Actualmente, los menores de 18 años pueden utilizar determinadas aplicaciones para móvil si cuentan con el consentimiento previo de su progenitor o su tutor legal. Hasta aquí todo parece moverse dentro de los cauces lógicos y legales pero en la práctica la realidad es otra totalmente diferente. Aplicaciones como Telegram, Snapchat, Twitch, Discord o Tumblr permiten el uso antes de incluso cumplir los 15. Autorizan a menores a utilizar sus servicios, que incluyen compartir imágenes o vídeos, sin ningún tipo de autorización de un adulto.
Los menores utilizan las aplicaciones a su antojo estén o no permitidas
El peligro de caer en una red de pedofilia o que las imágenes se compartan para fines que nada tienen que ver con una charla amigable entre amigos, es máximo. De hecho, tal y como han compartido en el informe «Perspectivas de los jóvenes sobre la seguridad en línea, 2023» realizado por la organización estadounidense Thorn en colaboración con la consultora BGS, los menores que utilizan muchas de estas aplicaciones, también crean sus propias imágenes a través de la inteligencia artificial. Crean sin consentimiento fotografías realistas de personas de su edad desnudas que luego comparten sin ningún tipo de pudor. Entienden que como no son imágenes o fotografías propias, el riesgo no existe.
En el informe se parte de una realidad. Y es que los menores utilizan aplicaciones a su antojo, sin calibrar si está permitido su uso dada su edad, o no. YouTube (98%), TikTok (84%), Roblox (80%), Minecraft (78%) y Fortnite (73%) son las más empleadas por los menores. Pero no se limitan únicamente a este tipo de aplicaciones. También navegan por otras como Tinder, Grindr o Hinge, utilizadas habitualmente para citas. Un 16% de los menores encuestados también declararon haber entrado en webs de pornografía.
Las políticas de uso de las redes sociales y de muchas aplicaciones suelen dejar en papel mojado las restricciones que se imponen para los menores de edad. Es la letra pequeña que nadie lee. Que se acepta sin atender a las condiciones y que nunca, o casi nunca, se vuelve a releer. En redes como Twitter, Facebook o Instagram, la edad mínima de uso es de 13 años. Las redes asociadas a Meta incluso indican que desde 2022 disponen de modernas formas para identificar la edad de los usuarios. Eso sí, siempre con el objetivo de poder ofrecerles experiencias adecuadas a ellos. Muy didáctico todo, pero lógicamente irreal. El algoritmo al final, es fácilmente engañable y manejable porque sólo es capaz de detectar tendencias.
Puerta abierta a la pedofilia
Según el informe mencionado anteriormente, un 11% de los menores encuestados conoce casos de otros menores que han empleado la Inteligencia artificial para crear fotografías realistas que después comparten a través de redes sociales o aplicaciones. Una práctica que es conocida cono “deepfake”. Son imágenes manipuladas por las que, según las autoridades, últimamente se están empleando para fines delictivos como difundir información engañosa entre perfiles o compartir imágenes pornográficas no consensuadas. En el caso de los menores, es una puerta abierta a la pedofilia. Y a considerar como válido algo que no es real.
Si a un usuario adulto le cuesta entender que lo que le ocurre tras una pantalla puede que no sea de verdad, a un menor le ocurre algo similar pero con consecuencias exponencialmente más peligrosas. Revisar las políticas de uso de muchas de estas aplicaciones, aplicar controles parentales más estrictos a los menores o batallar para que se restrinja su uso como muchas asociaciones que se están generando y moviendo en los últimos meses a este respecto, son algunas de las principales “soluciones” a un problema que lejos de mejorar, va a seguir yendo en aumento. No se trata de ponerle puertas al campo, sino de regular y de hacerlo bien, con conciencia.
