LAURA MARTÍN

Ha muerto Laura Martín, viuda de Juan Carlos García Goena, última víctima de los GAL. A Juan Carlos le volaron el coche cuando la banda terrorista gubernamental llevaba un año inactiva. En los que fue una clara advertencia de que si sus miembros eran abandonados a su suerte, los GAL seguirían actuando aunque en ese momento, 24 de julio de 1987, al Gobierno ya no le interesase.

Laura era mi amiga y su muerte ha sido un golpe muy duro que me ha impactado directo en el alma. Era una mujer fuerte, luchadora. Era menuda pero imponente. Su mirada limpia y tierna encajaba en un rostro con biografía. Desde el día que asesinaron a su marido con ella embarazada, peleó sin descanso para que se investigara el atentado.

Juan Carlos García Goena nada tenía que ver con ETA. Era un joven prófugo que se fue a Francia para no hacer el servicio militar, entonces obligatorio en España. Muchos pretendieron vincularle a ETA. Y se sintieron desarmados de argumentos cuando Laura estuvo entre las impulsoras de Covite (Colectivo de Víctimas del Terrorismo), desde donde se pronunció sin matices contra ETA y sus matarifes.

Fueron muchas horas de conversación con Laura, meticulosa en la búsqueda de la verdad. Lo pasó muy mal cuando José Amedo y el periodista Antonio Rubio Campaña, que da lecciones y preside una autodenominada Asociación de Periodistas de Investigación (API), la tuvieron entretenida desde 2010 durante meses ayudando en una línea de investigación del asesinato de su marido basada en unas fotos de estudio que se hicieron y que según Rubio Campaña, fueron realizadas por un colaborador de los GAL que se las entregó a quienes le asesinaron para que le identificaran.

Cuando Rubio, que gusta de dar lecciones de periodismo, publicó un tuit en el que decía “La banda terrorista ETA deja de ser un tema tabú para la televisión. Ahora faltan los GAL”, recibió la inmediata respuesta de Laura, que no conocía el miedo: “Ahora faltan los GAL. ¿Y por qué no empiezas tú tratando el tema con respeto? Para dar lecciones sobre el código de buenas prácticas del periodismo hay que predicar con el ejemplo. Consejos doy…”.

El primer día que conocí a Laura en mi investigación sobre los GAL, cuando le presenté a Inmaculada Gómez, ex novia de José Amedo que aportó un testimonio concreto y repleto de detalles de veracidad comprobada sobre la participación del subcomisario en el asesinato de Juan Carlos, Laura me pidió que no cejara de investigar hasta que los asesinos de su marido pagaran sus cuentas con la Justicia. Le prometí que lo haría, porque era mi obligación profesional. Y así ha sido. Cuando el ex comisario y el profesor de periodismo le pusieron sobre la pista del fotógrafo, le advertí que mis fuentes, de acreditada solvencia en el caso, me aseguraban que era una maniobra de despiste.

Ella quiso agotar las posibilidades de buscar la verdad hasta que ya no tuvo duda de que el subcomisario y el profesor buscaban lo contrario que ella. En mi última conversación con ella volvió a sacarme el tema: “Melchor, es un despropósito lo de Rubio y las fotos. Solo pretenden distraer la atención y ocupar al Juzgado de la Audiencia Nacional y a los Juzgados franceses en una pista falsa. No voy a dedicarle un minuto más. Por favor, nunca te olvides del caso de Juan Carlos. Eres el único que desde el inicio has buscado la verdad y has aportado algo”.

He conocido a sus hijas, a su familia. Laura fue una madre ejemplar que en dificilísimas circunstancias no dejó de compatibilizar cada día el trabajo para sacar adelante a su familia con los intentos de encontrar a los asesinos de su marido, y con sus actividades de apoyo a las víctimas de ETA. Nunca buscó venganza, pero no dejó de buscar justicia, y con esos criterios educó a sus hijas. Laura solo quería “memoria, justicia y verdad”, y se entregó a esa lucha sin descanso, cada día de su vida.

Se me va a hacer raro no llamarla o recibir sus llamadas de cada mes. Fue tenaz en el apoyo a la investigación y denuncia que desde ITMAGAZINE hemos hecho del caso Kote Cabezudo. Se ofreció a hacer lo que ella pudiera porque se sentía cerca de las víctimas y muy lejos de los victimarios.


Laura siempre en busca de la verdad sobre la muerte de su marido

Laura fue una buena amiga, de las de verdad, que estuvo a mi lado en los buenos y sobre todo en los malos momentos, atenta, cariñosa, afectiva, cercana, siempre dispuesta a ayudar. Recuerdo muy bien cuando se acercaba a perder la esperanza y yo siempre le decía: “Laura, al final lo aclararemos. No lo dudes. Puede pasar más o menos tiempo, pero se aclarará”.

El testimonio prestado en su día, primero en una entrevista conmigo y después en el Juzgado por Inmaculada Gómez, la ex novia de Amedo, permitió abrir una causa contra José Amedo y Michel Domínguez. Tras el juicio, el tribunal les absolvió por falta de pruebas. Inmaculada Gómez pudo acreditar documentalmente que su relato temporal y de hechos era verdadero. De cada viaje y de cada reunión a la que asistió disponía de facturas. Con esos hitos pudimos reconstruir buena parte de los movimientos de Amedo. Respecto al asesinato de García Goena, el tribunal consideró que no era suficiente prueba que Inmaculada dijera que la noche anterior al crimen, Amedo durmió en su casa y que portaba una bolsa de El Corte Inglés en la que estaba la bomba que la mañana siguiente hizo volar por los aires el coche de García Goena.

Laura aceptó a petición mía sentarse un día, con cámaras delante, junto a José Amedo. Ella no tenía duda de la participación de él en el asesinato de su marido. El lo negó y en un momento dado le pidió perdón por su participación clave en los GAL, aclarando que siempre actuó obedeciendo órdenes de sus superiores. Laura no dejó de decirle que nadie está obligado a obedecer una orden delictiva. Nunca creyó en la inocencia de Amedo, pero buscaba pruebas suficientes. Tras la reunión me dijo: “No me arrepiento de haberme sentado con él, pero no le creo Melchor, no le creo. Tenía que intentar esto también, pero su mirada y su tono no me han inspirado ninguna confianza ni veracidad. Sigo creyendo que Inmaculada contó la verdad”.

Era perspicaz para detectar a quienes se acercaban a ella con intereses espurios, y nunca fallaba en ayudar a los pocos que buscaban la verdad, porque era muy consciente de que aún hoy la verdad sobre los GAL es peligrosa para el poder, para los que manejan los hilos.

Recuerdo mi última conversación con ella. Me llamó para comentar la sentencia contra Kote Cabezudo: “No parece suficiente, pero al menos las víctimas han logrado encarcelar al culpable y que sea condenado. Melchor, cuídate mucho, y cuídalas a ellas si puedes. Los malos son muy malos y peligrosos. Cuidaros por favor, porque os necesitamos vivos”.

Laura siempre va estar muy presente en mi vida, mucho. Su ejemplo es algo que nunca podré olvidar y que tendré siempre muy presente. Cada poco hablaré con ella y recordaré esa mirada de mujer buena, valiente, de una pieza. No me acostumbraré a no poder llamarla.

Solo me consuela que ya está de nuevo junto a Juan Carlos, a quien quiso honda y profundamente. Y que sus hijas tienen un ejemplo de una madre de la que pueden estar muy, pero que muy orgullosas, como Laura lo estaba de ellas. Descansa en paz Laura, junto a Juan Carlos, en esa paz que en vida te quitaron unos asesinos organizados por un gobierno presidido por Felipe González Márquez. 


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