LA NAVIDAD EN LOS OJOS DE UN NIÑO

El ingrediente que no puede faltar en Navidad en cualquier casa en la que haya niños es la ilusión. Sí porque con ilusión se espera la llegada de diciembre como si fuera el mejor mes del año. Más allá de los meses en los que el mayor de los planes es estar de vacaciones. Diciembre es sinónimo de Navidad y también de celebración y sonrisas. En España la Nochebuena da el pistoletazo de salida a las festividades navideñas que se regarán con altas dosis de cenas en familia, luces, mazapanes, turrón y regalos. Y es que la noche del 24 de diciembre siempre ha sido especial. Millones de años atrás la Iglesia católica fue la que decidió escoger esta fecha como punto a destacar en el calendario para celebrar el nacimiento del niño Jesús.

En realidad querían dejar sin validez la gran fiesta pagana que se celebraba en Roma: la fiesta al Dios Sol. Apuntes de historia aparte, el 24 tiende a ser el día grande de la Navidad. Es la noche en la que se cena en familia. Una noche en la que se necesita el contacto con los más allegados. Y también con tristeza, se echa de menos a quienes ya no se sientan en la mesa para cenar, reír, discutir y compartir una Navidad más.

Los niños son los protagonistas en estas fechas porque ponen una ilusión a la Navidad de una forma muy especial. Y de diferentes maneras según donde la celebren. En España gracias a la riqueza cultural del país, el Norte nada tiene que ver con el centro o el Sur. Es cierto que Navidad es en todos los lados pero la diferencia estriba en quién y cómo se regala en la noche del 24. Quizá el Norte de España sea el que más tradiciones tenga en torno a una figura que trae regalos a los más pequeños de la casa. Y también en la noche de la Nochebuena.


Todos los niños del mundo reciben la Navidad con ilusión

Así los niños españoles podrán disfrutar de ilusión esperando la llegada del Olentzero (Navarra y País Vasco), del Tió de Nadal (Cataluña). O del propio niño Jesús que se acerca a algunas casas a dejar algunos detalles en forma de regalo. Por su parte, el Anguleru (Asturias), el Esteru (Cantabria) o el Apalpador (Galicia), cumplen las mismas funciones. En otras, el orondo señor que ríe exclamando sonoros «Ho, ho, ho» se impone cada vez más como el eje central del obsequio en la Nochebuena. San Nicolás llena de regalos las casas de los niños franceses o los suizos. Un poco más al Este, en Rusia, es la Babushka la encargada de llevar la ilusión a los niños. Y al otro lado del charco por ejemplo, en Chile, es el Viejo Pascuero quien se encarga de llegar a las casas donde hay pequeños.

En África también se celebra la Navidad. Pero al igual que se habla de Norte y de Sur y de ciudades o pueblos, en el continente africano los niños acusan como nadie la diferencia de estatus según el lugar en el que residen. Así los pequeños que viven en grandes ciudades donde la situación económica es mucho más boyante, suelen recibir regalos del propio Niño Jesús. Mientras que los que viven en aldeas puede que se conformen con estrenar algo de ropa o de llevarse un trozo de pan para comer o agua para beber. 

En Asia, China o Taiwán por ejemplo, no se celebra la Navidad en las fechas en las que estamos acostumbrados en Occidente. Los chinos festejan entre enero y febrero lo que llaman el Año Nuevo Chino. Son los dragones rojos y los amuletos que atrapan la buena suerte, los protagonistas. En otros lugares como Tailandia, en el que la mayoría de la población es budista, las navidades también pasan prácticamente desapercibidas. 

Pero no pequemos de centristas porque en la variedad es donde se encuentra la riqueza. Ahora celebramos estas fiestas y nos cargamos con la ilusión que nos trasladan los más pequeños esperando las visitas mágicas mientras duermen. Quizá más allá del ecuador, donde es de noche cuando aquí amanece, o donde hace calor mientras aquí no superamos siquiera los 4ºC, las navidades se celebran de otra manera. Existen mil y una formas de festejar lo que para los cristianos supuso el nacimiento de Jesús. Y para los no religiosos, lo que supone la mayor época de entrega a los demás, de compartir, ayudar y hacer propósitos para el año que está a punto de comenzar pasados unos días. 

En otros lugares los niños crecen sin saber lo que es un regalo. Esta es otra realidad que, lejos de tener que amargarnos cualquier fecha en el calendario, debe hacernos pensar que los niños tienen ilusión. Y la ilusión es lo más bonito que hay. Es el motor que mueve el mundo. Y nuestro cometido debería centrarse en hacer que ninguno la pierda nunca. ¡Feliz Navidad a todos!


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