En febrero de este año quedó aprobada la Ley de la Restauración de la Naturaleza. Y lo hizo con un total de 329 votos a favor, 275 en contra y 24 abstenciones. Una ley cuyo objetivo es recuperar al menos el 20% del hábitat marino y terrestre en Europa de aquí al año 2030. Y recuperar también todos los ecosistemas que lo precisen para el año 2050. Bosques, pastizales, lagos, lechos coralinos… pasarán de un estado deficiente o regular a uno bueno en los próximos 6 años.
Controversias con la ley de la restauración de la naturaleza
Se quiere revertir todos los daños medioambientales que puede estar provocando el cambio climático y la actividad humana descontrolada. Y pone el foco en tierras de cultivo, polinizadores, ríos y bosques, pero también en las zonas urbanas. Esta nueva ley también insta a que los países miembros elaboren y pongan en marcha planes nacionales que prevean la restauración de sus ecosistemas y detallen cómo quieren llegar a los objetivos propuestos.
Deberán salir airosos en dos de estos tres indicadores. El índice de mariposas en los pastizales, en la proporción de tierras agrícolas con características paisajísticas diversas y, por último, en las reservas de carbono orgánico que se encuentren en suelos minerales de las tierras de cultivo.
Y es, al parecer, en este punto, donde se encuentra la mayor controversia con la nueva Ley. Sectores como el agrícola echan de menos muchos puntos esenciales para que pueda cumplirse este último objetivo. Las autoridades reprochan no sólo falta de consenso sino, más grave aún, falta de conocimiento de la realidad de la agricultura en la UE. Piensan que ha sido en realidad “una puñalada por la espalda”.
Se debe empezar por la llamada «Red Natura 2000″, la red ecológica de de áreas de conservación de la biodiversidad de la que en España, por ejemplo, forman parte espacios como los Picos de Europa, la selva de Irati o Doñana. En España prácticamente el 40% del territorio es Red Natura 2000 y los agricultores consideran que esta Ley de Restauración de la Naturaleza puede llegar a ser muy lesiva para el mundo rural.
Una ley que es un dolor de cabeza para nuestros agricultores
Además, más del 75% de todos los hábitats declarados como de interés comunitario en España presentan claros signos de degradación. Tendrán que retornar a un buen estado, lo que supone, según la ley, que su “estructura, funciones y las especies típicas, puedan garantizar su mantenimiento a largo plazo”. Por lo que se deberá comenzar por ellos o por lo menos hacer un esfuerzo mayor para lograr su recuperación cumpliendo los plazos que marca la nueva Ley de Restauración de la Naturaleza.
Dicha ley impone la necesidad de aplicar determinadas medidas, y muchas de ellas afectan de lleno al sector agrícola, entre las que se destaca la eliminación de plantas que no sean autóctonas en zonas como pastizales, bosques y humedales. Dejar de utilizar fertilizantes químicos o pesticidas, promover la vida silvestre y mejorar la conectividad entre diferentes hábitats.
Objetivos que sobre el papel suenan bien e incluso auguran un buen pronóstico de nuestra biodiversidad y medioambiente en Europa pero que desde el mes de febrero trae de cabeza a quienes viven de nuestros campos. Aquejan falta de ayudas para poder poner en marcha todo lo que se promueve desde Bruselas. “Dejemos de usar pesticidas químicos o reduzcamos su uso”, pero ¿quién va a sufragar el sobrecoste?
Y, aún más, si cada país miembro debe preparar sus propios planes de restauración, porque así se dejó estipulado en febrero, ¿cuándo y cómo se van a empezar a poner en marcha medidas relacionadas en España, cuando ya llegados a agosto, esto continúa siendo más que un dolor de cabeza para nuestros agricultores?