PASO DE HALLOWEEN

Cada día se impone hablar con neologismos y a la vez crece el entusiasmo por una tradición como Halloween que viene de lejos. Ya te miran mal si dices que no te interesa Halloween, que no vas a disfrazarte y que no quieres que te inunden de calabazas. Más de un amigo me lo ha recriminado, en inglés por supuesto, diciéndome que soy un “hater”. Y no, no practico el odio, aunque con Halloween puede que un poco.

Halloween, una tradición de otros «auto impuesta»

Aquí es tradición celebrar el día de los difuntos aunque al cementerio cada vez vaya menos gente, pero a la peña le gusta la jarana y el disfraz y parece que les da igual San Fermín, San Isidro o esto que nos envían desde los EEUU, y a los vestidos de brujas, la calabaza o el disfraz de esqueleto le añaden el matasuegras para prepararse para fin de año.

Le tengo manía a Halloween. Me da mucha pereza. Me gusta la fiesta pero no la fiesta obligatoria de disfraz y matasuegras. Y la verdad es que no entiendo bien el éxito de Halloween, más allá de que es motivo de carnaval de otoño y jarana. Pero no hay forma de huir, porque todo lo inunda, cada escaparate, cada local, los mercados, hasta mi bar del barrio, al que acudo a tomarme café con porras, me obliga a tomármelo rodeado de calabazas.

Espero que este año no me de el coñazo ningún chaval de mi comunidad con lo del truco o trato y pidiendo caramelos. Me han invitado ya a tres fiestas el 31 y no voy ni aunque me paguen. Me gusta como celebran en Méjico el día de muertos, una fiesta en la que la muerte no representa una ausencia sino una presencia y detrás de las calaveras no hay solo fiesta, hay unos rituales con mucho significado. Detrás de Halloween no encuentro nada más que una tradición de otros que nos hemos auto impuesto aquí. Disfruten de la fiesta y los disfraces. Pero no nos den la barrila ni el timbrazo a los que no lo celebramos, y no nos miren mal. No sean jeiters con nosotros.