LA REORIENTACIÓN DE LOS AGRESORES SEXUALES

Entre 2011 y 2012 en Las Palmas de Gran Canaria, un hombre cuyo nombre responde a las siglas R.O.H. trató de abusar sexualmente en reiteradas ocasiones de una menor. Su suegra la tenía en acogida en su domicilio. En 2014 los abusos se intensificaron tanto que trató incluso de violarla. Algo que no pudo consumar por la resistencia que en ese momento interpuso la niña. 

La Fiscalía pide para el hombre 17 años de prisión. La madre biológica de la menor ha pedido que recaigan sobre él todas las acciones civiles y penales que pudieran derivarse de estos hechos. Además en la vista oral que se celebró hace pocas semanas, se pide al procesado una orden de alejamiento de la víctima durante siete años. Periodo durante el cual también se le obligará a participar en programas de educación sexual. El procesado no tiene antecedentes penales.

A pesar de parecer un caso aislado esta es una conducta a menudo repetida por los delincuentes. Agresores que se dedican a valerse de la fuerza o de la supuesta superioridad que consideran que tienen frente a sus víctimas para agredir o abusar sexualmente de ellas. Y tal y como se ha estudiado a lo largo de los años, estas agresiones sexuales y estos abusos, cuando se trata de menores, suelen tener lugar en su entorno más cercano. Un entorno tan cercano como el de familiares, amigos, vecinos o conocidos que conocen a los pequeños. Se valen de esa cercanía para atacar. 

El Ministerio Fiscal por lo general, estipula para ellos penas privativas de libertad. Cárcel, para que nos entendamos. En la mayoría de los casos suele proceder también la obligatoriedad de realizar terapia y participar en programas de educación sexual. Y esto es así porque todo es más complicado que considerar que tras la prisión, llega de repente el arrepentimiento. Y lo que antes les llevó a delinquir, ahora lo tienen más que prohibido en sus cabezas. No funciona así. Por mucho que queramos. 


Programas de educación sexual para los agresores

Como afirman en su estudio Encarnación Sueiro, Antonio López y Mª Esther Castro, de la Universidad de Vigo, elaborado junto a Margarita Cortegoso del Centro Penitenciario de Pereiro de Aguiar (Ourense), “aunque las actitudes sexuales son relativamente estables, están sujetas a cambios. Una forma de modificarlas puede ser por ejemplo, ofreciendo información mediante Educación Sexual”. De este modo tal y como indican en el mencionado estudio, “es posible cambiar las actitudes hacia la Sexualidad de un sujeto, pero no es fácil producir tales cambios. Para ello es necesario trabajar los componentes cognoscitivos, afectivos y conductuales. Lograrlo dependerá fundamentalmente, de la función que cumplan las actitudes para la persona y de las técnicas psicológicas que se empleen para tal fin”. 

A lo largo y ancho de toda la geografía española, en muchas comunidades autónomas, existen programas de reeducación y otros de educación sin más, que procuran el tratamiento para agresores sexuales. Su objetivo no es otro que acertar con el tratamiento psicológico que se les ofrece a este tipo de agresores con el fin de reorientar su conducta. Y a la vez analizar las causas por las que se produjeron las agresiones. De esta manera se evitaría en un futuro que se sigan repitiendo los mismos patrones en la sociedad. 

Ana Martínez-Catena y Santiago Redondo, en su trabajo titulado “Etiología, prevención y tratamiento sobre la delincuencia sexual”, afirman que existen muchos factores que llevan a delinquir a los abusadores sexuales. A ellos se les puede sumar otros factores personales como falta de empatía o distorsiones cognitivas. Esto les lleva a justificar en algunas ocasiones, sus hechos. Por ello indican que es necesario que “la agresión sexual se prevenga ya desde la infancia y la adolescencia, mediante intervenciones educativas en los contextos de la familia, la escuela y la justicia de menores. Aun así cuando se producen delitos sexuales graves, sus autores van a ser probablemente detenidos y encarcelados”. Y además es importante también “aplicar tratamientos en las prisiones que favorezcan la mejora terapéutica de los participantes y a la postre, reduzcan su riesgo de reincidencia”. 

Los datos no engañan. En las cárceles españolas hay cerca del doble de delincuentes sexuales que los que había hace dos décadas. Según los especialistas, esto se ha debido al incremento de la concienciación general y a las denuncias. Lo cual nos traslada a una realidad mucho mayor y es que los delitos sexuales siguen produciéndose. Muchos menores están en riesgo. La concienciación social nos lleva a no tener ya tanto miedo a denunciar. Y que hace falta más reeducación, más programas que trabajen sobre esta gran lacra social. Ya que si algo tiende a repetirse en el tiempo o incluso se incrementa ¿no será que necesita que por lo menos se le tome más en consideración?


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