LA IZQUIERDA, PALESTINA, LA ONU E ISRAEL

Parece no tener remedio la ceguera, el dogmatismo y el radicalismo de la izquierda mundial con lo que está sucediendo en Gaza tras el espantoso pogromo del 7 de octubre de 2023. Israel, la única democracia de la región, tiene el derecho a defenderse. Es verdad que en ocasiones lo hace con excesos, pero conviene recordar que Hamás, los terroristas que controlan Gaza, lo que desean es la destrucción de Israel. Con el eslogan “Desde el rio al mar”. Ellos desean una Palestina desde el Jordán hasta el mediterráneo sin Israel y sin judíos.


«Desde el río hasta el mar, Palestina será libre»

En España, la ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, recientemente derrotada en Izquierda Unida, lanzó un mensaje evidentemente antisemita defendiendo las tesis de los terroristas de Hamas y el lema, “Desde el rio hasta el mar. Palestina será libre”. Inmediatamente, en las acampadas estudiantiles sobre todo en universidades, los jóvenes, y menos jóvenes, repiten el mensaje.

El esperpéntico Festival de Eurovisión evidenció, con los votos de los espectadores, el apoyo de miles de ciudadanos a Israel en la persona de su representante, la elegante Eden Golan, que finalmente quedó en quinta posición. Por cierto, que el ganador de Eurovisión, Nemo Mettler, representante de Suiza, que se define como no binario, o la representante española, la peluquera de 55 años Mery Bas, y sus dos bailarines con el culo al aire, no sobrevivirían en Gaza. Donde Nemo Mettler probablemente sería ahorcado en una grúa, Mery Bas lapidada y los del culo igualmente ahorcados de una grúa. Las ministras españolas Ione Belarra y Sira Rego y la ex ministra Irene Montero pidieron la retirada de España en solidaridad con los terroristas de Hamas.

Sobre Gaza, una zona improductiva de Palestina, una de las zonas más superpobladas y pobres del Planeta, Irán ha desplegado una estrategia de años hasta conseguir liquidar en Gaza a la Autoridad Nacional Palestina, imponiendo en la franja un régimen islamista radical con los terroristas de Hamas al mando. Los gazatíes viven de las ayudas de Iran, de algunos emiratos y de la UNRWA. La agencia de Naciones Unidas financiada por diferentes países, entre ellos España. La ayuda humanitaria y la ayuda militar, durante todos estos años, ha ido no a los habitantes de Gaza, sino a los terroristas de Hamas.

Cuando el 7 de octubre Hamás lanzo a un ejército de terroristas, mezclados con civiles gazatíes, a provocar la mayor matanza de judíos desarmados desde el holocausto nazi, Hamas sabía que la respuesta de Israel iba a ser dura y que para los gazatíes carecía de utilidad alguna. Hamas sabía que Israel iba a entrar en el territorio en el que permanecen más de 100 israelíes secuestrados y torturados y muchos cadáveres de israelíes liquidados en el pogromo. Si Hamas liberara a los secuestrados y entregara esos cadáveres Israel detendría los ataques. Pero Hamas no lo va a hacer.


La propaganda de los terroristas: informaciones y cifras falseadas

Israel ha cometido excesos, reprobables, sin duda, pero conviene no caer en la propaganda de los terroristas. Hay que recordar que los líderes de Hamas, desde hace años, instalan los puestos de mando militares en hospitales y escuelas, y que los rehenes israelíes han sido repartidos entre familias de confianza de los terroristas.

El pasado miércoles Israel denunció, aportando imágenes de video, que los terroristas de Hamas emplean un centro logístico y vehículos de Naciones Unidas, en el este de Rafah. Este hecho, gravísimo, es posterior a que se demostrara que las cifras de víctimas civiles en Gaza estaban infladas. El problema radica en que los medios occidentales repiten las cifras que facilita Hamas sin comprobación alguna. En Televisión Española presentaron datos facilitados por Hamas como proporcionados por “el ministerio de Sanidad de Gaza”. Organismo que no existe ni ha existido nunca. 

La ONU, alguno de cuyos funcionarios destacados en Gaza están acusados de ayudar a los terroristas de Hamas en el pogromo del 7 de octubre, ha tenido que reconocer que las cifras de víctimas en Gaza están infladas en un 40%. Los terroristas de Hamas disponen de una formidable maquinaria para difundir noticias falsas. Sí, han muerto mujeres y niños en Gaza, y eso jamás puede ser defendido, pero Hamas, que gobierna y manda en Gaza, a quien protege es a sus hombres, colocando siempre a mujeres y niños en el disparadero.

El 7 de octubre Hamás lanzó un ataque terrorista sin precedentes, asesinando hombres, niños y mujeres. Especial saña pusieron en las mujeres, a muchas de las cuales descoyuntaron antes de violarlas y secuestrarlas. Hamas sabía las consecuencias que iba a tener ese pogromo, y aún hoy se niega a entregar a los secuestrados. Hamas pierde en el campo de batalla. Los gazatíes sufren, pero Hamas gana desgraciadamente la batalla mediática en la mayoría de los países occidentales, con España en la punta de lanza, con informaciones y cifras falseadas.


Irán quiere acabar con el Estado de Israel y el Gobierno Español lo apoya

Es Teherán quien maneja los hilos en Gaza. Gaza solo pone los cadáveres. Hamas, o sea, Irán, quiere acabar con el Estado de Israel, la única democracia de la región. Quiere que Palestina vaya del río hasta el mar, desde el Jordán hasta el Mediterráneo, y que desaparezcan los judíos. En el manifiesto fundacional de Hamas se decía claramente: “Israel existirá y continuará existiendo hasta que el Islam lo destruya, de la misma manera que destruyó a otros en el pasado”. Esto es lo que apoya el Gobierno español y los que apoyan quienes acampan y se manifiestan en favor de una teocracia islámica que no solo quiere destruir Israel. 

Lo explicó atinadisimamente el profesor Gabriel Albiac en su artículo “Carta de un viejo profesor a los campados en la Complutense”: “Pero, ¿qué es Hamás? Una milicia confesional cuyo objetivo estratégico es la construcción de una teocracia islámica. Todos vosotros sabéis lo que significa eso. Un sometimiento de toda ley a la primacía incuestionable del Libro Sagrado y de los mandatos universales que de ese libro derivan. La Sharía, que, viniendo directamente del dictado de Alá, esto es de Dios, a ningún cuestionamiento humano puede ser sometida. La ley establece que todo aquello que Alá ha dado un día a los suyos es waqf, don irreversible.

Y que, por tanto, el territorio que hoy ocupa Israel, habiendo sido waqf un día, es waqf para toda eternidad. Y cualquier presencia no musulmana en la península palestina constituye una violación del mandato divino que todo musulmán debe aplicar si no quiere ser reo de la pena que castiga la apostasía.

Bien, no hace falta demasiada erudición para saber que lo mismo, exactamente lo mismo, puede –esto es, debe– aplicarse a todo el territorio de la Península Ibérica (Al Ándalus no significa Andalucía, significa lo que hoy llamamos España, en su totalidad), con la nimia excepción de algunos paisajes norteños. Tampoco se requiere una formación histórica excepcional para entender que en la misma situación se hallan todos los lugares que ocupó el Imperio Otomano a lo largo de su prolongada historia. Es decir, desde los muros de Viena hasta buena parte del Mediterráneo. Todo el sur de Italia, por supuesto, Grecia, los Balcanes…

¿Por qué la reivindicación de estos territorios nos aparece como un simple delirio y, sin embargo, parecemos prestar verosimilitud a la reclamación del territorio que hoy abarca el Estado de Israel? Vuestra respuesta afectiva es sencilla, puede que conmovedora: «Porque ese Estado existe sólo desde 1948«. Es cierto. Pero, ¿existe un solo Estado en esa misma franja de lo que fue Imperio turco que haya existido antes de la Segunda Guerra Mundial?


La división de la ONU

Ni existía ni podía hacerlo. La estrategia de barajar poblaciones desarraigándolas de su territorio de origen fue la trama otomana durante siglos, sobre la cual se superpondrían luego las administraciones coloniales. Basta con que le echéis una rápida ojeada al bello libro de Lawrence, «Los siete pilares de la sabiduría«, para que os encontréis con la incómoda realidad a la que el militar británico se vio confrontado. La de poblaciones nómadas sin el menor vínculo nacional.

Tras la Segunda Guerra Mundial y la descolonización, la ONU trazó a tiralíneas las fronteras nacionales en esa zona. No sólo la de Israel. Todas. Y si os tomáis el interesante esfuerzo de buscar en las bibliotecas os daréis con alguna sorpresa. Sí, que no fue Israel, sino el conjunto de los Estados que formaban la Liga Árabe, quien negó a Palestina la condición de nación independiente. Siria, Jordania y Egipto reclamaban, en 1948 la propiedad de los territorios que se extienden «del río al mar«, por hacer uso de la expresión de la perspicaz ministra.

Israel fue el único, en ese momento, que aceptó la división de la ONU: la existencia de dos Estados. Y fue Israel quien volvió a ofrecerla, sobre un trazado casi idéntico al de 1948, en el momento clave de las negociaciones de Camp David del año 2000. Yassir Arafat se negó a firmar un acuerdo que hubiera restablecido los dos Estados del 48. A partir de ahí, no ha habido más que caos. Y, ante todo, ha habido el desplazamiento en Gaza de una organización terrorista laica (la OLP) por una organización teocrática yihadista (Hamás). Y eso cambia todos los datos.

No hay en el islamismo ninguna de las barreras que separan lo mundano de lo trascendente, lo privado de lo religioso. Esa absorción de todo en el Corán tiene su lógica. A diferencia de los libros sagrados de judíos y cristianos, que son libros inspirados por Dios a redactores muy diversos y en lapsos de tiempo muy separados, el Corán es un libro –en rigor, «el» libro– que existe desde la eternidad junto Dios mismo y que Dios dicta, en una sola operación a un solo copista.

Su contenido es ontológicamente idéntico al ser de ese Dios. Su perfección es, pues, tan absoluta y cerrada como la de Él. Y tan inmune a cualquier pretensión humana de interpretar sus contenidos. El Corán no se lee, en el sentido en que desde Platón decimos que leer es interrogar a un texto. El Corán se recita en voz alta y en la lengua sagrada que es la lengua de Dios. Y se aplica en literalidad incuestionable. Conviene leer ese texto, si se pretende entender algo de la guerra santa que el yihadismo conduce contra todos los «kafires» (infieles), y de la cual el llamamiento a exterminar Israel no es más que una primera etapa.


Fulminados como transgresores de la ley divina

Conviene, desde luego, que sepáis que es lo que está permitido y qué lo vetado en ese islamismo estricto que Hamás ha venido imponiendo en Gaza. Y sin cuyo mandato las matanzas y violaciones del 7 de octubre serían inimaginables. No voy a ser pesado. Leer el Libro no es demasiado trabajoso, aunque sí un poco aburrido. Pero vale la pena. Encontraréis en él cosas como ésta. No son literatura.

Son Ley. Suprema. «Cuando deis con un infiel, golpeadle en la nuca» (XLVII, 4). «Di a tus esposas e hijas que se cubran con velos» (XXXIII, 59). «Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres, en virtud de la preferencia que Dios les ha concedido sobre ellas… Amonestad a aquellas cuya infidelidad temáis, encerradlas en habitaciones aisladas y golpeadlas» (IV, 34). «Dios sabe, vosotros no sabéis» (II, 216). «Dios no ama a los transgresores. Matadlos allá donde os los crucéis» (II, 191). «No sois vosotros quienes los habéis matado; Dios los ha matado» (VIII, 17). «Matad a los politeístas donde quiera que los halléis» (IX, 5). «Combatid contra los defensores de Satán» (IV, 76)… No sigo con un muestrario francamente monótono.

Sólo una sugerencia. Mientras apuráis vuestra última cervecita (estrictamente prohibida en territorio de Hamás), pensad en qué país del Cercano Oriente os sería posible llevar un modo de vida europeo sin ser fulminados como transgresores de la ley divina. O en qué país de esa zona, sobre todo, puede una mujer vivir tan libremente como un hombre sin ser fulminada por la ley.

Ese país existe. Se llama Israel. No es nada del otro mundo. Sencillamente una democracia parlamentaria equivalente a cualquiera de las que existen en Europa. Y gracias a la cual vosotros podéis hacer lo que en un país islámico os costaría la vida. Esta bella acampada, por ejemplo. Y así es. Pero esta izquierda woke seguirá a lo suyo, del lado de los terroristas que en cuanto puedan, harán lo mismo con nosotros.


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