las leyes.


Democracia española: respeto a la Ley

A ETA le derrotó la democracia española con la Ley en la mano. No he tenido duda jamás de que las víctimas de ETA merecen respeto, dignidad y justicia, pero no creo que la preservación de ese respeto y esa dignidad, esté reñida con la aplicación de la Ley.

El asunto del acercamiento ha sido utilizado reiteradamente por los gobiernos como herramienta de presión en la lucha contra ETA, y ahora como elemento de negociación para el apoyo del PNV al Gobierno PSOE-Podemos. Ahora se desenfoca el asunto, que es esencialmente de aplicación de la legislación vigente. Y si no nos gusta, es en el Parlamento donde debe modificarse la legislación vigente. Creo que es un asunto suficientemente serio como para no ser utilizado como herramienta de batalla política. No es ideología, es la Ley. Esa que los terroristas y sus acólitos no han respetado nunca.

Es la democracia que los terroristas etarras han despreciado siempre y han tratado de aniquilar. Por eso no cabe la equidistancia en esta materia, y estar contra los terroristas y en defensa de la democracia, es estar por el respeto a las leyes vigentes.


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