Pues claro que estamos mejor desde que hace 10 años ETA dejó de asesinar. Y que en democracia se puede defender con la palabra desde un escaño la independencia. El problema de hoy es que Pedro Sánchez se ha entregado en manos de quienes sin solución de continuidad, pasaron de la extorsión, el secuestro y el asesinato, a los escaños sin pedir perdón por nada, sin reconocer el daño causado, sin reparar a las víctimas. Hace poco un secuestrado por ETA me decía que le daba horror ver a Sánchez pactando con Otegui, uno de sus secuestradores.
En el año 2000, ETA asesinó a tres destacados socialistas: Fernando Buesa, Juan Mari Jáuregui y Ernest Lluch. Entonces Juan José Ibarretxe tenía un pacto de legislatura con Euskal Herritarrok, una de las marcas utilizadas por Herri Batasuna y ETA para sortear la ilegalización. El pacto lo firmaron por parte de EH Arnaldo Otegui y Josu Urrutikoetxea, “Josu Ternera”, ex-jefe operativo de ETA, y en el grupo parlamentario había otro terrorista en activo: Jon Salaberria Sansinea.
Ninguno de los parlamentarios de EH condenaron siquiera el asesinato de su compañero de Cámara Fernando Buesa. Otegui, etarra en comisión de servicios como le denominaba con tino José Mari Calleja, se cruzaba con los socialistas en el Parlamento Vasco y ni les dirigía la palabra, nada. Ibarretxe no rompió su Gobierno. Y miren ustedes por donde, en una operación contra la estructura de ETA, la Guardia Civil encontró entre los papeles de la banda terrorista fotos de Fernando Buesa, obtenidas dentro del Parlamento Vasco en su escaño. Con esta gente es con la que Sánchez ha pactado los presupuestos.
ETA nunca mentía
Y ojo, que ETA nunca ha mentido. Si te amenazaban con un secuestro si no pagabas el impuesto asesino, te trincaban y terminabas encerrado en un zulo. También si te secuestraban y decían que te liquidaban en 24 horas si no se modificaba la política penitenciaria, aparecías con un tiro en la nuca. O sí te decían que te iban a matar, te daban un tiro en la cabeza, preferentemente en la nuca.
Nunca podré olvidar el cadáver de mi colega y amigo José Luis López de Lacalle, a quien fiché para El Mundo del País Vasco, con el paraguas rojo a su lado y la bolsa con todos los periódicos del día. Y las palabras de Otegui comentando el asesinato, con el cuerpo de José Luis aún caliente: “Pone sobre la mesa el papel de los medios de comunicación en el conflicto vasco”.
A mi me amenazaron y solo la suerte y las Fuerzas de Seguridad del Estado me libraron de que me dieran “matarile” (así decían ellos). La última vez, los mismos que asesinaron en Sevilla al matrimonio Jiménez Becerril al ser detenidos, cantaron a la poli que el siguiente en la lista era yo, y lo acreditaban seguimientos y fotografías de mi persona, en unos meses en los que residía de lunes a viernes en Sevilla.
Ahora los tres miembros del comando que quería agujerearme la cabeza, han sido trasladados a una prisión cercana al País Vasco. Lo celebro porque solo espero que cumplan su condena y soy partidario de respetar las leyes. Decía que ETA no miente porque nada más firmar el acuerdo Sánchez con Otegui, sin capucha claro, su colega Arkaitz Rodríguez manifestó que “esto no es el final de nada, es solo el principio. Nosotros vamos a Madrid a tumbar definitivamente este régimen”. Aaaaaaaamigo.
El blanqueo de los terroristas
Recuerdo también a Sánchez escribir hace cuatro años esto, literal: “El PSOE es el partido de la libertad. Aquellos que hoy ensalzan a Otegui (lo decía por Pablo Iglesias), convendría que recordaran las palabras y la memoria de Ernest Lluch”. Hoy quien está ensalzando a Otegui y pactando con los herederos de ETA es él.
Es la culminación de una tarea de meses, de años incluso, de blanqueo de los terroristas de ETA. El intermediario fetén fue siempre Jesús Eguiguren, a quien siempre imagino, cuando veo las imágenes de sus reuniones con Otegui, hasta bucólicas, atizándole a su esposa según explicaba una sentencia firme.
Pero el cerebro de esta operación perfectamente planificada ha sido Pablo Iglesias, ante el que ha claudicado Sánchez para mantenerse en la presidencia, sabiendo que el plan es crear una nueva legitimidad republicana, la revisión ideológica y sectaria de nuestras bases de convivencia democrática que tanto nos han costado. Hace años a Sánchez le liquidaron sus correligionarios del PSOE porque le veían venir. Pero Sánchez es resiliente y tenaz, además de mentiroso, taimado e inconsciente.
Les ganó las primarias a los colegas y se tomó su justicia liquidando a toda la estructura jerárquica del PSOE y arrancando su plan para aliarse con todos los enemigos del sistema necesarios para llegar a ser presidente del Gobierno. Y hasta contrató una “negra” para que le escribiera un libro en el que nos contaba que lo primero que hizo al llegar a La Moncloa fue cambiar el colchón, esa era su prioridad.
Ahora algunos “barones” y militantes del PSOE se quejan de Sánchez. A buenas horas. Lo que no sabemos es de ningún diputado socialista que anuncie que se niega a votar las barbaridades que propone el presidente. Todos calladitos cobrando su nómina y sus dietas, y esperando la jubilación garantizada. Y se autodenominan progresistas sin que se les caiga la cara de vergüenza.
Sánchez pacta con los herederos de los asesinos
Pedro Sánchez ha integrado “en la dirección del Estado” (sic), con dos cojones, a Otegui y sus mariachis y a Rufián y sus cuates. Y no puede decir que no tenía otra opción para sacar los presupuestos y seguir en la poltrona porque Inés Arrimadas le garantizó los votos. Ha pactado con los orgullosos herederos de los asesinos porque le ha dado la gana, porque ahí se siente cómodo. Es evidente que de moral anda justito.
Aunque el cerebro de esto haya sido Iglesias, el responsable es Pedro Sánchez porque él es el presidente que solo tiene un proyecto personal, autoritario, rebasando todas las fronteras morales que debiera marcarse un presidente del Gobierno de España.
Él habla sin pudor de “un futuro de prosperidad y progreso” pero es evidente que a partir de ahora vale todo. Y a las víctimas de ETA que les vayan dando, como les vienen dando desde hace años. Un despropósito. Porque ya lo ha dicho el tal Arkaitz Rodríguez, ufano, altivo: “Esto no es el final de nada, es solo el principio”. Mensaje recibido. Viniendo de un hijo de ETA sabemos a qué atenernos. Esto es solo el principio, así que prepárense y agárrense amigos que vienen curvas. Muchas. Y con precipicio hondo en las dos cunetas.
ETA no logró matando lo que sus herederos han logrado sin disparar balas. Pero sus herederos no serían nada si ETA no hubiera asesinado a casi 900 personas, secuestrado a 70 y arruinado moralmente a varias generaciones. Y no me cabe duda de que la ETA de la que formaba parte Otegui como militante distinguido asesinaba socialistas, pero nunca habría asesinado a un miembro de Podemos. No todos somos iguales para los asesinos. Así que van ganando, y eso es solo el principio.