La Policía Municipal de Madrid cazó hace pocos días a un pederasta que viajaba desde Barcelona a Madrid con el coche cargado de fentanilo y otras sustancias. Su objetivo era acudir a la cita que tenía con dos menores con los que había contactado a través del chat de un videojuego online. Los agentes lo sorprendieron haciendo un giro prohibido en las inmediaciones de la Avenida de Portugal. El pederasta tenía en el maletero anestésicos, otros medicamentos, chalecos antibalas e incluso armas. Dentro del coche tenía también, ya sentados, a los dos menores, de 17 años de edad. Se disponía a escapar o quizá, a seguir su rumbo.
Menores en peligro por pederastas
En declaraciones con los agentes, los menores afirmaron a la Policía que lo habían conocido a través de un juego online. Que dormía en el coche, que a veces le daban dinero para que comiera y que iban a acompañarle a vender un ordenador portátil en una localidad a las afueras de Madrid. Volvieron por su propio pie a sus casas. Al pederasta se le ha requisado un teléfono móvil, una tablet, un portátil y ha sido arrestado por presuntos delitos de tenencia de armas prohibidas, agresión sexual en grado de tentativa con agravante de sumisión química y contra el patrimonio.
No es el único caso reciente. En Murcia se estudia celebrar una junta la próxima semana para debatir sobre la suspensión o mantenimiento de las condenas a los 13 acusados de prostitución de menores. Siete de los 13 acusados son empresarios de la región. El caso se enmarca dentro de la conocida como «Operación Baúl«. La mayor trama de prostitución de menores conocida en Murcia.
Descubierta a finales de 2014, la Fiscalía pedía de 21 a 56 años de cárcel para proxenetas que se dedicaban a captar menores de edad para desarrollar una gruesa red de prostitución. Pedía, además, de 4 a 24 años de prisión para los hombres que contactaban con los citados proxenetas, con el objetivo de mantener relaciones sexuales con las menores.
¿Hasta cuando va a seguir esto? ¡Legislaciones más duras!
Las puertas de las discotecas light o incluso las puertas de los centros escolares eran los lugares elegidos para contactar con las menores. Aunque las formas se perdían todavía más cuando lanzaban ofertas de empleo en portales de Internet en las que se requerían niñeras o masajistas. El boca a boca entre las menores también les funcionaba a los presuntos miembros de esta turbia trama que ha escandalizado estos días a los murcianos. En el banquillo de los acusados se encuentran nombres que han llegado a formar parte del tramado de organizaciones empresariales de la región.
En junio, la denuncia de una niña de 12 años llevó a Mossos hasta una red de pederastas que ofrecía a menores de edad a los usuarios de una app de citas. Los menores eran captados a través de redes sociales. El líder de la trama, no llega a la cincuentena y guarda en su haber otros delitos de índole sexual. Ahora que se debate si es lícito el uso de las redes sociales a menores de 14 años, quizá sea también el momento de estrechar el cerco a todos los peligros por pederastia a los que se enfrentan nuestros menores con el uso sin control, sin supervisión y sin filtros de muchas aplicaciones, juegos online y redes sociales.
El debate está servido. Aunque en los medios convencionales no se escuche demasiado el horrible futuro que espera a nuestros menores con tanto pederasta suelto. En Madrid han sido dos los menores “rescatados” del vehículo de un presunto pederasta. En Murcia varias niñas forman parte ya de la mayor trama de prostitución de menores en Murcia. Pero mañana seguramente pueda ser en Cuenca, en Valladolid o en Tarragona. En cualquier lado, donde un pederasta sin pudor quiera contactar con un menor de edad, comparta sus fotos o le pida sin ningún tipo de vergüenza que le envíe algo más que palabras. El vicio sigue ahí. Y nuestros menores, están en peligro. ¿Para cuándo una legislación más dura y contundente contra este tipo de delitos?
